A veces me gustaría que fueras una niña, que recuperaras tu infancia, que te permitieras ser como las demás. Pero ya sé que no puede ser. Eres Malala, un ícono mundial llamado a inspirar a una generación.
Es demasiado peso para cualquiera. Ojala no te sientas sola, ojala sepas que los que te admiramos también estamos dispuestos a sostenerte. Ojala te permitas una debilidad de vez en cuando. Ojala tengas tiempo en tu agenda para vivir una vida no heroica.
Pero te mentiría si no te dijera esto: nos haces falta. Necesitamos personas como tú que nos inspiren, que nos hagan darnos cuenta que sí se puede cambiar el mundo, que es legítimo intentarlo, que es necesario.
Tú ya lo sabes, porque eres muy inteligente. Eras la mejor de tu clase, y siempre has asumido una responsabilidad que intuitivamente sabías tuya, reclamando un puesto que has vuelto ya insustituible.
Personas como tú alumbran el futuro, Malala. Lo hacen más esperanzador. Pero cuídate, no te olvides de soñar. No tengas miedo de sentirte vulnerable. Es tu vulnerabilidad la que nos da fuerzas, la que te convierte en un adversario invencible para los fanáticos.
Cuídate, mi valiente.