Revista Cultura y Ocio
10 de abril de 2020
La vida, a veces, te pone en situaciones que jamás pensaste que podrías soportar. El encierro, para mí, era una de ellas. Nunca imaginé que podría estar enclaustrada tanto tiempo. Mi récord: 14 días. Me acuerdo cuando, no hace mucho, decía frases como: “no puedo estar más de dos días en casa, al segundo me subo por las paredes” Pues, desde el techo, observo las cosas de otra manera. Veo que nadie me retiene, sino que estas paredes son mi salvaguarda. Y, además, mi forma de contribuir con la mejora. Lo único que me han pedido es que no enferme, que eso salva vidas y yo ¿cómo no voy a hacer caso? si no puedo hacer más. Cada tarde que me asomo en el aplauso colectivo me emociono. Es mi momento para volver a conectarme con una realidad que dejé de lado, precisamente para que la información no acabe conmigo. Pero, en esos minutos, está ahí. Miro a los vecinos esperanzados, debería haber más cabezas asomadas para poder agradecer a todos aquellos que se juegan sus propias vidas para salvar a otros, si ellos no son héroes, no sé quiénes lo son. Entre lágrimas, le pido al Universo que nos ayude, aunque no nos lo merezcamos todos. Pero que lo haga por toda la bondad que existe en el mundo, que tiene que vencer al mal.
A veces me embarga el pesimismo, en una lucha en mi mente donde las ilusiones siempre acaban venciendo. Sin embargo, en esos momentos de oscuridad medito sobre la desigualdad que conlleva toda esta situación. Cómo siempre, ¿no? no es nada nuevo. Hay a quienes no les afecta nada el virus y por eso salen a la calle como si tal cosa, si contagian a otros, ¿qué más da? mientras otros luchan por su supervivencia en camas separadas a dos metros de la existencia. No soy capaz de ser indiferente a tanta pena. No entiendo cómo lo puede ser nadie.
Quizás la humanidad no aprenda de esto y todo vuelva a lo de antes. Ojalá que no. Pero si lo hace, tengo claro que yo no seré la misma. Y no es que haya aprendido a estar conmigo misma ni a dedicarme tiempo. Ni a bailar sola en mi salón, teletrabajar o salir a la calle con una mascarilla que no te deja respirar, pues son cosas que ya hacía. (Aunque descubrir que se puede andar en casa ha sido toda una revelación para mí, por absurdo que parezca). Tampoco valorar las cosas cuando las he perdido porque doy gracias de lo afortunada que me siento hasta de coger un autobús… Sé que mi aprendizaje es mucho más interno y es tan difícil dar pasos adelante que eso me hace ver lo trascendentales que son para mí. Ahora me rememoro aquel instante en que esa flecha estaba en mi garganta. Traía tantos mensajes…
Mentiría si dijera que he perdido la cuenta de los días que llevo sin salir. Hoy ha venido a visitarme el sol y me he acordado de mi niñez. Recordar no me hace bien, para mi es mejor crear recuerdos que revivirlos porque corro el riesgo de quedarme a vivir en ellos. Hoy también he viajado unos cuentos años al futuro, por la trilogía que estoy escribiendo. Escribir que mis personajes sufren más que yo me hace sentir raramente mejor. Mejor pero no pletórica. Hace mucho que no me siento bien. Recuerdo exactamente cuándo fue el último día…
También entraron por el ventanal, las historias ajenas. Estar en uno mismo, tan en las profundidades, nos hace a veces perder la perspectiva. Quizás nuestros pensamientos negativos deberían escuchar más hacia fuera y menos hacia dentro. Seguiré abriendo la ventana y también mis sentidos para que escuchen y no sólo hablen.
He pasado por experiencias terribles. Pérdidas irrecuperables. En algún momento pensé que no podía sentirme más sola. Pero sí que se puede. Nunca más pensaré eso porque siempre, siempre, siempre, se puede estarlo más. Incluso más que ahora, privados de abrazos y de miradas.
Me he quitado de encima tantas preocupaciones banales… como el hecho de publicar un texto que me haga vulnerable a pesar de los enemigos, si este hace que una sola persona se sienta mejor al leerlo. Nunca seré de aquellos que combaten en primera línea de batalla, pero le escribiré cartas de amor a todos los supervivientes.
Sirva esta misiva como auto regalo de cumpleaños y para aquellos que me siguen acompañando a pesar de la distancia. Blog de literatura con recomendaciones de libros, consejos para escritores noveles, muchas curiosidades e información de la escritora Elena Cardenal, de sus talleres de escritura creativa y de todos sus libros publicados.