Revista Arte

Capitanes ingrávidos

Por Anxo @anxocarracedo

Die Grenzen meiner Sprache
bedeuten die Grenzen meiner Welt.

(Ludwig Wittgenstein: Tractatus
Logico-Philosophicus §5.6).

Dramatis personae:

  • Capitán/a Lovejoy (CL).
  • Capitán/a Serendipity (CS).
  • Ludwig Wittgenstein (LW).
Interior. Sala de convivencia de la nave interestelar 'Body and Soul III'. A través de un gran ventanal puede verse el trabajo de un módulo de retirada de chatarra espacial, tarea delicada ejecutada por la Unidad Militar de Emergencias y que guarda un melancólico parecido con la pesca con nasas, tal como esta solía practicarse en el noroeste de Iberia (Tierra).

CL: Tenemos que hablar de tu problema.

CS: ¿Qué problema?

CL: Pues el tuyo.

CS: No sé a qué te refieres.

CL: Al margen de tu problema, tu otro problema es que te empeñas en negar el problema.

CS: Así que mi problema es que niego un problema que desconozco.

CL: No. Tu problema principal es ese que dices desconocer. El otro, el de la negación, es un problema sobrevenido que perfectamente podríamos ahorrarnos, pero depende de ti.

CS: Al final todo depende de mí.

CL: No todo, pero sí el principio. Si accedieras a que habláramos de tu problema, podríamos empezar a encontrar una solución.

CS: ¿Cómo podría hablar de algo que desconozco por completo?

CL: Si te obstinas en decir que desconoces el problema, nunca vas a poder afrontarlo. Debes romper el círculo de la negación.

CS: Donde yo niego, tú afirmas. Me pides que cambie mi no por tu sí. Me pides que tome una decisión completamente arbitraria. No veo salida.

CL: Lo que te pido es que abandones por un momento tu visión parcial y trates de adoptar un punto de vista diferente. El mío, por ejemplo. Te hará bien. Al menos ampliará tu mundo.

CS: ¡Basta! Apelo a Ludwig Wittgenstein: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Por lo tanto, solo existe aquello de lo que puedo hablar o, forzando un poco las cosas, aquello de lo que de hecho hablo o, forzándolas otro poco más, aquello de lo que me da la gana hablar.

CL. ¿No te parece que es demasiado forzar?

CS. Tal vez sí. Empiezo a sentir fatiga. Será la ingravidez.

CL: Será, pero lo que Wittgenstein quiso decir es muy diferente. Wittgenstein dijo que, respecto a aquello de lo que no se puede hablar, es mejor callarse, pero nunca se atrevió a decir que careciera de existencia ni de relavancia. Además, se refería al lenguaje como un recurso compartido, no como un recinto privado que cada uno administra según le conviene.

CS: De acuerdo. Aquello de lo que no se puede hablar existe, Wittgenstein acabó por admitirlo, pero lo relegó al campo de lo místico. Y a lo místico es difícil aplicar procedimientos racionales, como el diálogo. Ante lo místico solo cabe pasmar.

CL: De acuerdo entonces. Pasmemos.

CS: ¿Cómo si estuviéramos de resaca viendo el amanecer?

CL: Estamos viajando por el espacio, aquí ni amanece ni hay puestas de sol.

CS. Podemos imaginarlo.

CL: De acuerdo, imaginémoslo.

LW: Discúlpenme, he oído que mencionaban mi nombre. Tal vez pueda ayudarles si tienen algún problema de naturaleza lógica-filosófica.

CL: Llega usted tarde, acabamos de alcanzar un acuerdo.

LW: Les felicito. Podrían celebrarlo comprándome un cupón. Se sortea esta misma noche.

CS: Lamento que haya usted acabado vendiendo cupones.

LW: No se crea, es el cupón de los filósofos All Star. Son 250.000 euros al boleto ganador. Hay que acertar número y serie.

CS: De acuerdo, denos ese cupón y apártese, que estamos contemplando el amanecer.

Capitanes ingrávidos

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