Así suelen comenzar los libros que leemos, una vez que pasamos la parte de las dedicatorias y de la introducción, si la hubiere. Otros prefieren buscar empaques alternativos del pensamiento y no ceñirse a moldes. Quizá porque, si pensamos en nuestra propia vida, ¿dónde comienza el Capítulo I? ¿Acaso ya dentro del útero materno? ¿O quizá cuando la primera bocanada de aire atravesó nuestros pulmones? ¿Eso quiere decir que ya no hay vuelta atrás, que la vida es una sucesión de capítulos hasta que escribimos la palabra Fin?
Quizá es más posible que nuestra vida sea como esa Rayuela de Cortázar, susceptible de leerse de múltiples maneras, y de recuperar un inicio diferente. Aquel/aquella que haya vivido un poco ya sabrá que hay tantos primeros capítulos como momentos en la vida que nos quitan la respiración.
Pensaba en esto porque hoy, por casualidad, ví la película En busca de la felicidad. Es fácil entender por qué es una película que ha ido ganando en éxito con el paso de los años, y con la que hoy muchos/as podemos sentirnos identificados.
Con todo, si hacemos un resumen del esqueleto sería relativamente sencillo. Capítulo I: un hombre y su hijo se encuentran en una situación desesperada. Sucesión de capítulos en los que el hombre busca lograr su sueño para dotar así de un futuro a su hijo (o al menos de un techo en el que cobijarse). El hombre logar cumplir su sueño, y más allá, porque consigue el éxito económico como nos desvela el epílogo narrado por escrito. Fin.
“Esta parte de mi vida, este pequeño momento de mi vida lo llamo Felicidad”.
Nuestras vidas son más complejas, así como el contenido de la propia película. Ese es el fin de una historia, de una parte de su vida, pero no es “su vida”. De hecho, es el Capítulo I, del comienzo de su sueño, porque no nos cuentan el capítulo II. Quizá eso sea lo que más frecuentemente se nos olvida, cuando nuestra propia vida da un vuelco o cuando la misma historia narrada de la misma manera no parece tener fin.
Hoy es el Día del Libro. Estanterías, hojas de papel y tinta digital plagadas de historias, de capítulos y de finales. Nuestra propia historia no cabe en un sólo libro. Pero quizá hoy puede ser un buen día para comenzar con uno de nuestros primeros capítulos. Porque al fin y al cabo, como no conocemos el fin, no podemos valorar en qué punto de la historia estamos. Así que mejor nos quedamos en el capítulo uno.
Hoy puede ser un buen día para comenzar un libro pleno de Primeros Capítulos y de puertas abiertas, sólo de Capítulos I que duren lo que sea, que ya comenzaremos otro Capítulo Uno. ¿Por qué no?