La ventaja
comparativa percibida por simpatizantes y militantes, es que las élites de
Podemos habían logrado su marginamiento
del sistema, o una apariencia de estar en las inmediaciones del mismo. Les resultó
muy positivo su capacidad para separarse del resto de fuerzas y de las élites
político-económicas, -la casta, los malos-, alejados de ellos les permite mostrarse
al otro lado, inmaculados, sin historia reciente de sufrimientos, errores y
corrupción, se sitúan en el otro conjunto del relato, -el pueblo, los buenos-.
La simplificación de abajo-arriba, buenos y malos, -tan cercana a las
religiones-, históricamente ha dado siempre excelentes resultados para
movilizar y sumar voluntades; aunque no fuera útil de cara a resolver
problemas, y dificultara la convivencia.
Su merma en la
capacidad de pactos y relaciones podría ser un grave problema y el que más
directamente depende de ellos para ser resuelto. Las élites de Podemos se están
metiendo en un pozo voluntariamente, aislándose del resto de élites de la
sociedad española y de su propia gente a la que no están preparando para
entender los pactos que necesariamente van a realizar porque será dificilísimo
obtener por encima de un 30% de los votos; luego será complicado de explicar la
boutade de maldecir pactos con la socialdemocracia y aprobarlos con la extrema
derecha, - como Syriza en Grecia-. La mayoría social a que se hace referencia
continuamente, se situará en el entorno de un tercio de votantes, -Syriza menos
del 37% de votos- lo cual significa la existencia del doble de individuos no
seguidores, otros dos tercios de adversarios y enemigos.
La capacidad de
pactos de Podemos se está viendo perjudicada por su actitud contra el resto del
mundo, y dado que no es probable una victoria por amplia mayoría absoluta,
serán necesarios acuerdos de gobierno para poner en marcha los cambios necesarios, y eso en todos
los niveles, locales, autonómicos y nacional, por tanto el problema afecta a
las élites de esos diferentes niveles. Ítem mas, en cualquier sociedad moderna
es necesario negociar habitualmente con poderes económicos y políticos,
nacionales e internacionales, sean afines o contrarios. ¿Alguien se imagina que
pueda empezar a resolverse el grave asunto del paro sin un pacto nacional por
el empleo en el que participen sindicatos, patronales, todos los partidos…?
¿Sin pactos que reduzcan adversarios y neutralicen enemigos no podrá embridar a
las empresas energéticas? Lo que será necesario para impulsar crecimiento
domando los costes energéticos. Poner en marcha una reforma fiscal profunda,
requiere la participación de diversas fuerzas, incluidos apoyos europeos, plantearse
programas de I+D+i, reencauzar el estado de bienestar, reindustrializar España,
las relaciones con Europa, etc. etc. todo ello necesita mayorías muy amplias
para poderse realizar -a veces de 2/3 o 3/5-
y lo que es más importante requiere amplias mayorías para que los
cambios sean estables y por tanto resulten eficaces.
En el caso
español, la situación de deterioro social e institucional es muy grave, como
los diagnósticos recogen, por tanto y según sus propios análisis para
reconstruir sociedad e instituciones, será necesario un nuevo pacto social, lo
cual requerirá de múltiples pactos a múltiples niveles, salvo creer en la
fantasía de reunir un voto del 95% en todos los ámbitos de la sociedad, sea en
la fábrica, en el pueblo, en la capital, en aquella Comunidad, o en el
Parlamento. Pactar, depende de la correlación de fuerzas y no solo de la
voluntad o deseos de un interlocutor, pero además se verá influido por el
talente de la relación. Enfrentarse a todos los adversarios políticos, está
limitando opciones de futuro, y salvo para los frikis que creen que se puede
vencer a los contrarios y derrotarlos totalmente hasta hacerlos desaparecer,
cualquiera que esté en la política a cualquier nivel, debería saber que tendrá
que negociar diariamente casi todo lo que haga, dentro y fuera de su grupo de
actividad.
Dados los
vínculos convendría estudiar–aquí de forma sintética- el ejemplo de Varoufakis,
intelectual y ministro de economía griego, intentando renegociar mejores
condiciones de financiación para Grecia; sus propuestas de nuevos bonos
referenciados al crecimiento griego para cambiarlos por los de la deuda con la
UE y la dirigida al BCE con intercambio de la actual deuda por bonos perpetuos,
al margen de que fueran buenas o malas ideas, la forma –además del poco soporte
de otras medidas complementarias- ha provocado una reacción del BCE consistente
en declarar inaceptables los bonos griegos como activo colateral para obtener
los créditos bancarios que dotan de liquidez a la banca, lo cual va a perjudicar
gravemente a millones de griegos, al limitar y encarecer su financiación. Una
acción política no mejora objetivos por basarse en buenos deseos, requiere
además una táctica, y un talante adecuado con los interlocutores que facilite
apoyos y despeje el camino al objetivo.
Antes de seguir
mejor detenerse un momento por el asunto de las élites para precisar el
contexto de la necesidad de pactos. En cualquier tiempo los pactos sociales de
cualquier sociedad los ejecutan las élites, nunca los firman millones de
personas sentadas en una mesa, o fueron negociados por miles de individuos en
una plaza…los cuerpos dirigentes, son las élites de una cadena cuyos eslabones
forman otras élites, sean grupos sociales, partidos políticos, sindicatos,
grupúsculos, movimientos, ONG’s, etc. ellos asumen, representan, recogen,
centralizan, iteran con miles de personas a su alrededor, activistas –también
élites en su entorno- que a su vez iteran con otros miles, etc. al final hay
unos cuantos individuos que representan a conjuntos más amplios, esto pasó en
el postfranquismo. La transición no fue un camino de rosas, aquello no fue negociado entre una docena de individuos con el Rey a la
cabeza al margen de las masas, como
se decía entonces, la ciudadanía se diría hoy. Reconvertir la sociedad
franquista costó mucho sufrimiento, lágrimas y mucha sangre.
En aquellos
tiempos de la Transición el pacto social lo negociaron unas élites, porque
tales eran los dirigentes de los partidos políticos, sindicales, fuerzas
económicas, grupos franquistas, fuerzas internacionales… élites que estaban
siendo condicionadas y presionadas por cientos de miles de personas,
movilizadas, alimentadas, dirigidas, coordinadas, impulsadas… por otras élites,
eslabones de la cadena que no estábamos en las mesas negociadoras con las
figuras más públicas y conocidas del momento, pero dirigíamos partidos y
sindicatos, cuyos militantes en grupos y grupúsculos estábamos insertos en
empresas y calles, universidades y barrios… Los dirigentes de grupos
izquierdistas, sus comités de dirección eran élites dirigentes respecto a esos
grupos, los dirigentes vecinales lo eran respecto a los activistas de barrios,
que a su vez lo eran respecto a conjuntos amplios de vecinos, los líderes
sindicales, eran élites respecto a sus militantes que lo eran respecto a sus
afiliados, que lo eran en relación a sus compañeros de trabajo, etc.
La construcción
de una organización, o la preparación de una movilización la realizan unos
pocos individuos, igual da mirar a la izquierda o la derecha, en el pasado o en
el presente. Montar una manifestación, una huelga,… requiere mucha preparación
que realizan élites de activistas, acción a la que se irán sumando otros grupos
de individuos hasta plasmarse sumados todos ellos en la gran acción visible con
miles de personas. Nunca serán esos miles quienes firmen pactos, negocien leyes
específicas, dirijan el gobierno, asistan a las cumbres europeas, organicen la
policía, etc. etc. desde luego, esos miles de personas influirán en las
decisiones de sus respectivos dirigentes, que éstos aceptarán en mayor o menor
grado. La capacidad de influencia dependerá de las presiones, de la fuerza
desplegada de la mayor o menor proximidad, de los medios organizativos que lo
permitan en mayor o menor medida, múltiples aspectos influirán en los eslabones
de la cadena de élites entre los cuales estarán presentes no solo las presiones
de los próximos, también las de los adversarios y otros poderes.
La cuestión a
entender de la democracia, es que la representativa es una forma válida, útil,
para deliberar y decidir, no se conocen parlamentos o gobiernos, cuyas
deliberaciones se celebren abiertas en plazas en las que participen decenas de
miles de ciudadanos. Las asambleas se celebran en todas partes pero no todas
juntas, sería impensable reunir asambleas de millones de personas además de
poco útil y perjudicial para discutir temas concretos y tomar decisiones, que
hubieran permitido previamente amplia capacidad deliberativa. Resulta más
sencillo y es útil agrupar deseos, intenciones, propuestas etc. a través de
cadenas de representación delegada, y de otros medios entre los cuales hoy
destaca sobremanera el uso de internet. En este sentido, las élites de Podemos
–concentradas y vinculadas a entornos profesorales universitarios- lo
construyeron inicialmente bajo unas premisas a las que el resto aceptaron
sumarse y continuar, ellos trazaron las líneas estratégicas de línea política y
de carácter organizativo, definieron líneas de alianzas, y definen
constantemente táctica y estrategia, etc. y celebran sus reuniones
diferenciadas, separadas de las asambleas generales, o de los círculos de
barrios, como en casi todo grupo humano. Esas élites tendrán la responsabilidad
por su capacidad de influencia, en abrir o cerrar puertas a actuaciones y
corrientes que faciliten o perjudiquen negociaciones que posteriormente
necesitarán realizar en cualquier nivel de actividad.
(Lo anterior está
escrito en Enero
de 2015, mucho parece haber cambiado todo en unos meses, aunque la necesidad
de pactos solo ha hecho que reafirmarse, y no solamente por intentar formar
gobiernos, sino porque las salidas posibles a la crítica situación de ‘nueva
normalidad’ que vivimos solo podrán intentar hacerse realidad con amplios
consensos entre partidos que gobiernen o no, de lo contrario serán intentos de salidas inestables sin posibilidad de consolidarse.)