En el alcázar de Toledo, en que todo habla de la cesárea majestad de Carlos V, de la unidad política simbolizada en la regularidad arquitectónica, distinguese, como sabe el mundo, la grandiosa escalera que trazó el insigne Francisco Villalpando, con tal perfección, que no puede el arte esforzarse a fabricar cosa más perfecta. Nunca ciertamente, sobre más soberbia gradería crujió la seda ni arrastró el terciopelo.
Johannes Fastenrath. La Walhalla y las glorias de Alemania (1874)