Le estaba costando llegar, tal vez...quizás...simplemente no deseaba llegar. No quería confirmar lo que Ethan le había contado y sabía que era lo que inevitablemente iba a pasar en cuanto alcanzara el Pabellón de los Guardianes. Se detuvo para coger aire con el que enfrentarse al último repecho con fuerza y con los ojos cerrados y el flequillo rebelde de Ethan se cruzó fugaz. Se vió a sí misma sentada frente a él y notando su atención plena, sin perderse detalle,mirándola con intensidad porque todo en él era así, vivía el momento. Ahora comprendía por qué, no podía hacer planes, simplemente el momento era lo mejor que poseía y había elegido compartilo con ella
Eran libres, eran sólo ellos dos...
Sólo que un invitado insospechado había hecho acto de presencia y el dulce y enigmático Ethan se había convertido en el Principe Ethan, atado a tradiciones apolilladas igual que el reino de su padre.
Habían llegado a hablar del destino en aquellas tardes interminables sentados en la cottage? probablemente sí. Desde luego que sí, lo habían hecho y el plomo de la propia presencia de lo inevitable le había hecho cambiar, una sombra se había apoderado de él haciendo desaparecer la chispa de sus ojos. Lady Marigem no fue consciente de toda su importancia en aquel momento y sin embargo no había podido ser más claro. Ethan sabía que la tormenta se acercaba y que era imposible zafarse. Tenía que conseguir que ella le odiara, sería más fácil para ella. De nada servía esconderse, debía irse cuanto antes...
Marigem pudo revivir el último día a su lado. Sin embargo no quería, iba a cambiar lo que Ethan creía que era inamovible, esa era la primera de las muchas lecciones que iba a enseñarle. Estaba decidida a hacerle regresar. Y sabía cuándo iba a producirse ese momento mágico.
Con un movimiento enérgico se levantó, quedaba poco para llegar al Pabellón y menos aún teniendo claro su objetivo.
Poco a poco Jatte se preparaba para vencer
To be continued...
Rosemunde Lovelace