Vamos a hacer un par de preguntas al aire. ¿Habéis visto “Open Water”? y ¿”A la Deriva”? Bueno, pues el planteamiento de esta película es muy pero que muy similar a las mencionadas. Si bien he de decir que la angustia que se podían sentir en las anteriormente mencionadas se podía cortar con un cuchillo. Pero ocurre una cosa con este tipo de películas. O entretienen si te metes en ellas y la empatía hace acto de presencia, o por el contrario te encuentras con una castaña aburridísima en la cual no haces más que mirar el reloj.
Una pareja (como la de Open Water) o unas amigotes y amigotas (refiriéndome a “A la Deriva”) acaban sufriendo los avatares del destino en pleno Océano. De ahí que en la primera se las vean crudas para sobrevivir (porque la embarcación en la que viajaban no se dieron cuenta de que faltaban) y en la segunda un “listillo” no había bajado la escalerilla de rigor para subir de nuevo. Aquí nos encontramos co que el director Andrew Traucki (de origen australiano) apuesta por ese bichejo que hizo famoso a Steven Spielberg ya hace unos cuantos años. Y es que un grupete de amigos (qué sería de las películas de terror sin ellos) visitan un arrecife llamado “Great Barrier Reef” (el más grande de todo el planeta). Sin embargo, el barco en el que iban acaba volcando y ellos, ni cortos ni perezosos, intentan volver a nado. Pero he aquí que un tiburón blanco empezará a hacer de las suyas. Osea, no hace falta explicar mucho. Es como si tú vas a un buffet libre y te retienes de comer.
Lo que habrá que ver es si la película mantiene la tensión de rigor y al mismo tiempo no nos hace mirar el reloj constantemente. Por cierto, está basada en hechos reales. Que no es que importe mucho la verdad (haré un post al respecto, porque eso siempre me ha hecho gracia en determinado tipo de películas), pero ahí queda el dato.
Trailer de “The Reef”
Fuente: Más Allá de Orión