Si hay algo evidente para todo aquel que se deje caer en la capital catalana es que Barcelona es Gaudí e, inevitablemente, por él y por todas las obras que representan a la ciudad, ésta es considerada como un icono del modernismo en nuestro país. Esto es innegable, tanto como que la Casa Batlló llama la atención desde el mismo Paseo de Gracia, lugar donde se encuentra junto con La Pedrera, otra de sus obras posteriores más famosas. Ambas son las responsables de crear esas colas de turistas en ambas aceras. Pero es que, su visita es prácticamente una necesidad con sólo observar su fachada.
Hablemos primero de ésta, que evoca a la naturaleza a través de sus formas onduladas como si de olas se tratasen. Las columnas de ésta cuentan con formas óseas y motivos vegetales, además de inundar el paseo con gran colorido de vidrio y cerámica. Un dato interesante para aquellos que se hayan leído “La Catedral del mar” y que hayan sufrido con los Bastaixos, es que la Casa Batlló también fue construida con piedra arenisca de Montjuïc (como muchos de los edificios de la ciudad). La obra fue un encargo de la familia Batlló que, en 1904 le pidió a Gaudí la remodelación y decoración de la casa, que estaba ya construida. Dos años después, el arquitecto catalán había creado una de las mayores obras de arte de Barcelona.
Para todos aquellos interesados en visitarla, la Casa Batlló se encuentra en el número 43 del Paseo de Gracia, justo en la llamada “manzana de la discordia”, debido a los distintos estilos de los edificios que allí se sitúan. Está abierta prácticamente todo el año y su precio es de unos 18 euros, algo caro para ser un museo. Una vez dentro, os llamará la atención sus techos ondulados y su escalera, cuyo pasamanos tiene en su superficie formas de vértebras humanas. Allí podemos visitar la planta noble, antigua residencia de la familia; el desván; la azotea, donde están las míticas chimeneas y, junto a ellas, el espinazo del dragón vencido por Sant Jordi, según cuenta la leyenda. Su principal característica es que todo es redondeado y diferente, igual que la visión que tendremos del arte una vez hayamos abandonado la casa.
Ahora entendemos perfectamente el por qué Gaudí es tan querido en la ciudad. Gracias a él, Barcelona es una de las ciudades visualmente más originales y cosmopolitas de nuestro país. Todo un baño de modernidad y singularidad que engancha.
Más información: Casa Batlló