Sara y Luis están en Granada. Ella, tratando de aclararse en una larga charla con su amiga Tere, bien acompañadas por el vino de la tierra; él, relajado en una terraza con vistas a la Alhambra. Centrifugando recuerdos llega al capítulo 17.
Imagen libre de derechos obtenida en pixabay.com
(Los capítulos anteriores los puedes leer aquí)
La sonrisa desaparece de la cara de Sara para dejar paso a una expresión donde se mezclan la melancolía, el reproche y el dolor. Aparta la vista y coge la copa. Sus ojos se quedan fijos en el líquido carmesí. Los fantasmas que la persiguen y que durante unos minutos habían desaparecido, regresan. La noche bajo las estrellas, la huida, las pesadillas, la zíngara… Esos enormes ojos negros que lo sabían todo antes incluso de que ella misma lo contara sin saber qué la empujó a hacerlo; la remota esperanza, quizás, de liberarse del peso que le estaba aplastando el alma… «El recuerdo duele, pero es mucho peor el recuerdo que se mantiene latente, que nos va corroyendo por dentro sin saberlo, y que un día, cuando por fin sale a flote porque no le queda
Ver la entrada original 1.524 palabras más