El sábado leía un titular sobre un padre que asesinó a su hija al meterla en la bañera con agua hirviendo. Era un supuesto castigo y no sé más, fui incapaz de leer la noticia, pero me ha hecho preguntarme donde está el límite de los castigos, ¿sabemos lo que es eso? ¿acaso ese padre no se daba cuenta de que su hija estaba sufriendo? Porque no me quiero, ni puedo imaginar los gritos de dolor y el llanto por los que tendría que pasar esa criatura.
El problema es que cada vez hay más casos así, vemos a padres que parece que disfrutan cuando sus hijos lloran, escuchamos eso de “si le ha pegado será porque se lo merecía” y de verdad que cada vez me da más pena. Parece que un padre que educa bien a sus hijos es aquel que es autoritario, que grita, que le pega si hace falta, y que le hace llorar, porque cuanto más llore más aprenderá, y no entendemos que precisamente con gritos y lloros es precisamente como no aprenden, dejarán de llevar a cabo ciertas conductas, por miedo a las represalias o a las consecuencias, pero no habrán aprendido a afrontarlas ni a enfrentarse a los problemas.
Soy la primera que a veces eleva la voz, se enfada o tiene conductas con su hijo de las que luego se arrepiente (entiéndase que siempre dentro de un límite), pero si soy consciente de que ese no es el modo de educarlos, de que si gritamos es por desahogo adulto, no “por su bien” ni para que aprendan, y parece que hoy en día la sociedad nos transmite todo lo contrario. Los que intentamos ir por el camino de la disciplina positiva somos “bichos raros” y no nos damos cuenta que muchas de las conductas que a veces se tienen con los hijos rozan el maltrato (bien sea físico o psicológico).
Os planteo una pregunta que transmitía en mi último taller sobre rabietas infantiles: si veis a una persona adulta llorando en plena calle ¿cómo actuáis? Seguramente os acerquéis para saber si está bien, y si no podéis hacerlo os iréis a casa pensando en qué le pasaría; pero si al que veis llorar en la calle es a un niño ¿qué pasa? ¿le dais alguna importancia o pensáis que si llora es porque se lo merece, porque habrá hecho algo mal?
Parece que lo que queremos es que nuestros hijos no nos molesten, pero luego exigimos que sean educados, que no lloren, que razonen…hay muchas personas que con 40 años son incapaces de hacer todas estas cosas y se las estamos exigiendo a personitas de 2 años.
Tenemos una presión social que cada vez es más exigente con los niños, en cambio (por ejemplo) cada vez somos menos exigentes con esos que dirigen nuestro país y las grandes empresas y que se aprovechan de nosotros como quieren. El: no lo cojas que se acostumbra, cuando le vas a quitar el chupete, que no duerma con vosotros, que no beba en biberón, no le consientas, si coge rabieta ignóralo….están a la orden del día. Para ello sólo veo una respuesta posible, y es hacer lo que nos de la gana sin que nos importe el qué dirán.
Tuve un embarazo muy malo y recuerdo que cuando mi hijo nació lo tenía en brazos todo el tiempo que podía, pero la mayoría de la gente no hacía más que decirme que lo iba a mal acostumbrar…por favor, pude haber perdido a mi hijo, pudo haber nacido con mil problemas, y una vez que estaba fuera sano y salvo me venían a decir que no lo cogiera?? que no lo abrazara?? no me cansaré de decir que los padres somos libres de educar a nuestros hijos del modo que queramos (no hace falta decir que el modo de castigar a los niños con cosas semejantes como los castigos con agua hirviendo no es un modo de educar), y que una vez encontremos nuestro camino y la forma en la que queremos ayudarles y dejemos de dar importancia a lo que nos digan los demás seremos mucho más felices, y sobretodo estaremos ayudando a nuestros hijos a crecer correctamente del modo que nosotros creamos adecuado, pues lo que yo pienso no significa que sea lo bueno o lo correcto, sino lo que a mí me parece mejor y lo que mi pareja y yo hemos decidido para nuestra familia, sin tener en cuenta lo que el resto del mundo pueda decir, pues escucharemos opiniones pero seguiremos siendo conscientes de lo que a nosotros nos parece correcto.
Sólo una cosa más, que creo que muchas veces se nos olvida: los niños son personas, pequeñas, pero personas, que merecen el mismo respeto que debemos darle a otro adulto o a un persona mayor.