Gastar mis dedos escribiendo acerca de la pérdida de ecosistemas en Posadas lo considero a esta altura de los acontecimientos una pérdida de tiempo, lo que si voy a mencionar es que lentamente la fauna vuelve a ocupar espacios, aquí por lo menos queda algo de árboles en una pequeña franja de la costa del arroyo, y el Carau en particular suele frecuentar los mismos para posarse; desde hace unos tres meses venimos registrando a esta especie en este sector de Posadas y esperamos que se quede.
Las fotografías fueron obtenidas durante el día de hoy en las primeras horas de la mañana.
El Carau dio origen a una de las leyendas mas lindas del norte de la Argentina; es el eterno huérfano, antes hijo pródigo, que un día, por los placeres del baile olvidó a su madre enferma, y la perdió para siempre siendo convertido por TUPÁ, en un ave, que vaga, siempre de luto, lamentando su muerte y repitiendo en un grito carau…carau…carau…
Se cuenta (desde hace mucho tiempo) que carau era un buen hijo, muy casero, pero que cierta vez cuando su madre estaba enferma, salió en busca de remedios y dio con una casa donde había un baile; allí se entusiasmó olvidándose del motivo de su salida y cuando vinieron a avisarle que su madre había muerto siguió bailando y bailando nomás, luego de comentar.. “Para llorar siempre hay tiempo”.
Cuando se cansó de danzar, volvió a su rancho, enterró el cuerpo de su madre y salió a llorarla, por los esteros de la campiña correntina; de ahí su canto lastimero, carau…carau…carau…