Revista Política

Catalunya empieza a moverse

Publicado el 12 noviembre 2012 por Joaquim
Catalunya empieza a moverse
La campaña electoral en Catalunya ha comenzado pivotando alrededor del lema de añejo sabor totalitario que encabeza los carteles de la coalición de la derecha nacionalista catalana: "La voluntad de un pueblo".  Un mensaje nada subliminal, que apunta directamente a que la independencia es según esta gente LA ÚNICA voluntad en torno a la cual se articula TODO el pueblo catalán. De donde se deduce que aquellos ciudadanos cuyas voluntades apuntan en otras direcciones, simplemente no forman parte del pueblo catalán. Mal empezamos pues.
Más allá de la rotundidad de semejante mensaje, la verdad es que el caudillismo "democrático" que exhibe Artur Mas en mitines y propaganda electoral resulta una impostura exagerada en el personaje y sus pares. Si hay algo de lo que carece esta gente es precisamente de capacidad para los grandes gestos (grandes por desmesurados, no porque contengan grandeza): lo suyo es el trapicheo, el cambalache, el qué hay de lo mío, el toma y dame. Las heroicidades a lo William Wallace les vienen grandes. Así que la campaña de CiU no se la creen ni sus potenciales votantes, a los que en este viaje intentan pescar en los caladeros del independentismo radical; a los fijos de la casa tanto les da, ellos saben perfectamente qué intereses defienden los próceres del nacionalismo catalán de derechas y están conformes conque lo hagan de la manera que crean más eficaz en cada momento. Para el votante convergente tradicional, una vez asegurado lo esencial todo lo demás, incluida la independencia de la patria, es contigente y objeto de mercadeo si se tercia.
En la izquierda parece haberse frenado algo no tanto la sangría electoral previsible, como el suicida abandono del campo de batalla en manos del enemigo vivido en los últimos tiempos. El flamante secretario general del PSC, Pere Navarro, empieza a golpear donde duele -la corrupción masiva en los gobiernos de CiU anteriores al Tripartito, por ejemplo-, a poner de relieve en público que los temas importantes son los sociales y que el enfoque "nacional" de la campaña, en el sentido catalanista y españolista, es un puro intento de distraer a los catalanes de lo que realmente se ventila aquí y ahora.
La cosa es que las derechas española y catalana están de acuerdo en lo fundamental, la política de recortes sociales y la destrucción de los servicios públicos, mientras fingen discrepar en lo accesorio, el "derecho a decidir" y todas esas sandeces superestructurales. Y es que con independencia o sin ella, las burguesías española y catalana continuarán ejerciendo la hegemonía política, económica, social y cultural en sus respectivos corrales, o al menos esa es su intención para el presente milenio. Este es el lomo que debemos quebrar cuanto antes: las políticas antisociales que ambos gobiernos, el de Madrid y el de Barcelona, desarrollan de común acuerdo como garantía de su perpetuación en la hegemonía política y social.
También en ICV-EUiA las cosas comienzan a moverse hacia la sensatez, luego de que una asamblea de la organización revolcara la autodestructiva política de sus dirigentes de intentar disputar espacio nacionalista a ERC. Las bases de los postcomunistas no podían entender una apuesta tan extravagante, y Joan Herrera y compañía se han tenido que tragar sus melifluos llamamientos en favor de la autodeterminación y sus maravillas, y empezar a hablar de lo que a sus votantes realmente les importa e interesa: la presunta crisis que vivimos y los modos de afrontarla desde la izquierda.
En otro orden de cosas, el previsible incremento de la abstención favorecerá seguramente el incremento de la presencia parlamentaria de las fuerzas pequeñas, que pueden mejorar sus resultados (ERC podría recuperar una parte de los diputados perdidos durante el Tripartito), o su estabilización o algún ligero avance (es el caso de ICV-EUiA si es que logra recuperar imagen social, muy deteriorada por la inicial apuesta autodeterminista).
En la extrema derecha españolista las cosas se mueven también, aunque los cambios son en realidad trasvases internos de nombres y siglas: incrementará su representación Ciutadans a costa del PP y gracias a la abstención, y es posible que Plataforma per Catalunya, organización fascista y racista a la vieja usanza, logre algún escaño. Finalmente en la extrema derecha catalanista desaparecerá SI, la formación que lanzara el inefable Joan Laporta, y sus votantes irán a para a la CUP, un grupo de carácter populista ultranacionalista con simpatías batasunas.
La huelga general del próximo miércoles es una ocasión para romper la dinámica perversa que quería limitar la campaña catalana al pseudodebate polarizado entre nacionalismo español y nacionalismo catalán, el más rentable para las respectivas derechas políticas y sociales. Habrá que ver si las izquierdas catalanas, PSC e ICV-EUiA, son capaces de capitalizar políticamente en su favor ese esfuerzo de movilización popular o si de nuevo se dejarán arrastrar al debate superestructural de las identidades nacionales, lo que en las actuales condiciones sin duda muy probablemente sería su tumba definitiva.

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