Revista Coaching

Casi 60 años. Cinturón negro. Y una sonrisa que viene de muy lejos

Por Alberto Barbero @albarbero
Casi 60 años. Cinturón negro. Y una sonrisa que viene de muy lejos

Un momento que aún me cuesta asimilar

Ayer pasé el examen y obtuve el cinturón negro de judo. No es habitual lograrlo a esta edad. Tampoco fue fácil. Pero el viaje fue profundamente valioso.

Han pasado 10 años desde que me até por primera vez un cinturón blanco, con más curiosidad que habilidad. Recuerdo a aquellos niños que me animaban con palmadas en la espalda mientras yo intentaba, sin demasiado éxito, mantener el equilibrio. Con los años entendí que caerse —literal y figuradamente— es parte del camino. Lo importante es cómo y con quién te levantas.

En este tiempo he sentido el cuerpo más lento y la mente a veces vencida. También hubo pausas largas, pérdidas importantes, y alguna despedida al tatami que creí definitiva. Pero siempre hubo algo —alguien— que me ayudó a volver. Compañeros que te miran sin juicio, te animan sin estridencias, y te exigen con cariño.

Agradecimiento

Por esto y mucho maś este cinturón no es mío sino del Club. De cada uno de los que compartieron Uchikomis, randoris, charlas en el vestuario y silencios en los que también se aprende.

Y hoy solo quiero agradecer:

  • A quienes me enseñaron técnica, determinación y humildad.
  • A quienes confiaron en mí incluso cuando yo no lo hacía.
  • Y a mis Ukes —una joven que se adaptó a mi con flexibilidad y generosidad en tiempo récord, y otro que me regaló meses de dedicación y cariño—, porque sin ellos no hay examen posible… ni judo posible.

Dicen que el cinturón negro no marca la llegada, sino el verdadero comienzo. Puede ser. Pero yo sé que ya he hecho un viaje precioso. Uno de esos que se parecen al del héroe de los cuentos: lleno de dudas, pruebas, aliados, caídas… y regreso.

No hay edad para seguir aprendiendo.
No hay edad para luchar con elegancia.
No hay edad para dejarse ayudar.
Y no hay edad para volver a empezar.

押忍 (Osu)

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押忍 (Osu) no tiene una traducción literal sencilla, pero suele entenderse como una forma de saludo o afirmación que expresa:

  • Respeto
  • Perseverancia
  • Paciencia
  • Espíritu de lucha
  • Agradecimiento

Es algo así como un “¡Sí, lo doy todo!” o “¡Con respeto y fuerza!” y se usa para mostrar determinación y humildad a la vez, un guiño auténtico al espíritu del judo y a su camino de esfuerzo y respeto.


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