En los diarios de hoy -entre ellos el propio Clarín- los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble publicaron una solicitada en la que dijeron estar “preocupados” por la situación procesal del caso que los tiene como protagonistas y que lleva ocho años dando vueltas en la justicia. Dijeron que los estudios de ADN del Banco Nacional de Datos Genéticos “no nos ofrecen garantías de seguridad e imparcialidad”.
Confieso que me resulta extraño leer el apellido Noble en el nombre de ambos hijos adoptados, según el ex juez Roberto Marquevich, “de forma totalmente irregular desde el principio al fin del trámite”, teniendo en cuenta que Roberto Noble (el fundador de Clarín) murió en 1969, siete años antes de que Ernestina les pusiera el apellido a sus hijos y herederos.
En 2003, Elías Jaján y su esposa, ex empleados tercerizados del Grupo Clarín, me contaron en un reportaje que publiqué en la revista Gatopardo, por entonces propiedad de un grupo editorial colombiano, cómo fueron contratados por uno de los tantos abogados poderosos del grupo para cortarle el paso de la herencia a Guadalupe Noble (hija real del fundador del diario que fue desarrollista) y el zigzagueo que dio aquella negociación tan bien narrada en el libro de Pablo Llonto “La noble Ernestina”.
Es decir que la adopción de Marcela y Felipe se dio en el marco de una disputa legal por la herencia de Noble entre Ernestina y Guadalupe.
Pero recordemos también el trámite de esas dos adopciones en 1976.
Según la versión de Herrera de Noble, quien estuvo imputada con falta de mérito en el expediente que siguió el ex juez Marquevich, en mayo de 1976 encontró una beba adentro de una caja en su casa de San Isidro. La investigación judicial demostró que ni la viuda ni la supuesta vecina que dijo ser testigo vivían allí. El segundo falso testigo, en teoría cuidador de la morada vecina, era chofer de confianza de los Noble y trabajaba en el diario Clarín. La falacia sobre el domicilio fue determinante para que interviniera la jueza Ofelia Hejt, de probada participación en una apropiación. La misma magistrada entregó en guarda al varón, sin determinar las circunstancias del nacimiento. La Justicia probó que nunca existió la supuesta madre que en los papeles lo entregó en adopción. Con esas pruebas, el juez Marquevich ordenó en 2002 la detención de Herrera de Noble, decisión que le costó su destitución en un juicio político impulsado por los abogados de Clarín.
Esta es la respuesta de Estela de Carlotto a la solicitada de Marcela y Felipe Herrera.
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo afirmó hoy que la causa judicial iniciada hace ocho años para establecer si los hijos adoptivos de la dueña del multimedio Clarín son hijos de desaparecidos “no es una cuestión política, sino de defensa de los derechos humanos”.
Carlotto pidió a Ernestina Herrera de Noble que “libere a los chicos” para que “piensen por sí mismos”.
En una solicitada aparecida hoy en cuatro matutinos, entre ellos Clarín, con la firma de Felipe y Marcela Noble Herrera, los hijos adoptivos de la dueña del multimedio dicen que “nunca tuvimos ningún indicio concreto de que podamos ser hijos de desaparecidos”.“Nosotros queremos encontrar a nuestros nietos”, respondió Estela de Carlotto al desvincular la búsqueda de Abuelas de hace más de 30 años a cuestiones políticas.
En declaraciones a Canal 7, Carlotto aclaró que “para las Abuelas, esta no es una pelea entre Gobierno y un medio. Esta causa se inicio hace ocho años y para nosotras no es una cuestión política sino de derechos humanos”.
“Le pido a la señora de Noble que libere a los chicos para que puedan pensar por sí mismos”, y consideró que “si no existe delito (de apropiación), nada va a pasar; y si son nuestros nietos, van a seguir viviendo como deseen.” “No somos apropiadoras”, enfatizó la titular de Abuelas de Plaza de Mayo cuya institución lleva recuperados 101 hijos de desaparecidos.
“Me pregunto por qué tanta perturbación en un proceso que tenía que haber sido tan simple como otros”, lamentó al aludir a los ocho años de demora de la causa judicial iniciada por Abuelas y se permitió dudar acerca de que Felipe y Marcela “hayan sido los autores de la solicitada”.
Asimismo, Carlotto se dirigió a Marcela y Felipe Noble Herrera al expresar que “los queremos y respetamos muchísimo, sean o no hijos de desaparecidos”.
“Queremos lo mejor para ellos que es su libertad y que efectivamente como adultos que decidan por ellos mismos”, dijo y les recordó que “tienen derechos y también deberes”.
En tanto, en declaraciones a radio América advirtió que “si existe delito de apropiación, ése no prescribe y no pueden quedarse con la voluntad `porque no quiero`”, y agregó que tanto Marcela como Felipe “son ciudadanos que deben cumplir con lo que la ley marca”.
Actualmente, y tras el rechazo a un recurso de apelación presentado por los abogados defensores, las muestras de sangre y de elementos personales para determinar el ADN de Felipe y Marcela se encuentran en el Banco Nacional de Datos Genéticos, a la espera de la orden judicial para que se efectúen los exámenes de histocompatibilidad con todas las familias y no sólo con las dos querellantes como pretendía la defensa de los hijos adoptivos de la dueña del Grupo Clarín.
Fuente: agencia Télam La solicitada completa de Marcela y Felipe Noble Herrera, publicada en los diarios porteños:Somos Marcela y Felipe Noble Herrera, hijos de Ernestina Herrera de Noble.
Últimamente escuchamos, vemos y leemos cosas que no son ciertas. Hablan de nosotros sin conocernos, sin saber cómo somos, qué pensamos o qué sentimos.
Nunca quisimos hacer de nuestra intimidad algo público. Pero nos sentimos maltratados y no queremos que nos lastimen más. Por eso, ante tantas falsedades, decidimos escribir esta carta y contarles la verdad.
Nuestra madre es directora de Clarín, diario que hoy soporta una campaña muy fuerte de ataques oficiales. Y nosotros tenemos miedo de habernos convertido en una pieza más de esa embestida. Pero más allá de todo eso, para nosotros nuestra madre es simplemente nuestra madre.
La persona que hace 34 años, en uno de los mayores actos de amor que existen, nos eligió como hijos. La que siempre nos habló con la verdad. La que desde que tenemos uso de razón, nos dijo que somos adoptados.
Con ella construimos lo más importante que tenemos: una familia. Gracias a ella aprendimos desde chicos a valorar las oportunidades y s conocer las responsabilidades. Nos inculcó los valores y nos dio las herramientas para desarrollarnos como personas. Nos educó en la libertad para elegir nuestro propio camino en la vida.
Desde hace años vivimos algunos episodios que no buscamos pero que tratamos de afrontar con serenidad. Nuestra identidad viene siendo manoseada por intereses políticos, ajenos a nosotros.
Todo eso nos marcó y nos hace sufrir. Pero también sirvió para reafirmar lo que sentimos y lo que pensamos. El vínculo con nuestra madre es para nosotros lo más importante. Como tantos hijos adoptados, no conocemos nuestro origen biológico, pero como cualquier persona hemos forjado nuestra identidad a lo largo de nuestras vidas.
Nunca tuvimos ningún indicio concreto de que podamos ser hijos de desaparecidos.
Hace años, dos familias que buscan a sus nietos se presentaron ante la Justicia y alegaron que podríamos ser nosotros. Aunque nada indica que podamos serlo, en 2003 aceptamos voluntariamente hacer las pruebas genéticas, porque entendemos su incertidumbre y el dolor de quienes buscan a sus familiares.
Aún hoy no comprendemos por qué, a lo largo de casi siete años, estas familias nunca aceptaron la realización del análisis. Nos preguntamos una y mil veces por qué siguen con una duda que arrastran hace tantos años. Por qué los tironeos y las demoras pueden ser más importantes que la respuesta que buscan.
El uso político de nuestra historia es algo que nos parece injusto. Tratamos de estar serenos pero la presión a veces es muy fuerte. Hace poco, por cadena nacional, la Presidenta de la Nación se refirió a nosotros sin nombrarnos. Su mensaje, lejos de tranquilizarnos, nos inquietó. Sus palabras fueron perturbadoras.
Como en 2002, cuando llegaron a detener ilegalmente a nuestra madre, nuevamente las presiones políticas y mediáticas han vuelto a adueñarse de nuestra causa. Y no queremos que algo tan íntimo como nuestra identidad continúe bastardeada por acusaciones lanzadas sin sustento, ni por ataques que tienen otros objetivos y nos hacen daño.
No somos chicos, somos dos personas adultas, responsables, que sólo pretendemos ejercer nuestros derechos y tomar nuestras propias decisiones, sin presiones y en libertad.
Pero sentimos que no podemos hacerlo frente a un Gobierno que nos persigue. ¿Por qué exponen públicamente sólo nuestro caso? ¿Por qué no se preocuparon por las demoras en los exámenes que ofrecimos y traerían paz a las familias? ¿Se interesan por nosotros o tienen la necesidad política de que seamos hijos de desaparecidos y de inventar acusaciones contra nuestra madre?
No nos atrevemos a responder a estas preguntas. Pero vivimos en un estado de angustia permanente.
Nuestros temores crecieron los últimos días, cuando un tribunal desoyó nuestros pedidos por una cuestión meramente formal, aunque siempre habíamos actuado de la misma manera y dicha actuación había sido aceptada por la Justicia en todas las instancias. Nos preocupó también observar cómo se intenta presionar a los jueces mediante denuncias penales y amenazas de juicios políticos.
Siempre creímos en la Justicia y por eso nos mantuvimos en ese ámbito. Nunca hasta ahora hicimos declaraciones sobre una causa que entendemos personal. Pero cada vez hubo más distorsiones: hasta se llegó a decir que nos manejan, que nuestros abogados no respetan nuestra voluntad.
Nuestros miedos son muchos. No somos un botín. No queremos terminar como rehenes de un ataque político. No queremos que nos usen para atacar a nuestra madre. Tampoco queremos ser víctimas de una manipulación en los análisis genéticos.
Hoy, las muestras de nuestra sangre que dimos en forma voluntaria para un análisis genético, pretenden usarse en otro tipo de examen, con modalidades y condiciones que no nos ofrecen garantías de seguridad e imparcialidad.
No queremos que nos lastimen, ni vivir amenazados, ni que se pretenda ensuciar a nuestra familia o dañar lo que logramos construir.
Sólo pedimos que nos respeten. No queremos exponer nuestra intimidad indefinidamente, sin garantías legales ni científicas, y por una persecución política.
Seguiremos defendiendo nuestros derechos pese a todas las presiones.
Hace 34 años nuestra madre nos eligió como hijos. Y nosotros, todos los días, la elegimos como mamá.
Nada ni nadie podrá destruir ese vínculo.
Felipe Noble Herrera – Marcela Noble Herrera