He de reconocer que me gusta Michael Moore. Mejor dicho, me gusta lo que cuenta. Desde que ví su documental “Bowling for Columbine” me interesé por sus trabajos anteriores, así como los que fué haciendo posteriormente. No es que haya inventado la pólvora ni nada parecido, pero la crítica mordaz y sin tapujos condimentada con algo de humor nunca viene mal. De ahí que algunos de sus documentales te puedan hacer reir al mismo tiempo que derramar alguna que otra lagrimita por lo injustas que son las cosas en la vida que nos rodea.
Pero no todo lo que reluce es oro. Briony lo comentó en su reseña de “Sicko”. Y es que Moore tambien puede llegar a manipular las cosas a su antojo, no en vano sus documentales dan “su visión” de la vida americana. Con lo que hay que estar atento del mensaje que nos ofrece y lo que podemos ver/ leer entre líneas. Aunque como suele decirse, no hay que matar al mensajero si el mensaje no es de nuestro agrado.
Sucedió lo mismo con Al Gore. Cuando su documental “Una Verdad Incómoda” salió a la palestra, no pocos fueron los que criticaron la hipocresía del político. El cual advertía del peligro del cambio climático, provocado por el hombre, mientras que él iba en su jet privado (con la consiguiente contaminación, la cual él criticaba) a las conferencias de turno por las cuales cobraba un pastón. Critico algo pero al mismo tiempo lo hago, más o menos sería eso. Aunque el mensaje que ofrecía dicho documental no tenía que estar mermado por los defectos de su interlocutor.
A Moore le puede pasar algo parecido. Hay que distinguir entre lo que es su persona, el cual ni muchos menos es perfecto, y lo que ofrece en sus documentales. Su visión particular de las cosas, documentada y con imágenes impactantes, a la vez que ácidas, no deja de ser eso. Los temas que toca no son precisamente “cómodos”, y ahonda en los más profundo del sistema de vida americano. Y es que es normal vender lo bonito, lo sucio no vende ni interesa enseñarlo. Así que Moore practicamente se dedica a eso, a sacar los trapos sucios de su país y mostrarlos al resto del mundo, particularmente a sus compatriotas. ¿Algo que objetar? Absolutamente nada. Lo que nos enseña no es parte de la imaginación de alguien que quiere sacar dinero (Moore precisamente se habrá hecho de oro con sus documentales) al mismo tiempo que denuncia algo, está ahí. Los que vivan bien y no tengan los problemas que vemos en sus documentales seguro que alucinarán con lo que ven y pensarán que el director de “Roger and Me” se pasa de la raya. Evidentemente si en España enseñas un documental donde vemos robos, gente durmiendo en los cajeros automáticos o mujeres maltratadas, parecerá que nuestro país está a punto de acabarse, y no es así. Pero tampoco sería infiel a una relidad existente.
Ahora Michael Moore intenta enseñarnos la razón de por qué hemos llegado a esta espantosa crisis mundial. Habla del Capitalismo y sus males, de los republicanos, ofrece la opinión de algunos representantes de la Iglesia al respecto, gente que va a ser deshauciada de sus casas, empresas que contratan seguros para sus empleados sin que ellos lo sepan y acaban forrándose, lo mal que se pagan a los pilotos de avión, etc. Una mirada a multitud de temas que puede provocar más de un fruncimiento de cejas al más valiente. Por desgracia, lo que tanto llamó la atención en algunos de sus documentales (sobre todo en “Bowling for Columbine”) acaba convirtiéndose en “repetición”. Repetición de esquemas. De nuevo esos fragmentos de la vida pasada americana o de películas de hace décadas hacen acto de presencia. Siguen siendo divertidos y a la vez demuestran la ingenuidad que se puede llegar a tener. Y es que Moore no se ha reciclado en ese aspecto. No avanza. Se queda en lo que hace años que nos lleva ofreciendo. No es el tema que toca lo que tendría que cambiar, que lo hace, si no el envoltorio. Ya que por mucho que te guste puede llegar a aburrir por pensar que sigue un camino demasiado establecido y fácil.
El sonrojo por las cantidades de dinero que manejan los “de arriba” y la escasez de los “de abajo” seguirá sacando de quicio al más pintado. Incluso vuelve con las declaraciones de la gente de la calle. Esas donde las preguntas de Moore y un primer plano de las víctimas de la sociedad (indignadas, con voz temblequeante y a veces llorando) acaba recordándonos a un programa de televisión de la prensa rosa. Esos en los cuales fulanito de tal acaba conociendo al padre que nunca tuvo y acaban fundiéndose en un abrazo eterno. Al lado la fregona para extinguir las miles de lágrimas que han derramado. Mientras la presentadora dice eso de: “Tranquilos, tomaos vuestro tiempo. Es normal que esteis así”. De reojo seguro que mira el ranking de audiencia ante tal fenómeno mil veces visto.
Como digo, el documental en sí, lo que denuncia, lo que nos ofrece, lo que podemos acabar dilucidando si separamos la manipulabilidad de algunas cosas, es interesante. Tanto por el histórico que hace como por los datos que puede aportar. Pero otra cosa es que acabemos viendo algo diferente, algo que lo distinga del resto de la filmografía de Michael Moore. Quizás tenga que replantearse si hacer documentales “en serie” no puede llegar cansando.
Fdo: Snake