Incapaz de mantener una periodicidad por la falta de tiempo, pero con el compromiso firme de acabarla, os dejo con una nueva entrega de Centrifugando recuerdos, la 28ª. Espero que la siguiente no se hará esperar tanto como ésta.
Podéis leerla al ritmo de la preciosa ‘Sirens’ de Pearl Jam.
(Los capítulos anteriores los puedes leer aquí)
Cuando Tere abre la puerta se encuentra con la mano de Sara sosteniendo una llave huérfana de cerradura. Tras la sorpresa inicial, las dos ríen, algo nerviosas, pero enseguida se hace un silencio incómodo, como si cada una tuviera en mente algo de lo que prefiriese no hablar en ese momento (o en ningún otro), pero temiese ser descubierta.
Tere se debate entre la atracción y el dolor de tenerla tan cerca y, sin embargo, tan inalcanzable. Pero quiere huir de eso, necesita poner distancia. En ese momento no quiere ser la amiga incondicional, confidente y consejera. No quiere ser el hombro sobre el que llorar ni la sonrisa siempre dispuesta. Eso es lo que se dice.
Sara, empapada, nota cómo el frío le sube desde los pies mojados, a la vez que le desciende por la espalda. Está confusa, una vez…
Ver la entrada original 1.522 palabras más
Anuncios