Revista Salud y Bienestar
Aunque las lesiones de médula espinal rara vez pueden repararse, estas heridas en el sistema nervioso central sí experimentan cierto proceso de cicatrización, en el que células de distintas partes del organismo acuden a la zona afectada para cubrir -ya que no sanar- los daños.
Hasta ahora, se pensaba que la gran mayoría de estas células eran astrocitos, células del propio sistema nervioso que participan habitualmente en los procesos de reconstrucción de heridas. Sin embargo, un nuevo experimento con ratones ha permitido observar que los pericitos, procedentes de los vasos sanguíneos, son las células que más abundan en las cicatrices de la médula espinal.
"Hemos diseñado una estrategia experimental, usando ratones genéticamente modificados, que nos ha permitido comparar la reacción de los astrocitos y los pericitos tras lesiones en la médula espinal", detalla a ELMUNDO.es el doctor Christian Göritz, investigador del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) y uno de los autores del estudio, que se acaba de publicar en la revista 'Science'.
Los científicos lograron marcar un grupo específico de astrocitos y siguieron el movimiento de estas células, que migraban a la zona lesionada para contribuir a la reparación. Los pericitos son una parte fundamental de los pequeños vasos sanguíneos y contribuyen a la circulación de la sangre, explica Göritz, pero su labor en las cicatrices del sistema nervioso era desconocida hasta ahora.
El descubrimiento es importante porque se cree que los astrocitos provocan un efecto perjudicial para el paciente: a la vez que cicatrizan, impiden la regeneración de la médula espinal dañada. Las investigaciones se habían centrado tradicionalmente en el papel de estas células nerviosas, pero la nueva identificación de los pericitos como actores principales de este proceso abre un nuevo campo de estudio para los expertos.
-Facilitar la regeneración
"Conocer el origen de la mayor población de células en la cicatriz es un paso esencial para comprender el proceso de cicatrización y un requisito necesario para poder intervenir sobre el mismo, con el fin de facilitar la regeneración", señala Göritz, quien aventura que el siguiente paso será "encontrar estrategias para reducir los efectos negativos de la cicatrización".
"De los resultados presentados hasta ahora no podemos sacar ninguna indicación clara sobre si los pericitos son beneficiosos o no", aclara Xavier Navarro, del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador del Ciberned. "Es un trabajo muy interesante", valora este experto, quien resume: "Se abre una puerta de conocimiento, pero aún no de promesa clínica".
En el trabajo también ha participado, junto a los investigadores del Karolinska, el español Mariano Barbacid, desde el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
**Publicado en "EL MUNDO"
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