Detalle de los ojos de Centrolene ilex. El autor de la imagen es Brad Wilson.
Al ver estos ojos me ha venido a la mente la imagen del hipnosapo.
Por cierto, la aparencia de éste último a Beelzebufo es espasmosa, ¿será el resultado de la clonación de este anuro cretácico en el año 3000?
Volviendo al tema de esta entrada, el dueño de esos ojos es Centrolene ilex. Esta especie pertenece a una familia de anuros un tanto peculiar, los centrolínidos. Dentro de él se hallan algunas de las más bellas ranas del dosel arbóreo de las selvas húmedas tropicales. Su principal característica reside en la escasa pigmentación de su región ventral, haciéndola transparente, lo que permite ver los órganos internos de estas ranas, así como sus huesos, de unas tonalidades blancuzcas o verdosas. De ahí el nombre común del grupo: las ranas de viente de cristal. La parte dorsal del cuerpo, cabeza y extremidades son de color verde en todas las especies salvo unas pocas escepciones, caso de Cochranella igonta, que son marrones o de color café. Parece ser que estos anuros presentan un cierto mimetismo con su entorno, ya que el único tipo de pigmento presentre en las células de la piel refleja la radiación infrarroja. Es decir, la misma longitud de onda que reflejan las hojas de los vegetales y que no es visible paa el ojo humano. Esto no explica el porqué estas ranas tienen la región ventral sin pigmentación es un misterio, ya que es una región corporal que continuamente está oculta a los ojos de los depredadores. Bueno, no se si referirme a ello como misterio, más bien debería decir que no he encontrado la respuesta en la red de redes. Así pues lo único que me queda es intentar imaginarme cómo se originó este rasgo tan bizarro. Lo primero que uno podría pensar es en un motivo ligado a la atracción sexual, no obstante se presenta tanto en machos como en hembras. Por tanto esta idea queda descartada. A mí únicamente se me ocurren tres posibilidades, que a continuación os expongo:
- La transparencia ventral puede que sea nada más que un rasgo que ni favorece ni compromete la supervivencia del individuo, y que por el paso de generaciones se fijó como una característica típica de estos anuros.
- Otro motivo que se me ocurre es que esta peculiaridad tenga simplemente un motivo de diferenciación entre especies, recordemos que la diversidad (como en casi todos los grupos) de anuros arbóreos en las regiones tropicales es muy alta. Esta explicación personalmente a mí no me convence, y de hecho la descartaría. La diferenciación entre las especies de anuros está ligada más al canto nupcial que al aspecto de los individuos.
- Según Hammerwar (autor de Mammal-chicho) este rasgo estaría relacionado más con un ahorro energético. Vamos que su argumento seguiría este razonamiento: Si esa parte del cuerpo no la va a ver nadie, ¿para que pigmentarla? Además, con esa energía que no gasto la podría gastar en otras cosas como por ejemplo en asuntos relacionados con la reproducción. Lo cierto es que esto valdría para ecosistemas con una producción energética baja, cosa que no ocurre en los ambientes por los que discurren estas ranas, típicos habitantes del dosel arbóreo tropical.
Detalle del vientre de Centrolene ilex (izquierda). Esas esferas presentes en el lado derecho del cuerpo son huevas.
Únicamente se hallan en las regiones tropicales americanas desde el sur de México hasta el noreste de Argentina. Son de un tamaño bastante modesto, la especie más pequeña ronda los 3 milímetros y la de mayor tamaño, Centrolene gekoideum, los 7,5 milímetros de longitud.
Originalmente el grupo únicamente abarcaba dos géneros: Centrolene e Hyalinobatrachium, ambos géneros se diferenciaban fácilmente por características anatómicas que podían deducirse por simple observación directa. Pero como siempre ocurre cuando se investiga más a un grupo, su clasificación se torna más y más complicada. Pronto empezaron a aparecer nuevos géneros, durante un tiempo válidos, luego desechados y nuevamente válidos. Muchos de estos nuevos géneros han sido establecidos el pasado año, y es de esperar que en el futuro los trópicos sudamericanos sigan deparándonos nuevos taxones. Así y con todo, en la actualidad se considera que los centrolínidos abarcan 11 géneros divididos en 3 sub-familias: centrolínidos, que incluye a los géneros: Centrolene, Chimerella, Cochranella, Espadarana, Nymphragus, Rulyrana, Sachatamia, Teratohyla y Vitreorana; hialinobatrácidos, con Celsiella e Hyalinobatrachium; y los siempre taxonómicamaente controvertidos alofrínidos, con un único género Allophryne. Por si esto fuera poco la rana con el sugerente nombre de Ikakogi tayrona no se sabe que hacer con ella. A día de hoy se cataloga como Incertae sedis, es decir no se sabe dónde colocar dentro de la taxonomía de los centrolínidos. Como veis es un grupo con unos integrantes tan enigmáticos como espectaculares.
Hyalinobatrachium fleischmanni. Foto tomada de aquí.
En lo referente a su comportamiento poco se sabe. Los machos de Centrolene emiten su llamada de atracción a las hembras desde las hojas que cuelgan sobre los arroyos. Tras el apareamiento, y una vez realizada la puesta en las hojas donde se ha realizado la llamada, la pareja permanece cerca de los huevos. Estas masas de huevos están bien protegidas de los depredadores, pero no de todos, ciertas moscas depositan sus huevos en ellos. Así las larvas de estas moscas devoran los huevos de las ranas. Los renacuajos que sobreviven caen al arroyo. No sólo los ejemplares adultos de estas ranas tienen un aspecto bastante bizarro, sino que los propios renacuajos difieren un tanto del resto de especies. Éstos son alargados con colas musculares y aletas muy bajas, perfecto para la natación en aguas estancadas. Las especies más grandes de Centrolene, antiguamente incluídas dentro del género Centrolenella (hoy en día conseiderado sinónimo del primero), crían a sus larvas en las cascadas de las rocas, depositándo sus huevos en la superficie de ellas.
Desgraciadamente, muchas de estas ranas corren un serio riesgo de extinción por pérdida de su hábitat. Sin duda, representarían una gran pérdida, no sólo para el ecosistema sino también harían de las selvas tropicales un poco menos coloridas.
Allophryne ruthveni. Foto propiedad de Jean-Pierre Vacher, obtenida de esta web.
Vitreorana oyampiensis. Foto propiedad de Jean-Pierre Vacher, obtenida de esta web.
Por último, os dejo un vídeo de una de estas ranas de vientre de cristal en el que se aprecia el logradísimo mimetismo que consiguen estas ranas con el entorno.