Revista Literatura

Cesare Pavese, Pensamientos de Deola

Por Griseldagarcia

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Cesare Pavese, Pensamientos de Deola

Deola pasa la mañana sentada en el caféy ninguno la mira. A esta hora en la ciudad todos correnbajo el sol todavía fresco del alba. Ni siquiera Deolabusca a nadie, sólo fuma tranquila y respira la mañana.Mientras estaba en la pensión, siempre tuvo que dormir a esta horapara reponer fuerzas: la estera de la camase la ensuciaban con los zapatones obreros y soldados,los clientes que rompen la espalda. Pero, solas, es distinto: se puede hacer un trabajo más fino, con poca fatiga.El señor de ayer la despertó temprano,la besó y la llevó (me quedaría contigoen Turín, querida, si pudiera) hasta el trena desearle buen viaje.
Está atontada pero fresca esta vez,y le gusta ser libre, Deola, y beber su lechey comer medialunas. Esta mañana es casi una señoray, si mira a los que pasan, lo hace sólo por no aburrirse.A esta hora se duerme en la pensión y hay olor a cerrado—la patrona salió de paseo— es de estúpidas quedarse allí adentro. Para rondar de noche los locales, hace falta presenciay en pensión, a los treinta, se ha perdido lo poco que resta.
Deola se sienta mostrando el perfil a un espejoy se mira en lo fresco del vidrio. Algo pálido el rostro:no es que el humo se estanque. Arruga las cejas.Harían falta las ganas que tenía Marí, para durar en pensión (porque, mujer, los hombresvienen aquí para sacarse los caprichos que no les danla esposa ni la novia) y Marí trabajabaincansable, llena de brío y buena salud.Los que pasan delante del café no distraen a Deolaque sólo trabaja de noche, con lentas conquistasen la música de su local. Echando ojeadasa un cliente o buscándole el pie, le gustan las orquestas que la hacen sentirse una actriz en la escena de amorcon algún joven rico. Para vivir le bastaun cliente cada noche. (Quizá el señor de ayerme llevaba realmente consigo.) Estar sola, si quiere,de mañana, sentada en el café. Y no buscar a nadie.
Cesar Pavese (San Stefano Belbo, 1908 - Turín, 1950), Poemas inéditos, poemas elegidos. Traducción y prólogo: Horacio Armani. Ediciones Librerías Fausto. Buenos Aires. 1975.

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