Caracas. No se porque siempre me pareces tan grande aunque el mapa seas tan pequeña, debe ser por esa costumbre de llamar Caracas a lo que es Miranda. No se.
Hoy me levante más temprano de lo habitual. Tengo sueño. Pero no puedo dormir porque en pocas horas me espera una larga cola para comprar algún artículo de necesidad básica.
Porque en eso te convertiste para mi Caracas, una ciudad donde venir a hacer cola para comprar cosas que en mi ciudad no se consiguen. Y pensar que yo era fanática tuya chica. Eras mi ciudad favorita del mundo mundial.
Si Porlamar es mi esposa tu siempre haz sido mi amante recurrente Caracas. Pero ahora te utilizo. Porque tú te dejas utilizar.
Como te decía, me levante temprano. Vi que seguía oscuro y trate de dormir: no pude. Así que ahora estoy viendo por la ventana esos preciosos colores que sacas en tu cielo al amanecer.
Sinceramente, yo me enamore de ti en un atardecer y en un amanecer. En esos momentos es cuando mas preciosa te veo. La diferencia es que yo, que soy una persona solitaria que ama el silencio no puede estar contigo Caracas.
Mi abuela siempre decía que los orientales (personas nacidas en el oriente del país) son escandalosos, gritones… Pero fíjate que Porlamar es callada, silente, serena, caliente. Y tu Caracas eres lo opuesto. Eres habladora, bullosa, exagerada, dramática, peligrosa.
Es un poco triste hablar de ti en mi condición. Lo digo porque yo crecí con ganas de explorarte de noche porque es mi horario favorito y resulta que no puedo porque peligra mi vida.
Eres un amor prohibido Caracas. Seduces con tus atardeceres hermosos, pero jodes con tu violencia. No puedo ni siquiera pararme a contemplarte, porque el ritmo que llevas es frenético. Siempre ocupada, siempre haciendo o deshaciendo.
Te he deseado desde que te deje, pero siempre que pienso en volver a ti recuerdo porque te deje.
Aun así, aquí estoy contigo, a las 5:32 am viendo tu amanecer hermoso y preguntándome ¿porque me fui?