Revista 100% Verde
Este breve comentario se lo voy a dedicar a una de mis hortalizas que tengo en mi huerto de forma permanente, ya que solo se interrumpe su producción en los dos o tres meses de verano, por las altas temperaturas. Se trata de la cebolla de verdeo o cebolleta, cuyo nombre cientifico es Allium fistulosum, siendo de la familia de las Liliáceas. La cebolleta es perenne, que nunca forma bulbos. Su forma característica es alargada, de poco grosor, de hojas y tallos prácticamente huecos. Requiere una exposición soleada en lugar abierto y ventilado. Prefiere suelos ricos, con una textura algo arenosa y bien drenado. Como ya comenté anteriormente, en verano dejan de crecer y florecen. En otoño, cuando ya bajan las temperatura y vuelven las lluvias, empiezan nuevamente a crecer. Entonces le suelo mover la tierra y le aplico un buen abonado con estiércol de caballo. Empezando nuevamente a crecer y a multiplicarse continuamente. Cuando ya tiene un tamaño adecuado, se comienzan a recolectar. Para ello, se quita la tierra de alrededor para descubrir las raíces y se desgaja varios tallos. Siempre de debe de dejar dos o tres en la tierra, para que sigan multiplicándose. A continuación, se agrega una poca tierra y se riega, para que una vez que la tierra se haya asentado bien y absorbido el agua, se tapa las raíces totalmente con una tierra fina, para que la cebolleta se vaya reproducido nuevamente. Tras su recolección, se limpian los tallos, quitando los resto de piel seca que tiene, se cortan las hojas y raíces, estando ya lista para consumir. Su sabor es más dulce y delicado que la cebolla tradicional. Una vez limpia y lavada, es recomendable aprovechar sólo su parte blanca y tres o cuatro centímetros de su parte verde. La cebolleta, cortada en tiras o en rodajas, puede ser aprovechada en la decoración y preparación de ensaladas, salsas, carnes, sopas, y platos a base de huevo. Hasta aquí, este breve comentario de unas de mis hortalizas que se crían perennemente en mi huerto. Un cordial saludo. Antonio