Cada día estoy más convencida que la palabra castigo conlleva una carga emocional negativa impresionante, y mi experiencia como madre me hace ver que es mejor siempre educar en positivo, aunque a veces, hasta a mí misma se me olvide lo que ahora estoy afirmando.
Yo pertenezco a esa generación que se pasó media vida castigada, otra buena parte era reñida delante de cualquiera dando pie a que me juzgaran otros por mi comportamiento y me compararan con aquellos a los que siempre se les ocultaba los defectos delante de los demás. Y la verdad, mentiría si os dijera que alguna vez, yo misma, habiéndolo sufrido, en mi rol de madre he caído en ese mismo error.
Ser madre es muy complicado, y cada día que pasa me doy más cuenta de ello, y es que cuando crees que la situación está controlada, y te relajas, aparece un nuevo frente, y otra vez de nuevo en alerta.
Pero no quiero hablar sobre madres, y mi experiencia materna, sino de hijos, o de hijas, no vaya a ser que los defensores y defensoras del género se me enfaden. Quiero hablaros sobre el castigo, ese método tan arcaico como poco efectivo, que lo único que consigue es que aprendamos a base de miedo, y creo que debemos de aprender de las experiencias.
Este mediodía, a la salida del colegio, Blanca venía llorando, pues en el examen de naturales había sacado un cinco. Estaba muy preocupada, y era para estarlo, yo creo que realmente se estaba dando de bruces con una realidad que yo ya venía pronosticándole desde hace unas cuántas semanas. Y es que le está costando adaptarse a tercero, y es que si el inicio del segundo ciclo de primaria suele ser difícil, no hablemos ya, si durante dos años, has tenido una profesora… que en fin, mejor omito lo que opino, porque se que mis hijas leen el blog, y no quiero dar mal ejemplo, pero bien podría ser candidata a donante de riñones (frase que le robo a mi marido).
Blanca estaba preocupadísima de que su padre al llegar a casa le riñiera, es más, me dijo que no se merecía ni la fiesta de cumpleaños que le celebraremos, si Dios quiere, el próximo viernes 27 de noviembre, y yo le dije, que no era necesario llegar a tanto.
Le pregunté como se sentía, y me dijo que muy mal, y me dijo que ella había contestado todas las preguntas, algo de lo que no me cabe duda, pues yo misma le expliqué el tema y lo repasé con ella, el problema es que dejó el estudio para última hora, y tuvo que estudiar de sopetón, y encima, cuando escribe las preguntas pone lo mínimo de lo mínimo, y no tiene una redacción escrita muy coherente, esa es la realidad, por lo que estoy segura, de que de haber sido el examen oral, esa nota hubiera mejorado muchísimo, pero claro, tenemos que adaptarnos a todo, y tiene que aprender a seguir las normas.
Cuando vi su angustia pensé, ¿qué gano en castigarla? Si ya bastante castigo tiene con el sofocón que se está llevando, entonces, me agaché y me puse a su altura, y le dije: “No te preocupes, esto es una lección que tenías que aprender” A partir de ahora, vamos a hacer una cosa. Vas a confiar más en mí, y me vas a dejar que yo te ayude. Y es que la peque de la casa es muy independiente, y quiere hacer las cosas por si misma, y es algo loable, y que dice mucho de ella, pero también debe de aprender a que a veces, es bueno tener una referencia para adquirir conocimientos.
Pero, un rato más tarde, me asaltaron las dudas, ¿y si me ha dado coba? ¿y si lo correcto hubiera sido castigarla? Pero entonces, me dirigí a la planta baja, y allí estaba estudiando, concentrada, haciendo sus tareas, y me dijo. Mami, ¿puedes sacarme ejercicios de números romanos como haces con mis hermanas?
Entonces, la cogí le di un gran beso y un abrazo muy, pero que muy apretao, como diría mi amiga Regli, y le dije, tranquila cariño, vamos a conseguirlo, ya verás como entre las dos podemos.
Hoy ha estado toda la tarde feliz, motivada, y concentrada, y a la hora de cenar me ha dicho, mami, hoy me siento muy bien, he descubierto que cuando hago las cosas bien, estoy más contenta que cuando me dejo llevar por mi flojera, y no las hago bien. Voy a esforzarme mucho, mucho de verdad.
Así, que al final, las consecuencias y el diálogo, han tenido más efecto que el castigo. Ya os iré contando, como va la cosa, porque me da la sensación que este año me va a tocar trabajar y mucho con ella, pero algo tengo claro, a jartible no hay quien me gane.