Hace unos días, Paulus, me requerías para que abriéramos por aquí una especie de seminario sobre marxismo para principiantes y yo te contestaba que no otra cosa era lo que yo hacía todos los santos días con mis jodidos blogs.
Hace ya muchos años, 2 filósofos de la Historia y de la Economía se empeñaron en una ardua lucha que concluyó con el más célebre de todos los manifiestos que en el mundo han sido.
Yo, que no he leído casi nada de los textos sagrados, expurgando por aquí y por allá, he llegado a hacerme una ligera idea de lo que es el puñetero marxismo y lo he sintetizado en el que llamo, por analogía, el imperativo categórico marxista: a la sociedad, todo, pero, sobre todo, lo mejor de ti mismo, de la sociedad sólo lo imprescindible para tu subsistencia.
Así las cosas, a mí ya no me resta sino venir a aquí, todos los días, e intentar pergeñar de la mejor manera un texto diario en el que, a la luz de los principios marxistas, se comenta algunos de los temas de la actualidad. Es lo único que ya puedo hacer por servir a mi ideología.
Creo que es marxista afirmar que la estructura de la actual sociedad está concebida a la mayor gloria de un capitalismo desenfrenado que busca ciegamente, puesto que nos llevará seguramente al desastre, el imperio absolutamente incontestable de la más ciega de las tiranías.
Es indudablemente un exceso ese afán ciego por exprimir cada día más un limón al que ya no le queda ni una gota de zumo.
Pero ellos lo siguen haciendo porque está en su propia esencia constitutiva. Un ultraderechista, un nazi, un fascista, un franquista, un capitalistas ultraliberal, sólo puede hacer eso que hace, oprimir, aplastar, estrujar, a todos los que se ponen a su alcance.
Y esto sería absolutamente evidente si la prensa canallesca no empleara toda su poderosísima artillería en ocultarlo.
Y, así, la inmensa masa amorfa de lo que debería de ser el proletariado no es más que una repugnante manada de imbéciles que sólo sirve para beber en las manos de los que los están estrangulando.
Éste es el gran fracaso del marxismo y se produce porque esto que voy a hacer yo, hoy y aquí, desenmascarar, levantar el velo que oculta esa oscura realidad que ellos, los periodistas, se empeñan en tapar todos los días, no lo hacemos más que una serie de francotiradores desperdigados por internet a los que no lee, prácticamente, nadie.
Tenía que ocurrirme a mí, un tío que, seguramente por sus muchos años de sufrir sus asquerosas persecuciones, tiene ya las antenas tan afiladas que se yerguen enseguida ante el menor de los ataques.
Se trata de mi ya famoso pleito contra el Ayuntamiento de Cartagena por unas tan injustas como pertinaces supuestas infracciones de tráfico. He dicho ya varias veces que las multas por dichas infracciones me están siendo cobradas varias veces y esto parece tan increíble que me considero obligado a intentar probarlo aquí, documentalmente, pero creo que no lo voy a conseguir porque los programas que tengo para escanear documentos no son demasiado eficaces.
La situación es absolutamente kafkiana, ríanse ustedes, si no, de lo que le sucedía a Joseph K en la obra cumbre de Frank Kafka, El proceso, allí el pobre Joseph iba de mesa en mesa, de sala en sala, intentando averiguar por qué se le procesaba, era, como se ve, una preocupación que no debería siquiera existir, que sólo ese genio kafkiano, tan dado a inventarse problemas podía imaginar, como aquella otra vez que el jodido sicópata se autoconvirtió en un escarabajo, falsos problemas de un tipo demasiado desocupado, pero lo mío es absolutamente real, ojalá no lo fuera:
-el 27-04-12, mi coche volvo, MU-5053-CK estaba estacionado, como siempre, varios meses ya por la enfermedad crónica de mi hija su usuaria, en la puerta de mi casa en virtud del contrato que para ello tengo estipulado con este maldito Ayuntamiento de todos mis puñeteros pecados, pero la tasa anual de 25 euros que dicho servicio importa no pudo ser pagada por mí cuando aboné la del otro vehículo que también figura a mi nombre, el toyota 000716 CST, simplemente porque el jodido Banco de Sabadell no quiso cobrármela;
-aprovechando esta circunstancial circunstancia, los funcionarios de la más jodida de las ORAS iniciaron una escalada de actuaciones consistente en denunciarme cada día que mi coche estaba allí como si en lugar de hallarme en mi zona autorizada de estacionamiento para residentes lo estuviera en la zona de parkímetros;
-hasta aquí, todo absurdo, injusto y abusivo pero todavía nada kafkiano, pero la cosa cambia radicalmente de aspecto cuando yo, abogado de profesión muchos años y conocedor a la fuerza de cómo se las gastan estos jodidos cipayos del peor de los poderes del mundo, la Administración pública española, me apresuro a pagar la sanción de 80 jodidos euros ya que sé que, a pesar de haber formulado contra ella recurso tras recurso, incluso el más jodido de todos, el contencioso-administrativo, ante una autoridad que se presume jurisdiccional, el Ayuntamiento, abusando de una potestad autoejecutiva que nunca debería de tener, me cobraría la sanción sin esperar a la resolución judicial del asunto, y aquí es donde empieza lo kafkiano, el canallesco Ayuntamiento, ¿saben ustedes lo que ha hecho?, pues está claro, coño, me ha vuelto a formular otro documento de cargo, un nuevo recibo por la ejecución de una resolución que yo no sólo he recurrido ya 4 veces sino cuyo importe, además, he pagado ya una vez preventivamente, sabiendo como sé cómo las gasta este asquerosa gentuza;
-¿qué se puede hacer ante una situación así, ante un organismo pùblico, armado de facultades autoejecutivas que no sólo te impone canallescas sanciones por faltas que tú no has cometido sino que se lía a ejecutártelas una y otra vez, “in eternum”, mientras te quede un atisbo de patrimonio hasta que consiga tu ruina total? Me parece que ya lo he escrito por aquí más de una vez, no hay solución posible fuera del suicidio: si yo me quito de en medio de mala manera, al Ayuntamiento a lo mejor le sucede lo que al pobre Garzón que cuando quiso procesar a Franco por unos pocos de sus innumerable crímenes, se encontró con que la faltaba lo esencial en todo proceso punitivo, que el sujeto pasivo del mismo ya no existía, coño; yo no sé, visto como se las gasta este canallesco Ayuntamiento, es posible que el jodido me persiga incluso después de muerto, hasta que consiga embargar mi coche, sacarlo a subasta y quedarse con el importe íntegro del remate; es absurdo, injusto, incluso kafkiano, pero con una Ayuntamiento así, que me ha cobrado ya 2 veces la misma sanción por una infracción inexistente, es perfectamente posible, por eso digo que la situación es incluso más que kafkiana, que habrá que inventar un nuevo vocablo ahora inexistente para tamaña canallada.
Y esto, amigo Paulus, no es más que una somera exposición de cómo todo es jodido marxismo, porque resulta que todo es puñetera economía, como afirmaba el eximio maestro, el Ayuntamiento precisa ingentes cantidades de dinero para afrontar todos esos suntuosos gastos a los que tan aficionado es y lo saca convirtiendo las calles de la ciudad en un magnífico filón de oro, que extrae de los exhaustos bolsillos de su acribillados convecinos.
Un afectuoso saludo,