Caridad

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Por fin parece que se impone la cordura y TVE dejará de emitir “Entre todos”, el programa de telecaridad presentado por Toñi Moreno. A veces, el enfado, el poder ciudadano da sus frutos. Es algo en lo que les insite una y otra vez a sus alumnos. En el poder de la información, de verbalizar las cosas que nos gustan pero, sobre todo,  denunciar aquellas que no nos gustan. Los espectadores son lo único que tienen las cadenas de televisión. Y les tenemos cogidos por el mando. Somo s más poderosos de lo que creemos. También en las urnas.

De acuerdo que las redes sociales son un espejismo, que no representan a la mayoría de la población, pero sirven para tomar el pulso a un país, al menos, sobre ciertos aspectos. Y la comunicación es uno de ellos. “Entre todos” no gustaba. Levantaba ampollas. Ya vimos algo similar con el programa “La noria” en su intento de entrevistar a la madre de El Cuco y la respuesta airada de tuiteros que consiguieron, ahí es nada, espantar a los anunciantes que hacían posible que el programa se emitiera cada sábado.

Toñi Moreno. Foto: TVE

El caso de “Entre todos” es diferente pero no por ello deja de ser menos obsceno. Es caridad televisada en tiempo real. Es inmoral. Es mezquino. Hace espectáculo del drama ajeno. Por fin, TVE decide que no volverá el show a su parrilla tras el descanso estival, con una nueva temporada. Ya no sabe tanto si por las críticas como porque costaba más de las migajas que recaudaba o por su pírrica cuota de pantalla. Ni la obscenidad de las lágrimas consigue remontar la debacle de audiencia de la televisión pública. No importa.

La cuestión es que se acaba este programa buenista. Que parasitaba el modo de ser de los españoles: generoso, paternalista, con un tejido social y familiar que no deja caer al desfavorecido. La misma red que permite a cientos de familias vivir de la pensión de la abuela, como se encargó de recordarnos Campofrío. Pero ése, señores, no es el cometido de una televisión pública que sí pagamos entre todos. Es el cometido de un gobierno. Legislar para que nadie se vea obligado a mendigar en directo.