Importada a Europa sobre el año 1200, el cardamomo, oriunda de las selvas tropicales de India meridional, Sri Lanka, Malasia y Sumatra, en la actualidad se cultiva también en Nepal, Tailandia y América Central, siendo Guatemala el mayor productor mundial de esta planta que puede llegar a alcanzar los cuatro metros de altura y de la que solamente se utiliza sus semillas.
Es un ingrediente elemental en la cocina india, donde se usa para la elaboración de curry o Massala y el cocinado de arroces, aunque también se emplea en otros países como en México, Egipto y en Oriente Medio, donde se mezcla con los granos de café.
El cardamomo se utiliza como especia con las siguientes propiedades:
- Carminativa, lo cual significa que nos puede ayudar a expulsar los gases del tubo digestivo (es una de las plantas digestivas por excelencia).
- Antiespasmódica.
- Provoca la secreción de saliva.
- Es una buena aliada para combatir la halitosis o mal aliento.
- Beneficiosa para la recuperación de las hemorroides.
- Ayuda a tener apetito.
- Aromática.
Tiene un aroma muy parecido al de los cítricos, debido a uno de sus aceites esenciales –el limoneno– y su sabor es también ligeramente picante. Entre sus componentes encontramos también cineol, el cual le otorga propiedad expectorante y añade al aroma antes mencionado toques de eucalipto.
Poco a poco, se va incorporando a la cocina europea, pero como más se ha conseguido dar a conocer esta semilla es con su empleo ya archipopular en el preparado de Gin Tonic, donde se utiliza como botánico y confiere un sabor particular, jugando con varios elementos, según el tipo de ginebra empleada. En este caso, el cardamomo que se usa es el verde, del cual existen dos tipos: el Mysore (de un color verde más intenso y más alargado) y el malabar (con frutos más redondos y cuya vaina tiene un color verde más claro, tirando a blanquecino, y que es el de la foto que ilustra este post).
Nota: Consulta todas nuestras recetas con cardamomo