Revista Diario
Es cierto que una ya no es lo que era y que, como dice el típico tópico, el tiempo no pasa en balde. Para nadie. Pero hay momentos en los que se te recuerda con cierto tonillo y duele en el sensible corazoncito de una servidora. Ayer por la tarde, jugando a canicas con mi hijo. Sí, han vuelto, como las hombreras a las pasarelas. Él, que todo lo sabe y todo lo controla, me indica que lance yo primera la bolita de cristal. Y yo, haciendo gala de mis grandes conocimientos de este juego ancestral, coloco mis dedos a modo de "ok" haciendo que mi dedo índice se convierta en una temible catapulta para la pobre canica de mi pequeño contrincante. - Mamá, ¿qué haces?- Tirar- Nooooooo. Así noooooo. Así lo haríais en "tu" época.Primera cosa que me pregunto es de dónde leñe habrá sacado mi caballerete semejante palabreja. Segunda cosa, eso de "tu" época, me dolió. Sinceramente. De repente pensé en los tiempos de antaño, en siglos pasados, y me vi como un auténtico dinosaurio. Está claro que mi hijo me ve mayor, aunque (por ahora) sea la más guapa del mundo, más faltaría. Pero oye, mi humilde ego femenino se vio ligeramente herido, para que no vamos a engañar.