Revista España
Sierra Morena hermana las provincias norteñas de Andalucía, aquellas que lindan con las tierras bajas de La Mancha y Extremadura.
En Sevilla, a Sierra Morena la llaman la Sierra Norte y en sus solanas las gentes de este lugar levantaron blancas y señoriales cortijadas, como origen de villorrios señoriales, dedicados a las labores del campo y la ganadería y adscritos la mayor parte de ellos a las estéticas del barroco del XVIII.
Cazalla de la Sierra posee el aliento de la montaña y el acento monumental de las villas de la campiña. Nada chirría en ella: Paisaje y arte ilustran su carácter sosegado y galante, afable y obsequioso. Al lado de los viejos palacios que evocan romances fronterizos hay un olor a hierbabuena y laurel, a ramas de pino y mejorana que traen consigo las brisas de la sierra.
A Cazalla se llega por una carretera romántica que se hace más bella aún cuando una tormenta de primavera la ensombrece y la rocía de lluvia. El blanco caserío se adivina a lo lejos, encaramado a una pesada loma de encinas y alcornoques.
Cazalla tiene dos barrios que definen todo aquello que atesora el pueblo. La calle Llana los separa. A un lado, trepando por la ladera, se asoman las sencillas casas de los labradores, cubiertas de parras y geranios.
Más abajo, Cazalla enseña el peso de su historia. La plaza mayor es una rareza en mitad del espeso bosque. Una torre mudéjar de ladrillo rojo se alza al lado de la iglesia donde veneran a Nuestra Señora de la Consolación. (El Mundo)