Revista Cocina

CENA TRIMALCHIONIS, la teatralidad culinaria (PARTE I)

Por Juansanguinocollado @juansanguino77

CENA TRIMALCHIONIS, la teatralidad culinaria (PARTE I)

Cartel del Satyricon de Fellini (1969)

El Satyricon de Petronius ha sido considerado la estampa más real del costumbrismo romano de la época de Nerón. Un aura de amoralidad y libertinaje deambula a través de la narración y los diálogos. Los personajes que se suceden en esta obra, Encolpius (el narrador), Ascyltos (su antiguo amante), Gnython (bello e infiel efebo amante de Encolpius constantemente seducido por otros a lo largo de la obra) y, cómo no, Trimalchio (liberto, nuevo rico y maravilloso anfitrión) son la representación gráfica y viva de los apetitos y pasiones más obscenos y atractivos que pueden atrapar el alma humana. Petronius dejó constancia de su tiempo sin desvirtuar sus costumbres y supersticiones. Se presenta un relato crudo y desenfadado, donde no se puede excluir una recóndita intención de denuncia y, a veces, un vago atisbo de moralización. Pederastas, libertinos, mancebos afeminados, viejas celestinas, matronas y jóvenes impúdicas son la excusa petroniana para plasmar el vivir cotidiano de una corrupta y deliciosamente decadente Roma en sus intimidades sexuales, en sus ceremonias y, lo que realmente nos ocupa en este post, en sus exuberantes y teatrales banquetes.

CENA TRIMALCHIONIS, la teatralidad culinaria (PARTE I)

Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com

Como traductor “viborilla” no me resisto a dar unas breves pinceladas histórico-literarias sobre la polémica obra de Petronius ni tampoco a nombrar autores y obras, más lejana o cercanamente relacionadas con el orbe satyriconiano. El acto de no traducir la mayoría de los nombres y dejarlos en su original latino es una elección íntima y personal, deformación profesional si queréis. Dejo para el final el auténtico motivo de estas líneas, la imaginación en la cocina de casa de Trimalchio y lo osado de la presentación de sus platos. Como amante del cine y para que os podáis asomar a la ventana de la metaliteratura acompañaré este post con un conjunto de fotogramas pertenecientes al Satyricon (1969) del inconmensurable Federico Fellini, donde se escenifica plásticamente el convivium petroniano. Esta película, tremendamente arrebatadora y a veces inquietantemente onírica, ha plasmado como pocas la Roma de la segunda mitad del Siglo I. Recomendables son también el cómico Satyricon (1968) de Gian Luigi Polidoro, con el histriónico Ugo Tognazzi en el papel de Trimalchio, y, por supuesto, aunque advierto que no es apta para gente impresionable, la gran Caligola (1979) de Tinto Brass y Bob Guccione.

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Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com


Volviendo a la obra latina debemos saber que algunos de los problemas que surgen al enfrentarse a ella son principalmente el origen del título y la fecha de su composición. En realidad, hay pocos indicios sobre quién fue realmente el tal Petronius ni cuándo trazó tan maravillosa creación de la que incluso se ignora su extensión original. Adentrándonos en tales sombras de datación y extensión, generalmente se acepta como válida una fecha de composición, el último tercio del Sg. I d.C. Algunos expertos retrasan la fecha de la composición del Satyricon, también denominado Satyrica, al Sg. III d.C., aunque los argumentos que apuntan hacia el Sg.I d. C. son más poderosos, sobre todo por su evidente intertextualidad lucaniana o la ambientación general de la obra, con evidentes alusiones a la época neroniana y la mención de ciertos personajes populares de tal tiempo. Tras la aceptación de esta datación, no exenta de polémica, aún se yergue la aún más problemática identificación del autor. Tradicionalmente se acepta que el nombre del escritor fue Petronius Arbiter, identificación sugerida en buena parte por un dramático relato incluido en los Annales de P. Cornelius Tacitus donde se presenta la propia personalidad petroniana:
De C. Petronio pauca supra repetenda sunt. nam illi dies per somnum, nox officiis et oblectamentis vitae transigebatur; utque alios industria, ita hunc ignavia ad famam protulerat, habebaturque non ganeo et profligator, ut plerique sua haurientium, sed erudito luxu. ac dicta factaque eius quanto solutiora et quandam sui neglegentiam praeferentia, tanto gratius in speciem simplicitatis accipiebantur. proconsul tamen Bithyniae et mox consul vigentem se ac parem negotiis ostendit. dein revolutus ad vitia seu vitiorum imitatione inter paucos familiarium Neroni adsumptus est, elegantiae arbiter, dum nihil amoenum et molle adfluentia putat, nisi quod ei Petronius adprobavisset. unde invidia Tigellini quasi adversus aemulum et scientia voluptatum potiorem. ergo crudelitatem principis, cui ceterae libidines cedebant, adgreditur, amicitiam Scaevini Petronio obiectans, corrupto ad indicium servo ademptaque defensione et maiore parte familiae in vincla rapta. (Tacitus. Annales XVI, 18)

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Petroni Satyricon. Edición alemana de 1621

En lo que concierne a Petronius retrocederé un poco. Él dedicaba el día para dormir, y la noche para los deberes de la sociedad y para los placeres de la vida. Si algunos alcanzaron fama por el trabajo, él lo hizo por la molicie. Tenía reputación, no de juerguista ni de derrochador como casi todos los que devoran su fortuna, sino de técnico en los placeres. Sus palabras y acciones agradaban y eran tomadas como modelo de sencillez en función de la espontaneidad y de cierto descuido propio con que eran ejecutadas. Sin embargo manifestó energía y estuvo a la altura de sus funciones como procónsul en Bithynia y después como cónsul. Luego, regresando a sus vicios o quizá sólo a su imitación, fue admitido entre los pocos familiares de Nerón como árbitro del buen gusto: para el príncipe no había nada agradable y delicado que no estuviese recomendado por Petronius. De ahí los celos de Tigelinus que vio en él a un rival y a una persona más ducha en la ciencia de los placeres. Tigelinus, pues, excitó la crueldad del príncipe, pasión que en éste tenía la supremacía sobre las otras, y acusó a Petronius de ser amigo de Scaevinus. Se sobornó un esclavo para la delación, y a Petronius se le privó del derecho de defensa y la mayor parte de sus esclavos fueron encarcelados.
Buena descripción de un elegante y exquisito personaje del círculo del emperador Nerón, en cuyo ambiente era tenido por "elegantiae arbiter", al que el propio emperador obligará a darse muerte, dramática escena que podemos ver en la película Quo Vadis (1951), dirigida por Mervyn LeRoy (con un inmenso Peter Ustinov en el papel de Nerón) y basada en la novela homónima de Henryk Sienkiewicz. Tal identificación, basada en las llamativas palabras de Tacitus, es la más verosímil y tradicional de cuantas han sido propuestas pues, de hecho, ya lo identificaron así los antiguos desde el S. III d. C., basándose quizá en las líneas taciteas para adjudicarle el cognomen por el que ha sido inmortalmente conocido el autor del Satyricon. En realidad, Arbiter no parece un cognomen frecuente en Roma y es totalmente desconocido en la Gens Petronia.
El texto del Satyricon conocido se tiene por incompleto, se tiene por una décima parte del original petroniano. Aún así es suficiente para trazar unas pautas literarias y filológicas satisfactorias. En esta obra, donde se mezclan la prosa y el verso, se puede apreciar un estilo poético casi ovidiano, aunque sus antecedentes prosaicos se hallan en un lejano Aristófanes. Podría considerarse el Satyricon como un primer apunte para las posteriores novelas picarescas europeas. Aún cuando el narrador de la obra se expresa en un latín clarísimo, la obra es especialmente valiosa en cuestión filológica por los coloquialismos que inundan los diálogos, siendo un interesante ejemplo del latín vulgar de la época. El texto sobrevivió al Medievo, aunque oculto de la vista pública debido a sus orígenes paganos y a lo indecoroso de su temática para la censora moral cristiana.

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Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com

El Satyricon (al menos lo que nos queda de él) aparece como una novela escrita en primera persona, narrada como ya sabemos por Encolpius, donde se combinan diestramente la técnica de la narración de viajes con la sátira y la novela amorosa. Es innegable la relación genérica de la obra con modelos y formas satíricas así como con sus distintas variaciones en el ámbito social, costumbrista y literario. En general se ignora cual podría ser la trama del total de la obra, pues los fragmentos conservados representan sólo unas aventuras de los personajes en una ciudad griega, al modo de las comedias plautinas y terencianas representadas en los teatros de la época:
[LXXXI]… mendicus, exul, in deversorio Graecae urbis iacerem desertus?...
[81]… quedarme abandonado, mendigando y desterrado, en una posada de una ciudad griega?...
Esta mención es la más específica al lugar donde se desarrolla la acción, concretamente en alguna de las ciudades del sur de Italia, conocida como Magna Grecia. Los episodios de tal Odisea picaresca (salvando las distancias y si se me permite el término) en la “ciudad griega” (situada en la Campania, quizá Cumae, Neapolis, Herculaneum, Caecubum, Puteoli, u Oplontis) darán pie a la llamada Cena Trimalchionis (que se desarrolla entre los capítulos XXVI y LXXVIII), magnífica crónica social y lingüística, pero sobre todo instantánea ideal del imaginario culinario romano de todo amante de los fogones y bocados antiguos, sin parangón en el mundo literario romano, ni siquiera comparándola con la llamada Cena de Nasidienus de Q. Horatius Flaccus en el Sermo VIII de sus Sermones Liber II, también conocido como Saturae II, posible fuente de inspiración petroniana, más sucinta, esquemática y endeble que el episodio de Petronius que es el inevitable leit motiv de estas líneas.
“Ut Nasidieni iuvit te cena beati? nam mihi quaerenti convivam dictus here illic de medio potare die.” “sic, ut mihi numquam in vita fuerit melius.” “da, si grave non est, quae prima iratum ventrem placaverit esca.” “in primis Lucanus aper: leni fuit austro captus, ut aiebat cenae pater: acria circum rapula, lactucae, radices, qualia lassum pervellunt stomachum, siser, allec, faecula Coa. his ut sublatis puer alte cinctus acernam gausape purpureo mensam pertersit et alter sublegit quodcumque iaceret inutile quodque posset cenantis offendere, ut Attica virgo cum sacris Cereris procedit fuscus Hydaspes Caecuba vina ferens, Alcon Chium maris expers. hic erus "Albanum, Maecenas, sive Falernum te magis adpositis delectat, habemus utrumque." “divitias miseras! sed quis cenantibus una, Fundani, pulcre fuerit tibi, nosse laboro.' 'summus ego et prope me Viscus Thurinus et infra, si memini, Varius; cum Servilio Balatrone Vibidius, quos Maecenas adduxerat umbras. Nomentanus erat super ipsum, Porcius infra, ridiculus totas semel absorbere placentas; Nomentanus ad hoc, qui, siquid forte lateret, indice monstraret digito; nam cetera turba, nos, inquam, cenamus avis, conchylia, piscis, longe dissimilem noto celantia sucum, ut vel continuo patuit, cum passeris atque ingustata mihi porrexerit ilia rhombi.

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Fresco publicitario de vinos en thermopolium de Herculano


¿Cómo te fue en el banquete del rico Nasidienus? Ayer te busqué para invitarte y me dijeron que estaba allí bebiendo desde el mediodía”. " Pues me fue como en mi vida me ha ido”. "Cuenta, si no te molesta, cuál fue el primer plato con el que mitigaste el hambre” "De primero, jabalí de Lucania: había sido cazado al levantarse el Austro, como dijo el anfitrión; alrededor rábanos picantes, lechuga y raíces, cosas que se burlan estómago indolente, campanillas, salmuera en madre de vino de Cos. Levantados estos platos, un chiquillo de túnica ceñida limpia con un paño púrpura la mesa de arce bruñido y otro recoge del suelo migajas y desperdicios para no causar asco a los convidados. Así, como una virgen ática en procesión con los signos sagrados de Ceres, marcha el moreno Hydaspes llevando vino de Caecubum y Alcon el vino de Quíos puro y sin agua de mar. Y entonces el dueño de la casa dice: “Mecenas, si prefieres a los que están sobre la mesa el vino de Albalonga o el de Falerno, tenemos ambos” “¡Míseras riquezas! Pero Fundanius, ¿en compañía de quiénes te lo has pasado tan bien? No puedo esperar a saberlo”. “Estaba yo y junto a mí Viscus Thurinus y ,por debajo de él, Varius, si no recuerdo mal; Luego Vidibius con Servilius Balatro, dos parásitos que había traído consigo Mecenas. Más allá de él estaba Nomentanus, más acá Porcius, que nos hacía reír al tragarse de un bocado pasteles enteros; Nomentanus tenía la tarea, si algo pasaba desapercibido, de señalarlo con el dedo: pues la caterva restante, nosotros, me refiero, comíamos aves, mariscos, pescado, que se escondían un sabor diferente de lo habitual, como pronto quedó claro, cuando me hicieron probar higaditos de platija y rodaballo de un sabor inusitado para mí”…

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Fotograma del Satyricon de Fellini, 1969. Fuente mptvimages.com

El banquete de Trimalchio, exagerado y extravagantemente irónico, transcurre en la casa del liberto del mismo nombre, que utiliza tal ágape como excusa de la ostentación de la desmesura, de la maravillosa riqueza con la que deslumbrar a unos impresionados invitados. Trimalchio es el prototipo del nuevo rico, extravagante, caprichoso, voluble, de gustos obscenos y excesivos. Personaje materialista muy pagado de sí mismo que alude continuamente a su riqueza personal, esperpéntico producto de un tiempo de magnificencia y exageración que le hace incluso poseedor de un latifundio que ocupa las tierras del Lacio hasta Sicilia y de una completa bodega a la manera de Nasidienus:
[XLVIII] Trimalchio autem miti ad nos vultu respexit et: "Vinum, inquit, si non placet, mutabo; vos illud oportet bonum faciatis. Deorum beneficio non emo, sed nunc quicquid ad salivam facit, in suburbano nascitur eo, quod ego adhuc non novi. Dicitur confine esse Tarraciniensibus et Tarentinis. Nunc coniungere agellis Siciliam volo, ut cum Africam libuerit ire, per meos fines navigem
[48] Trimalchio volvió el rostro hacia nosotros y dijo: “Si no os gusta el vino mandaré cambiarlo; sois vosotros los que debéis volverlo agradable. Gracias a los dioses no tengo que comprarlo. Ahora todo lo que hace la boca agua crece en una de mis haciendas que aún no he visto. Dicen que está cerca de Tarracina y de Tarento. Tengo ganas de adquirir Sicilia para unirla a aquellas tierras, para que, cuando se me antoje ir a África, navegue por mis dominios

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