Sin quererlo ni beberlo he vuelto a juntarme con cuatro novelas en mis manos, cuatro historias que me inspiran mucha confianza, cuatro mundos que creo que podré vivir como si fueran el lugar donde siempre he vivido. Y vale, puede que haga trampa porque dos de ellos ya los he visitado con anterioridad, pero eso no quita que me muera de ganas por retornar a ellos. Bienvenidos a la tercera edición de capítulo 0 en El Rincón de las Páginas.
Capítulo 0 | Eduardo Mendoza, Iria G. Parente, Selene M. Pétalos, Margaret Atwood…
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Las barbas del profeta de Eduardo Mendoza
Como muchos niños de la posguerra española, Eduardo Mendoza estudió una asignatura denominada Historia Sagrada, resumen e ilustración de algunos pasajes de la Biblia que hicieron nacer en él la fascinación por la palabra escrita y por los mundos de ficción, además de enseñarle a distinguir entre lo real y lo imaginario. No exagero al afirmar que la Historia Sagrada que estudié en el colegio fue la primera fuente de verdadera literatura a la que me vi expuesto. Basado en sus recuerdos y en la certeza de que una sociedad se explica mejor si no se desvincula de sus mitos fundacionales, Eduardo Mendoza repasa algunos pasajes, como el de la serpiente que tienta a Eva, la expulsión de Adán y Eva del paraíso, la muerte de Caín a manos de Abel o el sacrificio de Isaac y muchos más, así como algunos episodios centrales del Nuevo Testamento. Al hacerlo, y sin perder nunca el hilo de la narración, va reflexionando sobre los ángeles, sobre la creencia y la incredulidad, sobre la moral y la ética, o sobre cómo el arte ha tratado estos asuntos. Las barbas del profeta, texto inédito del autor, es un viaje a la tierra de José y sus hermanos, de Salomón,…
Me llama poderosamente la atención lo que alguien de la calidad de Eduardo Mendoza puede crear a partir de un viaje por los pasajes más importantes y famosos de la Biblia. Ya solo con su sinopsis aprendí que en España, tras la Guerra, se estudiaba Historia Sagrada en los institutos, así que espero encontrarme una fuerte retrospectiva de la situación. Como si la hubiese vivido yo.
Este libro fue un regalo. El premio que recibió el escritor le ha hecho aparecer en posiciones destacadas en toda librería y no tengo ninguna duda de que se lo merece. Durante mi etapa estudiantil fue mi escritor favorito y hacía tanto que no me perdía en sus páginas, que ya echaba en falta tener la posibilidad de sentir su humor agudo.
Todavía me acuerdo de ese año en el que estaba firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid y yo quise acercarme. Sin embargo, había horas y horas de cola, así que acabé rindiéndome.
Cuentos de la criada de Margaret Atwood
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Conocí esta novela en el canal de Libros de Maria Antonieta —persona a la que le tenemos que agradecer que se haya expandido por muchísimos blogs y canales— y con solo oír su sinopsis y la dura crítica social que se construyó a partir de ella ya sabía que iba a tener que leerla pronto.
La distopía es el género literario con el que más he aprendido y después de haber leído a las obras consideradas como las más grandes del género tuve el miedo de no poder volver a encontrarme historias que pudieran abrumarme tanto. Sin embargo, con esta novela tengo el presentimiento de que eso sucederá.
No la tengo en formato físico porque los precios eran desorbitados (ahora hay una nueva edición), así que lo disfrutaré en mi compañero de batallas electrónico —que últimamente está cogiendo demasiado polvo—.