Revista Deportes
De marzo hacia aquí mi vida ha dado un giro de 190º y apenas puedo sacar tiempo para el blog, pero me resisto a dejarlo por completo, porque me entretiene y me encanta leer otros blogs similares al mío. Tenía muchas ganas de escribir este post porque os voy a contar cómo fue la mejor carrera a la que he ido hasta el momento.
Han pasado ya unos cuantos días desde que tuvo lugar... pero repito, me está siendo muy díficil tener un rato para sentarme a escribir (con lo que me gusta! :( ). El día 23 de mayo fui a mi primera carrera de obstáculos. En este post comenté que me había apuntado sin saber si podría ir y llegada la fecha estaba en perfectas condiciones para presentarme (un poco más de entrenamiento no hubiera venido mal, pero para terminarla era suficiente).
La carrera de combate 'El empecinado' en la base militar de Valladolid constó de 7 km y unos 10 obstáculos, no los fui contando la verdad, solo dejé que fueran pasando. Por suerte, sigo recordando unos cuantos: el primero era saltar una zanja llena de barro -el agua me llegaba por las rodillas-. Gracias a que la carrera se podía correr por binomios, yo me alié con una amiga para superar algunas pruebas. Ya desde el principio necesité el empujón para subir porque no podía escalar hasta arriba ¡el barro resbalaba mucho! No habíamos corrido ni 500 metros y ya tenía los playeros empapados, me costaba correr por todo ese peso extra que llevaba en los pies.
Después vinieron pruebas sencillitas como pasar saltando unas ruedas aunque otras en las que también necesité ayuda: escalar una pared, ahí es donde ves que no tienes demasiada fuerza jaja. Cuando peor lo pasé fue una prueba en la que teníamos que llevar entre dos una camilla llena de sacos con arena. Me estuve acordando de ese obstáculo y de quién fue la idea los 3 días siguientes por las agujetas que me salieron en los hombros.
Saltar fuego, encima de sacos mientras te enchufan con una manguera, pasar por encima y debajo de unas vallas, arrastrarse por debajo de tanques, fueron de las cosas menos exigentes. Entre las que más me gustaron están las de bajar sentada por el barro -sí, en plan tobogán, o correr por una especie de riachuelo -o charca, como ellos lo llamaban- lleno de barro. Además, también tuvimos que pasar a gatas con el agua casi hasta el cuello por unas trincheras tapadas, o meternos en una especie de tienda de campaña muy grande, a oscuras, con humo y llena de barro y espuma.
Los 7 kilómetros se me pasaron volando. Mi compañera iba más lenta que yo, cosa que agradecí porque llevé un ritmo muy tranquilo y si llego a ir sola, seguramente hubiera forzado la rodilla más de la cuenta... Al final completamos el circuito, entero de tierra con subidas y bajadas, en 52 minutos. Del tiempo me enteré ya en la clasificación, porque no puse gps, solo fui a disfrutar. Siento que me repito, pero lo pasé tan sumamente bien, que estoy deseando repetirla el año que viene si es que no encuentro alguna carrera similar antes que sea más o menos asequible. Si aún no habéis probado este tipo de carrera ¿a qué estáis esperando?