Estimada amiga, te interesas por esta augusta y anciana
orden aunque no sabes muy bien por qué, no nos conoces más que de oídas y mal,
en este país nuestro no se suele hablar bien de quienes molestan por su
espíritu libre y su escasa capacidad por sujetarse a normas injustas, también
es verdad que cuarenta años de mala prensa pagada por el dictador aquel, y sus
secuaces, hicieron su mella en el pueblo. A pesar de todo tú llamas, preguntas,
algo te mueve a saber más, y quizás y si una logia lo considera conveniente
hasta termines siendo una hermana más entre nosotros.
No conoces a ningún masón -crees-, mucho menos a una masona,
siempre has leído eso de que la masonería es cosa de hombres, vamos como aquel
coñá de los años 70, pero por uno de esos azares de la vida has dado con
algunas páginas en Internet que hablan de otra cosa, de una sociedad masónica
en la que la mujer sí tiene un lugar y no como florero sino como alguien igual
al hombre. Esa pequeña puerta te franquea la entrada a un mundo nuevo y eso te
reafirma aún más en tus deseos de compartir algunos momentos de tu vida con ese
grupo de seres humanos tan raros si fueses capaz de saber qué es lo que se
cocina en ese lugar que llaman logia o taller, hasta templo has oído decir y eso
te ha dejado un poco mosca, por aquello de la educación judeocristiana no por
otra cosa.
No hay altares, sabes, aunque entre nosotras y nosotros se
de una amplia muestra de creencias y no creencias y hasta las dudas de quienes
viven en el agnosticismo. Casi podríamos decir aquello de “ni dios, ni patria,
ni rey”, ciudadanos del mundo -somos una orden internacional e
internacionalista- gracias a la visión de nuestros fundadores que entendieron
que la globalización, en el mejor sentido del concepto, era necesaria -casi
imprescindible- si aspiramos a construir una sociedad más justa, libre y
fraterna para todos los pueblos de la tierra. No hay altares pero hay respeto
para quienes los necesiten, aunque no aquí, ni creemos que deban existir en el
espacio público ya que la cosa esta de la creencia es algo íntimo y personal y
tratar de que sea público y de obligado cumplimiento nos parece un exceso
reprobable. Por eso a la iglesia católica no le gustamos, me imagino que
tampoco a los ayatolás islamistas y sospecho que lo mismo ocurre con los
rabinos ortodoxos, vamos a nadie que crea que la vida se debe regir por algún
dogma emanado de alguna divinidad desconocida. Esto, bien es verdad, que hace
que entre nosotros sean escasos los miembros de determinadas confesiones, eso
que se llama la religión organizada.
Parece pues que lo de la religión no es lo nuestro, está
claro. Te preguntarás quizás si nos dedicamos a la política, más que nada
porque has leído algunas cosas de las que podría desprenderse que nuestros
talleres son una especie de ágora en la que el debate político está a la orden
del día. Pues tampoco, procuramos que los ruidos de la calle nos perturben lo
menos posible y está claro que lo referido a la política de partidos es una
algarabía insufrible e insoportable. Esto no quiere decir, naturalmente, que no
nos interesa la cosa pública, y mucho he de decir, lo que ocurre es que nos
acercamos a ella desde una postura ciudadana que nos permite fijar nuestra
posición sobre temas como el derecho a morir con dignidad, la educación, la
explotación, la ecología…, vamos esas cosas que a todos interesan y que por
tanto son política con mayúsculas, aunque debo añadir que no es que dediquemos
todo nuestro trabajo a esas cuestiones.
Querida amiga, nos dedicamos en cuerpo y alma a la búsqueda,
de la verdad (no me atrevo a ponerlo con mayúscula pues a estas alturas ya sé
que no existe la Verdad sino pequeñas verdades), del conocimiento (primero el
propio, después aquello que nos atañe: todo), a construir -siempre la construcción-
en la medida de nuestras posibilidades el Progreso de la Humanidad. Como ves
nada raro, aunque sí con compromiso, cada cual el que considere conveniente, ni
pedimos mucho ni nos conformamos con poco, cada cual es libre.
Querida amiga, si todo esto es lo que buscas se bienvenida.
Llama que te escucharemos y es posible que te llegues a convertir en una piedra
más de este hermoso edificio que es la masonería.
Llegado aquí me vas a permitir un estrambote, lo dicho sirve
para cualquiera, mujer u hombre, aunque quería dedicártelo a ti precisamente,
porque, desconozco la razón, es más difícil que creas que en esta obra tienes
un hueco, el que te mereces como un ser humano igual a mí.
Fuente: Masonería Mixta