Centrifugando recuerdos llega al capítulo catorce y es hora de que empiece a despejarse alguna incógnita…
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Luis toma la salida hacia Granada de la autovía, y conforme se acerca al centro de la ciudad nota un pellizco en el estómago cuya presión creciente le obliga a suspirar cada pocos segundos. «Tío, relájate un poco, que estás taquicárdico», se dice, parado frente a un semáforo en rojo. Las manos, firmemente agarradas al volante, le sudan, y no es por culpa del calor. Se mira los dedos; le tiemblan. Ahora, además, los dientes empiezan a repiquetearle.
Se mira en el espejo retrovisor. «Vaya cara de cordero degollado». Cierra los ojos un momento, vuelve a suspirar, y cuando los abre profiere un alarido con el que libera unas cuantas atmósferas de presión.
—Va, no te has recorrido España de norte a sur para rajarte ahora. Tomaste una decisión y la vas a llevar hasta…
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