Revista Baloncesto
En los años 60, Celtics y Lakers habían llegado a enfrentarse hasta en siete ocasiones en la lucha por el título, y siempre con la victoria cayendo del lado de Boston. Sin embargo, habría que esperar quince años para volver a ver este duelo mítico en las series finales, con distintos protagonistas pero los mismos ingredientes que forjaron una rivalidad que ya se había convertido en legendaria.
La década de 1970 no fue especialmente buena ni para unos ni para otros. Después de su dominio absoluto en los 60, los Celtics sólo pudieron hacerse con los títulos de 1974 y 1976, mientras que los Lakers volvieron a perder otras dos finales (1970 y 1973), esta vez ante los New York Knicks. El único punto brillante de la década angelina fue la temporada 1971-72, en la que los Lakers batieron el record de victorias consecutivas (33) y se alzaron con un Anillo que habían estado persiguiendo desde que cambiaran la fría Minneapolis por el sol de Los Angeles. Pero si por algo se recuerda ese decenio es por ser el del despunte de la American Basketball Association (ABA), una liga espectacular y colorida que restó protagonismo a la hasta entonces todopoderosa NBA. El auge de la ABA, sumado a la falta de superestrellas como las de antaño en la NBA (ya no había un Chamberlain, ni un Russell, ni un West, ni un Robertson) hizo que la liga perdiera algo de interés entre el público aficionado al baloncesto.
-Dos enemigos íntimos
Después de que los 70 se caracterizaran por la ausencia de un equipo o equipos dominadores (en esa década ganaron el Anillo New York, Milwaukee, Los Angeles, Boston, Golden State, Portland, Washington y Seattle), el binomio de poder Celtics-Lakers se retomó en los años siguientes. Y lo hizo al calor de dos jugadores cuya rivalidad personal, y también sus caracteres completamente opuestos, volvió a ser el reflejo de la rivalidad histórica entre sus equipos. Magic Johnson y Larry Bird llegaron a la NBA en 1979, después de enfrentarse por el título de la NCAA, un duelo que se llevaron los Spartans de Michigan State de Magic. Desde ese momento, ambos jugadores protagonizaron enfrentamientos espectaculares para dirimir quién era el mejor jugador de su época, y desde luego que resulta casi imposible asegurar si uno era mejor que el otro. De nuevo, sus marcadas personalidades polarizaban en direcciones opuestas las personalidades de sus equipos, un ingrediente que alimentaba aún más su rivalidad. Magic era el jugador de la eterna sonrisa, del juego espectacular, la velocidad, el showtime, el jugar a baloncesto como quien disputa un partido de exhibición. Por el contrario, Bird era un tipo serio, desgarbado, con unas condiciones físicas limitadas pero con un conocimiento del juego, una capacidad de liderazgo y sobretodo una calidad fuera de toda calificación. Magic, con su carisma y su magnetismo, comandaba a un equipo con el glamour de California, mientras que Larry capitaneaba a unos tipos duros con cara de pocos amigos.
Antes de que ambos equipos se enfrentaran en las Finales, ya habían conocido la gloria por separado. Los Lakers habían ganado el Anillo de 1980 -con un partido final mítico en el que Magic lo bordó jugando de pívot- y también el de 1982, en ambas ocasiones con los Sixers de Julius Erving como rival (se midieron también en la Final de 1983, esta vez con triunfo de Philadelphia). Por su parte, los Celtics habían sido campeones en 1981, superando con claridad a unos inexpertos Houston Rockets. No sería hasta 1984 cuando Boston y Los Angeles se enfrentaran directamente en la lucha por el Anillo, en la primera temporada en la que había que superar cuatro rondas para hacerse con el título.
Aquella final levantó muchísima expectación. Era la primera vez que Bird y Magic se medían en unas finales, y estaba en juego la supremacía de unos u otros en la NBA. Junto a las grandes superestrellas había un selecto elenco de jugadores legendarios en ambas franquicias, todos ellos importantes de una u otra forma en las finales posteriores. En Boston, a Larry Bird lo acompañaban en el quinteto inicial Gerald Henderson y Dennis Johnson en el backcourt, Cedric Maxwell como power forward y el gran Robert Parish intimidando en el puesto de pívot, con Kevin McHale (Mejor Sexto Hombre esa temporada) saliendo desde el banquillo para aportar en ambos lados de la pista. En los Lakers, Magic era el base de un equipo que contaba además con Norm Nixon y Jamaal Wilkes en las alas, con Kurt Rambis y Bob McAdoo en la pintura y un joven James Worthy aportando su energía como suplente. Y, por supuesto, una leyenda viva como Kareem Abdul-Jabbar, que a sus 35 años seguía siendo el máximo anotador del equipo.
En aquella temporada 1983-84, los Celtics (con Larry Bird en el primero en sus tres MVP's consecutivos) fueron el mejor equipo de la temporada regular (62-20), deshaciéndose con claridad de Washington Bullets, New York Knicks y Milwaukee Bucks para llegar a la gran final. Los Lakers, por su parte, lideraron el Oeste (54-28) y eliminaron a Kansas City Kings, Dallas Mavericks y Phoenix Suns. Por fin, tres lustros después de aquella mítica e inesperada victoria de los Celtics en el Forum de L.A. en 1969, Boston y Los Angeles se veían en la gran final de la NBA. Los Lakers se llevaron el primer partido a domicilio, y probablemente la historia habría sido diferente de no ser por una jugada clave al final del segundo encuentro. Con los visitantes por delante 113-115, Gerald Henderson interceptó un pase de Worthy para conseguir una bandeja fácil que llevaba el partido a la prórroga. En el tiempo extra se impusieron los Celtics e igualaron una serie que habría estado casi sentenciada con un 0-2. Otra victoria in extremis de Boston -con una canasta en el último segundo de Dennis Johnson-, también en la prórroga, ponía el 2-2 en la eliminatoria. Al final, los Celtics se llevaron el triunfo en el séptimo encuentro, ante la locura de unos aficionados que invadieron el Boston Garden antes incluso de que se consumiera el tiempo.
Por aquel entonces, el dominio verde en las finales contra los Lakers era aplastante: ocho victorias en ocho enfrentamientos. En algún momento la racha se tendría que cortar, y eso ocurrió al año siguiente. En 1985, por primera vez los Lakers ganaban el Anillo ante los Boston Celtics, de la mano de un superveterano que seguía haciendo historia en la NBA. Tanto Lakers como Celtics se tomaron en serio la temporada regular, acabando con 62 victorias los angelinos y con 63 triunfos los de Boston, con Larry Bird siendo otra vez MVP. Por el camino de los Playoffs quedaron Phoenix, Portland y Denver en el Oeste y Cleveland, Detroit y Philadelphia en el Este. Parecía que la temporada regular sólo era un preludio para que ambas potencias volvieran a enfrentarse cara a cara en la final de finales.
La serie final empezó de manera inmejorable para Boston. Los Celtics se impusieron en el partido inaugural por 148-114, la mayor paliza de la historia de las Finales, un encuentro que ha pasado a la leyenda como el Memorial Day Massacre. Todo hacía prever otro triunfo verde, pero los Lakers supieron sobreponerse de una manera encomiable. Los Angeles ganó el segundo partido en Boston, y se llevó dos de los tres siguientes en el Forum (recordemos que el formato de las Finales era 2-3-2). Para cuando la serie volvió a Boston, los californianos estaban concienciados de no dejar escapar el Anillo como habían hecho la temporada anterior, y se impusieron por 100-111 gracias a un espectacular Kareem Abdul-Jabbar, MVP de las Finales con 37 años y unos promedios de 26 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias. Lo que el año anterior había sido invasión de campo, esta vez era un silencio sepulcral. Muchos, muchos años después, y tras muchos fracasos, los Lakers levantaban el título de la NBA en el Boston Garden, enterrando para siempre su leyenda de campo maldito.
La última vez que se vieron las caras ambos equipos en las Finales en los años 80 fue en 1987. En el año anterior, unos sorprendentes Houston Rockets comandados por sus Twin Towers (Ralph Sampson y Hakeem Olajuwon) habían apeado a los Lakers de la gran final, circunstancia que aprovecharon los Celtics para conseguir su 16º Anillo ante los tejanos. Pero todo volvió a la normalidad en la temporada 1986-87, en la que los Lakers fueron el mejor equipo de la temporada regular (65-17) y arrasaron en Playoffs a Denver, Golden State y Seattle. Boston, con problemas de lesiones, se "quedó" en 59 victorias y tuvo que sudar tinta china para eliminar a Chicago (en la serie en la que "Dios se disfrazó de jugador de baloncesto", en palabras de Larry Bird sobre Michael Jordan), Milwaukee y Detroit. Los californianos aprovecharon su superioridad física y el hecho de llegar más descansados a la cita para imponerse en los dos primeros partidos de la Final y encarrilar la serie. Boston ganó el tercer partido, y a punto estuvo de llevarse el cuarto encuentro que habría igualado la eliminatoria. Pero entonces apareció Magic Johnson.
En los últimos segundos del encuentro, los Lakers perdían por dos puntos (106-104) cuando Jabbar recibió una falta personal. Anotó el primer tiro libre pero falló el segundo, aunque en la lucha por el rebote el balón salió por la banda y favoreció a los Lakers. Magic recibió el pase y encaró a tres jugadores de los Celtics, remontando la zona y lanzando un gancho que puso el 106-107 definitivo. Larry Bird declararía poco después: "Puedes esperar perder por un sky hook. Pero no esperas que sea de Magic". Magic imitó la jugada más imparable de todos los tiempos, el sky hook de Kareem Abdul-Jabar, y quedó para siempre rebautizada como el junior junior junior sky hook. Esa canasta ponía el 3-1 y la puntilla a una serie que los Lakers se llevaron por 4-2.
Así pues, el balance de finales Celtics-Lakers en los 80 se saldó con un 2-1 a favor de los angelinos, que se llevarían el global de títulos de la década por 5-3 frente a los Celtics. Después de 1987, los Lakers aún ganaron un Anillo más -en 1988-, pero las retiradas progresivas de Jabbar y Magic dejaron paso a una época más oscura. Lo mismo que sucedió en Boston, que perdió la supremacía de una Conferencia Este que dominarían primero los Bad Boys de Detroit y luego los Bulls de Michael Jordan. La sequía de los Lakers duraría hasta principios del siglo XXI y la llegada de Phil Jackson, mientras que la travesía por el desierto de los Celtics aún se prolongó un poco más. No sería hasta 2008 cuando los dos grandes de la NBA volvieran a medirse en la lucha por el Anillo. Pero esa es otra historia...
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