Te sugerimos algunas cosas que no puedes dejar de ver o de comer en tu visita a Carcassone.
Carcassone es una ciudad accesible a la que resulta fácil llegar, bien en vehículo propio o bien en tren con la línea de Renfe SCCF a partir de abril.
Conocida por La Cité, es cierto que su parte medieval es la que más llama la atención. Sobre todo después de su reconstrucción.
Pero más allá de la antigua ciudad, Carcassone tiene mucho que enseñar y se convierte en una ciudad encantadora ideal para pasear y conocer más de su historia.
La parte vieja, por llamarla de alguna forma, se une con la parte nueva por un puente, construido encima del Río Aude. El puente original era de madera y fue sustituido por el actual en el S. XIV. A raíz de un conflicto bélico entre cristianos y protestantes de un lado de la ciudad y otro, se utiliza este punto de unión como símbolo, firmándose en el medio del puente todos aquellos acuerdos de paz que se llevaran a cabo.
Al pasar a la parte nueva, hay varias cosas que no puedes perderte. Una de ellas, es su mercado de producto fresco. Se celebra todos los martes, jueves y sábados en la Plaza Carnot, eje central de la Bastida. El sábado es el día más importante y es un espectáculo ver la plaza y sus alrededores llenas de producto para vender. Frutas y verduras, panes, mermeladas y quesos invaden la plaza hasta llegar al mercado central, un mercado cerrado, donde encontramos el producto que necesita refrigeración, como la carne y el pescado.
Si no pasáis allí un sábado, no faltará donde encontrar buenos quesos y un buen cassoulet. Los quesos más típicos de la zona son los cabra, aunque también encontramos de otro tipo. No se puede negar que, en Francia, es el producto rey. La Fromagerie Ferme (55 Rue de Verdun) y la Fromagerie Bousquet (28 Rue Chartrand) cercanas a la plaza son dos templos donde deben parase los amantes del queso. Otra de las cosas que no puede faltar en tu bolsa. Eso sí, ¡¡pide que te lo envuelvan bien!!
Además del queso, otro de los souvenirs gastronómicos imprescindibles es el cassoulet. Un plato típico y calórico de la zona que en Carcassone no falta. De hecho, se disputan su origen tres ciudades de la región: Castelnaudary, Carcassonne y Toulouse. Resulta muy típico luchar por la autoría en una receta tradicional de este tipo, pero hay que decir que nunca sabremos la verdad.
Para la elaboración del cassoulet se utiliza principalmente tocino, pato y judías de Castelnaudary, consiguiendo un guiso potente ideal para el invierno. Nunca sabremos dónde nació, pero lo que si sabemos es que es un plato que no puedes dejar de probar o de traer, ya que resulta muy fácil encontrarlo en lata o en bote de conserva para que puedas degustarlo en casa tranquilamente con una buena copa de vino.
Si quieres hacer un descanso y tomar algo informal en un bar a vins que que también es tienda delicatessen y restaurante, ves a Le Verre d’Un (2 Rue de Verdun) donde encontrarás casi de todo. Seguro que algo cae.
Y para recrearse la vista y pecar, hay que visitar la pastelería de Remi Touja, en la misma calle en el número 20. No te pasarán desapercibidos los dulces que veas en su pequeño escaparate, pero hay que tener cuidado de no pasársela de largo. En 2013, Remi fue Champion de France du Dessert y en 2016 abrió esta pastelería.
Otro alto en el camino, si estamos en temporada de trufa, es L’Atelier de la Truffe.
Para más información, podéis visitar la web de Turismo de Carcasonne