Caruso tuvo su oportunidad y la aprovechó al máximo

23 de noviembre del 2009, en la fecha 15 del Apertura 2009, había sido la última vez que Caruso había marcado un gol en Primera División, con la camiseta de Vélez, en la victoria sobre Racing. Desde ahí, y por más de un año (488 días), Caruso no pudo festejar un gol. Y su registro goleador en River venía en blanco, hasta este choque contra Newell´s.

Le tocó reemplazar nada menos que a Pavone, quien, si bien viene con la mira torcida de cara al arco, es una herramienta de vital importancia por su sacrificio, por cómo fuerza al rival y se aguanta la batalla contra la defensa sin compañía. El Tanque es pieza esencial en el 3-4-2-1 de JJ López y el papel de Caruso dentro del mismo esquema era toda una intriga, ya que no tienen las mismas características y le gusta salir del área aún más.

Caruso no fue el luchador espartano que es Pavone, sino que trató de asociarse más con Lamela y Lanzini, pivoteando, por momentos, casi como un volante más y volviendo rápido a retomar la posición de único punta, para que River no perdiera el poco peso que suele trasladar al área rival. Venía con una performance baja, perdiendo seguido de espaldas al arco y siendo repetidas veces anticipado por Schiavi, de arriba y de abajo.

No estaba sacándole jugo a lo que se supone que es su fuerte: su técnica para prenderse al juego de los más creativos, que tampoco estaban encendidos para tejer el circuito. Era un partido más de Caruso, como en los que entra en los segundos tiempos, sin cambiar mucho la ecuación. Pero esta vez fue diferente: sin ser un goleador de raza, tomó la responsabilidad y aprovechó el error rival, en el fallido despeje de Schiavi, para tomar el rebote y exponer la clase que tiene para definir, como acostumbra hacer en las prácticas (es, lejos, el que más goles marca en los entrenamientos).

En la segunda parte, siguió perdiendo más de lo que ganaba contra la defensa rival, sin tener la chance de inquietar. Pero, una vez más, tuvo el sentido de goleador neto activado para estar en el momento preciso en el que el defensor rival yerró adentro del área. No tembló para aceptar el regalo y volarle el arco a Peratta. Oportunismo puro para estar en donde debía.

Le dio la victoria a River, puso los goles. No tuvo un partido brillante en cuanto el juego, pero su tarea era ser la de ser el primer responsable de convertir, y la terminó cumpliendo a la perfección. Fue tomando confianza y hasta tuvo tiempo para recibir la patada por la que Schiavi terminó yéndose expulsado. Por fin llegó su día.

Pese a que llegó a River el año pasado y pedido expresamente por Cappa, de quien dijo que tal vez había tenido que poner a otros jugadores en lugar de él para mostrarlos más, no gozó de las mejores condiciones para mostrarse. Apenas arrancó en un partido como titular ante Godoy Cruz, el campeonato pasado, y, después, siempre ingresó de a ratos, que no supo explotar demasiado, en los segundos tiempos. Hasta el momento en el que anotó su primer gol, llevaba 311 minutos acumulados sin poder festejar siendo jugador de River. Reiteradas veces había comentado que no contaba con las chances suficientes para por mostrarse. La tuvo contra Newell´s, jugando el partido entero, y la exprimió al máximo para darle a un poco articulado River una victoria imperiosa contra un Newell´s que, al borde del precipicio y todo, estuvo cerca de llevarse algo del Monumental.

Foto: Olé