Cartas a Allen Ginsberg por William Burroughs

20 de enero de 1954

Tánger

Estimado Allen,

Próximamente me iré a Casablanca on un enigmático inglés (línea importación-exportación) a ver si encuentro trabajo allí. Si no, de vuelta aquí, por lo menos para unos cuantos meses. tánger es barato, pero no tanto como Méjico. Lleno de jóvenes, pero no tengo ningún lugar donde llevarme uno (el hotel es estricto y respetable). El té es malo. Huéspedes fijos en las farmacias.

Los tipos más abyectos creados por la tierra de los libres se hallan representados en la colonia americana de Tánger. Hay unos dos bares americanos. Nª 1, sobrio completamente a la una de la tarde del domingo. Visión horrible de bocazas de cara roja borrachos cayéndose de los taburetes, vomitando por las esquinas, una pesadilla de Céline. Bar nª 2 lleno de la más deleznable raza de elegantes meones, reinonas cautelosas. Por ejemplo, un viejo cabrón rico tiene enganchado a un joven fruto asqueroso, cansado, pretencioso, de grandes dientes y rostro cetrino y viene a este garito para exhibir la maravilla a la que se aferra. Y lo mejor es un capitán marine que no es maricón, una bestia rubia que entra pavoneándose (vestido de manera impecable con un traje a rayas) insultante y retador, y que se deleita con la adulación idiota de las maricas decadentes. Llegados a este punto pensé que ya había tenido bastante, pagué una cuenta exagerada y me marché.

Hoy por hoy paso el tiempo fumando hierba con limpiabotas en los cafés árabes. Sus modales son mejores y su conversación igual de interesante.

O ha cerrado y el editor está en Méjico. Bowles está en Nueva York. Yo aún creo que Méjico es el lugar, pero ya que estoy aquí lo repasaré a conciencia. Por el momento aún no he conocido a ningún escritor ni a nadie que resulte interesante. Como digo, me veo reducir a la compañía de los limpiabotas. Bien, escríbeme pronto.

Con afecto,

Bill