Soy vegetariana desde la adolescencia por convicción, salud y gusto personal. Siempre intento darle una vuelta de tuerca simple, pero gustosa a los ingredientes vegetales más cotidianos (claro que dándome un gustito o un lujo de vez en cuando para enriquecer, aún más, esa paleta de colores y sabores que consumo de manera cotidiana). Incluyo en mi dieta - y en la de mi familia -las nutritivas legumbres y semillas, algunas masas, pastas y panes.Nunca les mentí y desde el primer día les comenté que mi cocina incluye raciones normales de lácteos (alguna leche, algún queso, para ser más exacta) y huevos (frescos, de campo o de granja provenientes de gallinas ponedoras felices que picotean por aquí y por allá, libres en sus gallineros y que no son alimentadas con comida de dudosa procedencia, ni permanecen enjauladas, tratadas con hormonas de crecimiento y obligadas a dar escuálidos y lastimeros huevos). Pues bien, si vienen siguiendo este blog desde sus comienzos habrán leído ya alguna receta con pescado. Sí, de vez en cuando, incluyo en mi dieta algún plato con pescado o mariscos porque el potencial de omegas, vitaminas y minerales que me ofrecen ciertos pescados magrosblancos (merluza o brótola) y azules (atún o bonito) o los mariscos mismos, no puedo dejarlos escapar tan fácilmente. Y en eso estoy hoy con esta deliciosa cazuela de merluza, pero bien pueden usar el pescado que les agrade.Hecha la aclaración-introducción, les cuento un poco sobre esta receta. Es una preparación con varios ingredientes (que, como siempre les digo, pueden adaptar a su despensa y heladera o a su billetera) que amalgaman muy bien entre sí para terminar aportando mucho sabor a un plato que se hace más rápido de lo que se imaginan y que les hará quedar como unas reinas.Lo preparé en la cazuela-cacerola de barro que heredé de mi mamá (que ya cansada de usarla la abandonó por teflones más modernos. ¡Ay, cuánta ingratitud en una sola cocinera!). En fin, como ella no la quería, en mi cocina le hice un lindo lugarcito entrelas ollas de acero y las de teflón de todos los tamaños para que se sintiera como en su casa.
Limpiá bien (léase: chequeá que no tenga alguna espina que se le escapara al pescadero y enjuagá uno por uno) los filetes de pescado. En este caso se trata de 1 kg de filetes de merluza que tendrás que cortar en trozos una vez limpio. Cortá en cuadraditos pequeños 1 cebolla grande (micro pedacitos si en casa no son fanáticos de la cebolla, pero no dejés de usarla porque aporta mucho sabor a la receta); hacé lo mismocon 1/4 parte de un ají-pimiento rojo, un ají amarillo y uno verde (sí, 1/4 parte o un trozo de cada uno de ellos). Poné a hidratar en té (yo empleo la variedad Earl grey porque acentúa los sabores, enriqueciendo los matices) media taza de hongos secos. Además, cortá en rodajitas unos 4 ó 5 puerros.Para acompañar este plato, elegí unos papines patagónicos (de la bellísima y pintoresca Gaiman, Provincia de Chubut) que me parecieron encantadores, parejitos y muy apropiados. En tu caso, elegirás los papines que te agraden o consigas en la verdulería o el mercado de tu barrio, o cortarás algunas papas en trozos medianos para incluirlos en la cazuela.
Decidí emplear los papines con piel (por ello, los lavé muy bien con abundante agua y cepillo. ¡Quedaron relucientes!) para que no absorbieran mucho jugo de la cocción y conservaran sus propios sabores, pero claro que pueden pelarse si eso es lo que deseás...Asimismo, como en esta época del año no consigo unos tomates dignos para una salsa, empleé para la preparación media botella (aproximadamente 500 cc.) de conserva de tomate natural triturado (de procedencia mendocina) que no posee conservantes ni colorantes y que, en definitiva, es igual al tomate que prepararía encasa para mi salsa.
En la cacerola de barro colocá 1 cucharada de aceite neutro y rehogá allí la cebolla, los ajíes de colores y el puerro. Sazoná con sal, pimienta y orégano, y añadí una hoja de laurel bien lavadita para que aporte sabor a la cocción.
Una vez que los vegetales perdieron su consistencia y la cebolla se volvió traslúcida, añadí el tomate triturado. Unos minutitos después, incorporá los hongos, cortados en fina juliana. Corregí la sazón, añadiendo pizca de sal, pimienta y tomillo.
Más tarde, incorporá los papines y espolvoreales una cucharadita (de té) de pimentón dulce. Tapá y dejá cocinar a fuego medio, controlando cada tanto para que no se quede sin líquido ni se peguen los ingredientes al fondo de la cacerola.Tené en cuenta que esta preparación no lleva mucha cocción y que las cacerolas de barro ayudan a que el tiempo de cocido no sea muy prolongado; por ello, conviene cocinar a fuego medio y cuidar atentamente que la preparación no se pegue al fondo del cacharro.
Por último, cuando los papines casi no ofrezcan resistencia al pinchazo de un tenedor, añadí 1 lata de arvejas (o 1 paquete de arvejas congeladas, cocidas al vapor) y los trozos de pescado. Condimentá con sal, pimienta, orégano, tomillo, albahaca morada, nuez moscada y otra lluviecita de pimentón dulce. Dejá cocinar por 10 minutos, apaga el fuego y permití que los sabores, los jugos y los aromas se asienten en la cazuela por un minutito (con la cacerola tapada).
Serví con un rico pan casero o de campo y disfrutá de un manjar simple, rústico, cálido y con reminiscencias bien caseras.
¡Qué lo disfrutes! Después contame cómo te salió la receta o si preparaste tu propia versión, mostrame fotos. ¡Me encantaría saber cuál es tu propia versión de la cazuela de pescado!
Las fotografías de Gaimán, Provincia de Chubut, República Argentina, corresponden a la Secretaría de Turismo de la provincia, fotógarfo desconocido y Anabella Segatti, correspondientemente.