Revista Opinión

Capacidad de pactar. Necesidad para encontrar salidas

Publicado el 18 diciembre 2015 por Manuhermon @manuhermon
La ventaja comparativa percibida por simpatizantes y militantes, es que las élites de Podemos habían logrado su marginamiento del sistema, o una apariencia de estar en las inmediaciones del mismo. Les resultó muy positivo su capacidad para separarse del resto de fuerzas y de las élites político-económicas, -la casta, los malos-, alejados de ellos les permite mostrarse al otro lado, inmaculados, sin historia reciente de sufrimientos, errores y corrupción, se sitúan en el otro conjunto del relato, -el pueblo, los buenos-. La simplificación de abajo-arriba, buenos y malos, -tan cercana a las religiones-, históricamente ha dado siempre excelentes resultados para movilizar y sumar voluntades; aunque no fuera útil de cara a resolver problemas, y dificultara la convivencia.
Su merma en la capacidad de pactos y relaciones podría ser un grave problema y el que más directamente depende de ellos para ser resuelto. Las élites de Podemos se están metiendo en un pozo voluntariamente, aislándose del resto de élites de la sociedad española y de su propia gente a la que no están preparando para entender los pactos que necesariamente van a realizar porque será dificilísimo obtener por encima de un 30% de los votos; luego será complicado de explicar la boutade de maldecir pactos con la socialdemocracia y aprobarlos con la extrema derecha, - como Syriza en Grecia-. La mayoría social a que se hace referencia continuamente, se situará en el entorno de un tercio de votantes, -Syriza menos del 37% de votos- lo cual significa la existencia del doble de individuos no seguidores, otros dos tercios de adversarios y enemigos.
La capacidad de pactos de Podemos se está viendo perjudicada por su actitud contra el resto del mundo, y dado que no es probable una victoria por amplia mayoría absoluta, serán necesarios acuerdos de gobierno para poner en  marcha los cambios necesarios, y eso en todos los niveles, locales, autonómicos y nacional, por tanto el problema afecta a las élites de esos diferentes niveles. Ítem mas, en cualquier sociedad moderna es necesario negociar habitualmente con poderes económicos y políticos, nacionales e internacionales, sean afines o contrarios. ¿Alguien se imagina que pueda empezar a resolverse el grave asunto del paro sin un pacto nacional por el empleo en el que participen sindicatos, patronales, todos los partidos…? ¿Sin pactos que reduzcan adversarios y neutralicen enemigos no podrá embridar a las empresas energéticas? Lo que será necesario para impulsar crecimiento domando los costes energéticos. Poner en marcha una reforma fiscal profunda, requiere la participación de diversas fuerzas, incluidos apoyos europeos, plantearse programas de I+D+i, reencauzar el estado de bienestar, reindustrializar España, las relaciones con Europa, etc. etc. todo ello necesita mayorías muy amplias para poderse realizar -a veces de 2/3 o 3/5-  y lo que es más importante requiere amplias mayorías para que los cambios sean estables y por tanto resulten eficaces.
En el caso español, la situación de deterioro social e institucional es muy grave, como los diagnósticos recogen, por tanto y según sus propios análisis para reconstruir sociedad e instituciones, será necesario un nuevo pacto social, lo cual requerirá de múltiples pactos a múltiples niveles, salvo creer en la fantasía de reunir un voto del 95% en todos los ámbitos de la sociedad, sea en la fábrica, en el pueblo, en la capital, en aquella Comunidad, o en el Parlamento. Pactar, depende de la correlación de fuerzas y no solo de la voluntad o deseos de un interlocutor, pero además se verá influido por el talente de la relación. Enfrentarse a todos los adversarios políticos, está limitando opciones de futuro, y salvo para los frikis que creen que se puede vencer a los contrarios y derrotarlos totalmente hasta hacerlos desaparecer, cualquiera que esté en la política a cualquier nivel, debería saber que tendrá que negociar diariamente casi todo lo que haga, dentro y fuera de su grupo de actividad.
Dados los vínculos convendría estudiar–aquí de forma sintética- el ejemplo de Varoufakis, intelectual y ministro de economía griego, intentando renegociar mejores condiciones de financiación para Grecia; sus propuestas de nuevos bonos referenciados al crecimiento griego para cambiarlos por los de la deuda con la UE y la dirigida al BCE con intercambio de la actual deuda por bonos perpetuos, al margen de que fueran buenas o malas ideas, la forma –además del poco soporte de otras medidas complementarias- ha provocado una reacción del BCE consistente en declarar inaceptables los bonos griegos como activo colateral para obtener los créditos bancarios que dotan de liquidez a la banca, lo cual va a perjudicar gravemente a millones de griegos, al limitar y encarecer su financiación. Una acción política no mejora objetivos por basarse en buenos deseos, requiere además una táctica, y un talante adecuado con los interlocutores que facilite apoyos y despeje el camino al objetivo.
Antes de seguir mejor detenerse un momento por el asunto de las élites para precisar el contexto de la necesidad de pactos. En cualquier tiempo los pactos sociales de cualquier sociedad los ejecutan las élites, nunca los firman millones de personas sentadas en una mesa, o fueron negociados por miles de individuos en una plaza…los cuerpos dirigentes, son las élites de una cadena cuyos eslabones forman otras élites, sean grupos sociales, partidos políticos, sindicatos, grupúsculos, movimientos, ONG’s, etc. ellos asumen, representan, recogen, centralizan, iteran con miles de personas a su alrededor, activistas –también élites en su entorno- que a su vez iteran con otros miles, etc. al final hay unos cuantos individuos que representan a conjuntos más amplios, esto pasó en el postfranquismo. La transición no fue un camino de rosas, aquello no fue negociado entre una docena de individuos con el Rey a la cabeza al margen de las masas, como se decía entonces, la ciudadanía se diría hoy. Reconvertir la sociedad franquista costó mucho sufrimiento, lágrimas y mucha sangre.
En aquellos tiempos de la Transición el pacto social lo negociaron unas élites, porque tales eran los dirigentes de los partidos políticos, sindicales, fuerzas económicas, grupos franquistas, fuerzas internacionales… élites que estaban siendo condicionadas y presionadas por cientos de miles de personas, movilizadas, alimentadas, dirigidas, coordinadas, impulsadas… por otras élites, eslabones de la cadena que no estábamos en las mesas negociadoras con las figuras más públicas y conocidas del momento, pero dirigíamos partidos y sindicatos, cuyos militantes en grupos y grupúsculos estábamos insertos en empresas y calles, universidades y barrios… Los dirigentes de grupos izquierdistas, sus comités de dirección eran élites dirigentes respecto a esos grupos, los dirigentes vecinales lo eran respecto a los activistas de barrios, que a su vez lo eran respecto a conjuntos amplios de vecinos, los líderes sindicales, eran élites respecto a sus militantes que lo eran respecto a sus afiliados, que lo eran en relación a sus compañeros de trabajo, etc. La construcción de una organización, o la preparación de una movilización la realizan unos pocos individuos, igual da mirar a la izquierda o la derecha, en el pasado o en el presente. Montar una manifestación, una huelga,… requiere mucha preparación que realizan élites de activistas, acción a la que se irán sumando otros grupos de individuos hasta plasmarse sumados todos ellos en la gran acción visible con miles de personas. Nunca serán esos miles quienes firmen pactos, negocien leyes específicas, dirijan el gobierno, asistan a las cumbres europeas, organicen la policía, etc. etc. desde luego, esos miles de personas influirán en las decisiones de sus respectivos dirigentes, que éstos aceptarán en mayor o menor grado. La capacidad de influencia dependerá de las presiones, de la fuerza desplegada de la mayor o menor proximidad, de los medios organizativos que lo permitan en mayor o menor medida, múltiples aspectos influirán en los eslabones de la cadena de élites entre los cuales estarán presentes no solo las presiones de los próximos, también las de los adversarios y otros poderes.
La cuestión a entender de la democracia, es que la representativa es una forma válida, útil, para deliberar y decidir, no se conocen parlamentos o gobiernos, cuyas deliberaciones se celebren abiertas en plazas en las que participen decenas de miles de ciudadanos. Las asambleas se celebran en todas partes pero no todas juntas, sería impensable reunir asambleas de millones de personas además de poco útil y perjudicial para discutir temas concretos y tomar decisiones, que hubieran permitido previamente amplia capacidad deliberativa. Resulta más sencillo y es útil agrupar deseos, intenciones, propuestas etc. a través de cadenas de representación delegada, y de otros medios entre los cuales hoy destaca sobremanera el uso de internet. En este sentido, las élites de Podemos –concentradas y vinculadas a entornos profesorales universitarios- lo construyeron inicialmente bajo unas premisas a las que el resto aceptaron sumarse y continuar, ellos trazaron las líneas estratégicas de línea política y de carácter organizativo, definieron líneas de alianzas, y definen constantemente táctica y estrategia, etc. y celebran sus reuniones diferenciadas, separadas de las asambleas generales, o de los círculos de barrios, como en casi todo grupo humano. Esas élites tendrán la responsabilidad por su capacidad de influencia, en abrir o cerrar puertas a actuaciones y corrientes que faciliten o perjudiquen negociaciones que posteriormente necesitarán realizar en cualquier nivel de actividad.
(Lo anterior está escrito en Enero de 2015, mucho parece haber cambiado todo en unos meses, aunque la necesidad de pactos solo ha hecho que reafirmarse, y no solamente por intentar formar gobiernos, sino porque las salidas posibles a la crítica situación de ‘nueva normalidad’ que vivimos solo podrán intentar hacerse realidad con amplios consensos entre partidos que gobiernen o no, de lo contrario serán intentos de salidas inestables sin posibilidad de consolidarse.)

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