Por La Colorida desde Chile No sé qué hacer aparte de resignarme ya que tampoco quiero convertirme en la bruja exigente que quiere hacer todo al gusto de ella y de inmediato.
Así es querid@s lector@s estoy nueve días por medio emparejada y casi casada con mi novio. No es que cambie de marido ni me case a cada rato. Tampoco que en nueve días por medio viva una vida de juerga y soltería, pero la distancia me ha jugado una mala pasada.Lo que pasa es que hace un par de meses mi novio, al que llamaremos Sr. Gris, empezó a trabajar lejos de casa en un sistema de turnos, es decir, está fuera nueve días y regresa cinco y así sucesivamente. Al principio no me molestaba porque soy bastante independiente y pensé que incluso sería favorable porque cada uno tendría su tiempo solo y luego solamente nos juntaríamos para regalonear (lenguaje chileno para: amarse, apapacharse, abrazarse y sólo estar juntos queriéndose).
Pensé también que nueve días no era mucho tiempo y que podríamos acomodarnos fácilmente. Sin embargo, los cinco días que viene cada vez se hacen más cortos, Sr. Gris llega cansado y eso es comprensible, pero debido a esto el resultado es que nunca nos alcanza el tiempo, siempre queda algo pendiente y, al final, la sensación de no te vayascada vez se hace más evidente.
Es una tortura ir a dejarlo al aeropuerto cada vez que se va a trabajar. Pensé que era solamente yo la que me sentía así, y no. Ambos nos extrañamos y estamos esforzándonos mucho para que la distancia y el tiempo no nos jueguen en contra. Lamentablemente ha sido difícil y la opción de volver a trabajar cerca de casa no existe en un corto plazo.