Revista Maternidad
La semana pasada se festejó la Semana Mundial por el parto Respetado. Casualmente, en medio de los festejos, tuvimos que asistir a la tremenda desgracia de una figura pública, que perdió a su hijo de 36 semanas de gestación.Las razones de esta pérdida no están claras. La madre venía de un momento de mucha exposición mediática, con el consecuente estrés que ello puede significar, sobre todo para una embarazada, y que encima ha tenido partos y embarazos complicados con anterioridad. Algunos hablan de muerte súbita. Y otros, los más, los “dueños de la palabra”, los mismos que expusieron públicamente a esta mujer al escarnio público por cuestiones que, erradas o no, eran de su vida privada, hablan de que se habría intentado un parto en casa, y responsabilizan a la partera de la muerte del bebé.En la Semana Mundial por el Parto Respetado, quienes venimos luchando, desde los lugares más sencillos, porque los niños puedan tener un mejor nacimiento y que las madres puedan elegir cómo, dónde y con quién parir, y ser protagonistas de su parto, nos encontramos con pseudo periodistas hablando de “partos artesanales” y “partos bíblicos”, y médicos diciendo que “nadie debería parir en su casa”, como si quienes optamos por traer al mundo a nuestros hijos en la intimidad del hogar, fuéramos unas locas que en pos de un capricho, dejamos librados al azar y a la buena (o mala) fortuna nuestra vida y la de nuestros propios hijos, sin medir las consecuencias.Asistimos, sin poder creerlo, a una “caza de brujas” moderna, en la que la hoguera son los medios que deforman y desinforman, y las víctimas, las parteras y obstetras que asisten partos en casa, y las mujeres que decidimos tener a nuestros hijos en nuestro hogar.Se nos acusa de irresponsables, como si el traer un hijo al mundo fuera una situación patológica, y la ausencia de la tecnología y los protocolos que se aplican en las instituciones nos pusiera en inmediato riesgo de vida, a nosotras y a nuestros hijos.Lamentablemente, esto es algo que sucede cíclicamente, aquí y en otras partes del mundo: sucedió en España, en Rumania, y aquí mismo. Las desgracias existen. Nadie está libre de que le suceda alguna, y quienes hemos decidido parir en nuestro hogar lo sabemos. Y lo sabemos porque a diferencia de quienes paren en los hospitales, que solo buscan el que tenga la mejor hotelería o la mejor neo, según el caso, quienes decidimos parir en nuestra casa hemos debido informarnos sobre todo lo relativo al parto y nacimiento, no solo para estar seguras de la decisión que hemos tomado, sino también para poder defendernos de la mirada inquisidora del “afuera”. Las desgracias existen, y nadie está libre de que le suceda alguna. Sin embargo, esos mismos medios que se han ensañado con el parto en casa, no informan sobre la cantidad de cesáreas innecesarias que hay en las clínicas privadas, ni sobre los casos de mala praxis, ni sobre el maltrato obstétrico y neonatológico que se aplica diariamente en todo el país a las parturientas y al recién nacido. “De eso no se habla”. Los médicos y las instituciones tienen mil formas de cubrirse para que no se hable de estas cosas. Ellos tienen el poder, y nosotros nos sometemos a su veredicto.No reniego de la medicina. Soy hija de médico. Pero creo firmemente que los médicos deben estar para hacerse cargo de lo patológico. En los embarazos y partos sanos, una partera está perfectamente entrenada para hacerse cargo de la situación.Nos dejemos que tantos años de lucha sean arrastrados por el fango, mediante falacias, ya que ni siquiera se sabe exactamente qué ha sucedido, todo son conjeturas.Las mujeres hemos GESTADO, PARIDO Y CRIADO a nuestros hijos durante milenios, y es por eso que la humanidad ha llegado hasta donde está hoy en día.Las mujeres tenemos este precioso DON, este gran PODER. No dejemos que nos metan el miedo en el cuerpo. NOSOTRAS PODEMOS.