Desde el grupo político Coordinadora Verde han tenido una bonita iniciativa: que l@s bloguer@s y todos los ciudadanos (aunque no tengamos blog) aportemos nuestras ideas sobre aquello que nos gustaría ver en su Programa Político para las elecciones municipales.
Vía| Cuestiones sobre Economía Verde
Carnaval de blogs: ¿Qué me gustaría ver en el Programa de los Verdes para las municipales?
«Se acercan las elecciones municipales y la Coordinadora Verde y su plataforma electoral ECOLO queremos invitar a la comunidad bloguera a participar en la creación de nuestro programa municipal. En el blog de Economía Verde nos gustaría saber sobre las propuestas que os gustaría ver en el programa de los Verdes para las elecciones en vuestra ciudad, localidad o pueblo. En Economía Verde además, creemos que las mujeres tienen un papel fundamental en el cambio de paradigma, por lo que invitamos especialmente a las mujeres blogueras a participar.Una amiga implicada directamente en este proyecto me ha puesto en el aprieto de participar, así que intentaré ver si se me ocurre alguna idea (no muy ide-ota).
¿Cómo funciona el Carnaval?
1. Escribe un artículo sobre el tema propuesto. No hay límite de extensión ni de formato.
2. Publícalo en tu blog (si no tienes blog, envíalo a [email protected] para que te lo publiquemos)
3. Envíanos el enlace a [email protected] antes del 5 de abril
4. Entra en www.economiaverde.org el próximo 6 de abril para ver la recopilación de todos los enlaces
¡Contamos contigo!»
Para ser honesta, debo empezar diciendo que en política me pierdo un poco y que la ecología la practico mal.
Nací y viví en Cuba hasta los 23 años, donde las reglas del juego democrático no son precisamente su fuerte (y donde la gente muere de ganas de comer un gran bistec de vaca). Desde que soy ciudadana española, sin embargo, no he dejado nunca de acudir a las urnas. A mis alumnos, apáticos en materia política, también solía decirles: votad, la democracia es el "menos malo" de los sistemas políticos inventados hasta ahora. Los que nacimos en dictadura lo sabemos bien.
Con la revolución que me ha supuesto la maternidad, mis ideas políticas también han convulsionado. Confieso que antes no me fijaba en si la comida traía o no aditivos y colorantes artificiales. Tampoco si en el césped del parque había o no cacas de perro, ni me molestaban demasiado las colillas de tabaco en la arena de la playa. Usé pañales desechables a conciencia de que son lo más contaminante que existe, y cada vez que puedo me doy el lujo de largos baños en la bañera que gastan mucha más agua de lo éticamente confesable.
Pero la responsabilidad de cuidar de una niña me alertó, me conectó con los sutiles mecanismos de la vida que están tan dañados en la prisa urbana de hoy, y aunque sigo siendo irresponsable en muchas cosas, los ojos comenzaron a abrirse.
Miro con perplejidad algún fragmento de las peleas parlamentarias, leo -a veces- los periódicos, veo de reojo algún telediario, y siempre tengo la impresión de que la realidad de la que hablan nada tiene que ver conmigo.
Los partidos políticos tradicionales cada vez se parecen más entre sí, y están tan lejos de las necesidades reales de los ciudadanos que dan pena. Los veo con sus poses, sus vanidades directamente proporcionales a su incompetencia, sus miedos a perder el puesto... y recuerdo entonces aquella frase irónica de G. B. Shaw: "La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos."
Los temas que me preocupan ahora no aparecen en la agenda de ningún partido político. Los que más se acercan, quizás los verdes. No sé si es muy ingenuo pensar que ojalá los Verdes y sus distintas plataformas puedan unirse y convertirse en ese partido que represente un nuevo nivel de conciencia: el del compromiso con la vida, con la equidad social, con la naturaleza, con el equilibrio biológico, socio-económico y emocional del planeta. ¿Será posible una política de verdad, o al menos una especie de administración post-moderna, post-política, en la que podamos confiar?
No sé si lo que voy a pedir aquí cabe en un programa de los Verdes, ni mucho menos si cabe en unos programas municipales, pero sin dudarlo votaría un programa político que incluyera las siguientes cosas:
-Adaptar las ciudades y los pueblos a la vida de los niños, de los ancianos, de las personas con movilidad reducida, de los peatones, de las familias. Me gustaría que todos los alcaldes se leyeran a Francesco Tonucci, y que convirtieran a sus ciudades en "ciudades de los niños", que es como decir, ciudades para todos, ciudades más limpias, más habitables, con más verde, con más espacios públicos dedicados al disfrute de todos.
-Aumentar las bajas maternales y paternales, al estilo de los países nórdicos. Eliminar la horrorosa jornada partida española con tres o cuatro horas de parón al mediodía, que no sirve para nada, menos para criar niños.
-Tomar medidas valientes de conciliación laboral y familiar, que disminuyan el "presencionismo", que incentiven la reducción de la jornada, el teletrabajo, el trabajo por objetivos, cambios en la organización del trabajo, aumento de la productividad, trabajo sin horarios rígidos, trabajos a los que se pueda ir con nuestros hijos, trabajos en casa, trabajos más motivantes, mejor gestión de los recursos humanos, más prestigio y remuneración para las labores de cuidado de los demás.
-Crear espacios de entretenimiento y ocio donde los niños puedan participar junto a sus padres. Hay muchos "aparcaderos" de niños, muchos parques plásticos donde los niños meterse a dar vueltas como cobayas en la ruedita de una jaula, pero pocos espacios donde los niños y los padres, con ayuda de monitores, podamos compartir actividades "nutritivas": hacer manualidades, cerámica, talleres de música, deportes, reciclaje, artesanía... donde los padres podamos aprender junto a nuestros hijos y hacer cosas útiles en compañía.
-Facilitar la existencia de grupos y redes de apoyo a la crianza, a la lactancia y a la salud infantil, con la ayuda, supervisión o colaboración de los profesionales de los centros de salud y de los servicios sociales. (Recuerdo que una vez, en medio de una conversación sobre otro tema, le comenté a una trabajadora social del Ayuntamiento de mi pueblo, la posibilidad de hacer algún taller de lactancia, puso los ojos como platos y me contestó: "¿pero sin ofender a las madres que no pueden dar el pecho, no?" Me callé y no fui capaz de decir nada más.).
-Cambiar el sistema educativo caduco que padecemos. "Profesores del siglo XX intentan educar a jóvenes del siglo XXI en unas escuelas del siglo XIX" ha dicho Andreas Schleicher, director del Informe PISA de la OCDE, que pone a España en la cola de la lista de la calidad educativa. Y yo añadiría: "con ideas del siglo XVIII". El espíritu de la "Ilustración" ya no es suficiente para educar niños que pasan 12 horas al día fuera de casa desde los 4 meses de vida. Hay pueblos de España que se acercan al 50% de fracaso escolar, y la culpa desde luego no es de los niños. Las familias, la escuela y la sociedad estamos fracasando. Implantar métodos pedagógicos más participativos y dinámicos, que coloquen al alumno en el centro y que respeten sus individualidades, su ritmo de desarrollo; recolocar y racionalizar los horarios laborales y sociales para que los niños puedan estar más tiempo con sus padres y sus familias; crear escuelas más pequeñas y a la vez más cercanas a la naturaleza, a la vida, a la espontaneidad y al aire libre; incorporar la dimensión emocional en la educación reglada; dejar de graduar miles de universitarios "unifocales" directos al paro y a la frustración... Abandonar el paradigma de "producción masiva" de la industrialización, y adaptarnos a las necesidades de las nuevas sociedades de servicios. Incorporar en fin, las teorías más avanzadas, avaladas por la ciencia desde hace ya décadas, y que no parecen tener eco ninguno en los ministerios, ni en las consejerías, ni en las universidades, ni en centro de decisión política alguno.
-Incentivar la producción de alimentos y productos agrícolas locales, apoyando la agricultura de medianías, la agricultura ecológica y los pequeños agricultores y ganaderos, así como el interés de las nuevas generaciones por volver al campo, a la vida sencilla y natural, a los productos frescos... Fomentar la empleabilidad en el sector primario, con dignidad, con prestigio, con facilidades tecnológicas, con derechos. Diversificar la producción agrícola local y evitar los transportes innecesarios. Hoy pagamos más caros los huevos de gallina del campesino del pueblo y el azúcar moreno de caña, cuando aparentemente deberían tener menos costes. ¿Son caros porque son minoritarios, o son minoritarios porque son caros?
No sé si soy extremadamente ingenua, ignorante y utópica en estos deseos. Ni mucho menos si puede servir de algo a algún político honesto que quiera hacer las cosas bien (desde el principio, desde el principio de la vida). Ni siquiera sé si algún político, por honesto o preparado que sea, puede realmente hacer algo. O somos simplemente la gente, la gente común, quienes desde nuestra propia vida cotidiana, desde nuestras camas y nuestras listas de la compra, desde nuestras decisiones diarias, los que vamos cambiándole el rostro al mundo, en la misma medida en que nosotros mismos cambiamos.
Pero, respondiendo a la pregunta inicial, eso es lo que hoy me gustaría ver en un Programa Político. O mejor todavía, en un partido político que cumpla con su programa.