Revista Cultura y Ocio
No es otra cosa que parte de la obra anterior musicalizada. Los cantos de Bura (Benediktbeurn, Alemania). El conjunto de cánticos allí encontrados que el alemán Carl Orff convirtió en una de las obras más importantes de la música erudita del siglo XX. Imbuído, quizá, por el medievalismo que el nazismo alemán potenciaba en la época (junto al neoclasicismo y el tradicionalismo folklórico escandinavo e indoiranio), lo que le valió la calificación de filonacionalsocialista, que pienso absolutamente cierta, y la posterior condena al ostracismo que le impidió estrenar e incluso dirigir durante varios años después de la Guerra Mundial. Después, sucesivos intentos de desnazificar la figura del compositor le hicieron pasar a la zona "aceptable" del tono "gris" que la administración americana le había asignado (esto no es una broma). Como si para poder apreciar su obra, no fuese posible que el hombre fuese lo que fue. En fin, idioteces semánticas y humanas al margen, lo cierto es que de su obra, casi desconocida, destaca esta versión musical de los versos de lujuria, sátira y diversión que se ha hecho popular por el uso permanente del primer cántico el O Fortuna, en films de terror y anuncios de coches. Muchos son los que creen que es tan solo una banda sonora de un culto satánico... pero no. Habla de como la suerte nos abandona o nos asiste de una manera arbitraria y desesperante. Lamento desilusionar a los más místicos, pero es que los místicos me han caído fatal. Así que aprovecho para seguir en la exposición de poemas impíos en medio del expendio inoportuno que supone el finde de lujo de Susan en nuestro país. Ahí va eso. Por entero, para que no digáis.