Por
casualidad, nos encontramos con unas charlas sobre arquitectura en el Fnac. No
me habría llamado la atención no de no ser porque las daba Elvira Lindo.
Llegamos un poco tarde y ya había empezado, pero fue interesante escuchar
hablar a los alumnos de arquitectura que se habían acercado a dar su opinión.
Hacían preguntas y daban su opinión de una manera inteligente y clara. Me dio
envidia la facilidad de oratoria de personas, algunas muy jóvenes, con la cabeza
tan bien amueblada.
La conversación se centró en Madrid. En como se construían barrios que luego quedaban desangelados, en que ahora no podías apenas elegir donde vivir (a veces es imposible hasta independizarte a cierta edad en que ya es necesario) y por supuesto se habló de la crisis. Es inevitable hablar de arquitectura y vivienda y hablar de la burbuja inmobiliaria que provocó la crisis de este país.
Cuando
escucho charlas, presentaciones de libros o incluso conciertos, siempre me
evado en ciertos momentos del lugar donde estoy y empiezo a analizar algunas de
las cosas que se están diciendo o lo que estoy sintiendo en ese momento. (Ideas
que te llevan a otras ideas) Es inevitable que pierda la atención en algunos
momentos para poder sentir lo que estoy viviendo y en uno de esos instantes,
pensé en que aquella reunión, en la que había tenido el placer de asistir para
escuchar y aprender, era interesante y esperanzadora, viendo como eran los
asistentes: preocupados por la situación actual y por buscar soluciones para
mejorarla. Pero en otro de los momentos me sentí abatida, porque se daban
grandes ideas y se notaba que había ganas de cambiar las cosas, pero de
momento, pienso que hay muchas buenas palabras, ideas y debates, pero a la
acción se llega muy poco a poco. No es culpa del ciudadano en todo caso, que
hace lo que puede saliendo a las calles y luchando por sus derechos a veces
jugándose la integridad física.
Supongo que éstos grandes cambios van muy lentos y hay que ser pacientes y seguir adelante. Y también me inundó otra idea aún más oscura, y es que tal vez, dentro de unos meses o un año, ese tipo de eventos y reuniones estén prohibidas. No sé por qué sentí que en el futuro pensaría en aquel día y lo echaría de menos. Ciertamente, espero estar equivocada.
