CARTAGENA Y EL TEATRO DE CARTAGO NOVA
TEATRO ROMANO
Un autobús que parte de Murcia me “vomita” a las puertas de Qart Hadast, actual Cartagena, fundada por Asdrubal en el año 229 A.C y tomada por el general romano Publio Cornelio Escipión en el 209 A.C
Tierra fascinante que fuera lar de romanos, bárbaros, cristianos, musulmanes, ostentó máxima relevancia la explotación minera, su puerto marítimo y la fuerza naval, que se vería constantemente mortificada por las perpetuas invasiones de los piratas en el siglo XII.
Me adentro pues en los albores de Cartago Nova (S.I A.C) de la mano de un joven e instruido guía local bastante locuaz y agradable y así, avizoro Cartagena como una antiquísima urbe formada por estratos temporales que abarcan eras atávicas de hegemonía árabe, bizantina, romana…
Es imprescindible detenerse entre 2 a 3 horas en el formidable teatro romano, dedicado a Cayo y Lucio Césares, hijos de Agripa y Julia, por ende, descendientes del emperador romano Augusto.
Enorme y en buen estado de conservación, actualmente en pleno tráfago de excavaciones, tuvo capacidad par unos 7000 espectadores.
Fue inaugurado en el año 5 A.C, y en aquellos días, el lugar que ahora observan mis ojos es un “solar” donde “brotan” aquí y allá pilares, columnas, capiteles, basas, cenefas, conductos de agua, canalizaciones termales, pozos. Tuvo un mercado próspero y bullicioso.
También jardines, una red neuronal de vida mercantil que ahora sólo pude adivinarse a través de la imaginación y de los fragmentos que eructa la tierra con parsimonia.
El mercado erigido en el actual área del Cerro del Molinete, se construía con los restos de un pavoroso incendio acaecido en el año 200.
Retornando al graderío de este fabuloso complejo, levantado piedra a piedra con fastuosos materiales marmóreos extraídos de las canteras de Carrara, constaba de tres cuerpos principales, de tal manera que las mujeres, parias y plebeyos; la clase social más baja, ocupaban los asientos superiores mientras que era territorio exclusivo de próceres las bancadas inferiores.
Como he tenido ya suficiente de memorias “Augustas”, pongo rumbo al punto neurálgico de la ciudad en la calle Mayor, que antaño uniera el foro romano con el puerto. Me asombran las preciosas fachadas empingorotadas y los edificios modernistas ufanos y rimbombantes, como el que encuentro en la Casa Cervantes o el Casino.
CASA CERVANTES
En aquella época, existían puntos estratégicos de control a ambos lados de la calle para denegar la “libre circulación” a quienes no presentaran un aspecto suficientemente atildado, distinguido y elegante
De este modo, por medio de esta criba estética, la calle Mayor se convertía en una vía de transeúntes selectos.
Para asomarse al estilo de vida de la Cartago Nova de entonces, es excelente parangón referencial la Casa de la Fortuna, así denominada por una inscripción que encuentro en el suelo y que dice: “FORTUNA PROPICIA”.
Está muy cerca del ascensor panorámico (2 euros) del castillo de la Concepción. Una parada provisional me deja plantado ante la bonita y amplia cafetería rústica “El viejo Almacén” (C/Campos 13). Se come muy bien, abundante y barato: 8 euros el menú del día.
También podemos relegar estas labores de mantenimiento culinario a cualquiera de los locales de la Plaza del Ayuntamiento. Es muy bonito este lugar, donde se concitan músicos callejeros, turistas, gentío, animación, tiendas…
Si todavía nos corroen las dudas, otra opción laudable se halla en la eximia calle Mayor, en el número 18. La cafetería restaurante Columbus ofrece un servicio diligente, comida copiosa, un café excelente y terraza exterior.
VÍCTOR VIRGÓS EN CARTAGENA.
publicado el 05 agosto a las 11:29
Muy buen resumen de tu visita a Cartagena, mi querida ciudad. Felicidades Víctor.