Soy una despechada eterna. Me paso la vida despechada por todas las personas bonitas que he conocido y que ya no están en mi vida. Todas las canciones de desamor a mi me ponen despechada. Si bebiese, sería alcohólica.
Por eso me he acordado de ti. Aunque lo hago siempre, tengo que reconocerlo. Odio reconocer una debilidad en mi, pero esa debilidad eres tu así que a ti te lo voy a reconocer: eres mi debilidad.
La verdad verdadera es que yo me creí que había futuro. Por un lapso de tiempo me creí única, infinita y posible. Posible en tu vida. Posible en la mía. Posible los dos. Un dos. Uno y dos. Los dos.
Pero honestamente, por mucho que duela, hay cosas que no van a ningún sitio. Esas situaciones que van en una caminadora de gimnasio: a diferente velocidad, pero en el mismo sitio. Estuve montada en la caminadora que llamamos “nosotros” y cerré mis ojos, me imagine que estábamos lejos, que habíamos avanzado, pero fíjate que cuando abrí los ojos seguía en el mismo sitio.
Te quiero. Eso es lo malo. Te querré siempre. Eso es lo bueno.
La esperanza es lo ultimo que se pierde. Yo no la he perdido porque la esperanza me hace pensar en lo que puede ser en un futuro. En 20 años. En 15 años. En 2 meses. Da igual. Mientras yo siga viva en algún sitio y tu vivo en algún sitio siempre habrá esperanza de lo que sea.
Pero si ese lo que sea es lo que había antes, entonces ya si tendré que despedir a mi amiga esperanza.
Vive tu vida. Yo viviré la mía.
Así sabré que estamos viviendo nuestras vidas.
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