
Tomando todo tipo de precauciones porque su carrera como director acaba de empezar, os diré que veo en el cine de Paco León algunos de los elementos que hicieron tan único el cine ochentero de Almodovar. La verdad es que cualquiera de los personajes de esta Carmina y Amén podrían haber salido en una película del manchego ya que el universo de frikis que puebla esta película es digno de ello. Todos los personajes que salen en la cinta tienen "su aquel", no se libra ni uno, y, para muestra, la escena del velatorio de la que destaca el momento en que uno de los asistentes al velatorio (el padre del propio Paco León) pronuncia una frase absolutamente mítica: "Se está muriendo gente que no se ha muerto nunca".


Pero no os equivoquéis, Carmina y Amén no es una comedia sin más. Aunque tiene momentos absolutamente desternillantes como el gag de la moto, que es magistral, tiene un poso de amargura constante que, en mi opinión, humaniza a los personajes y le da un aspecto más cotidiano. La vida en el bloque de Carmina no es muy distinta a la de cualquier bloque de cualquier barrio humilde, quizá los personajes sean algo exagerados pero hay personajes como el de la vecina que tiene un hijo minusvalido con los que es imposible no empatizar.
A mi me ha gustado, es una historia agridulce y humana, con unos personajes creibles que viven como viven porque es lo que hay y no queda otra que pelear día a día. La mala noticia es que todo apunta a que es la última entrega de la saga de Carmina o al menos eso ha dejado ver Paco León, una pena, porque, en el fondo, es imposible no cogerle cariño a esos personajes.