¿Qué ponemos? le preguntaba a Lola, mientras conducía. Y ella, hacía que cogía un CD al azar y, en la mayoría de las ocasiones, allí estaba Chavela.
Innumerables los viajes que nos ha acompañado. Su voz ronca, aguardentosa y acompasada nos transmitía fuerza, pasión y emoción. Esa fuerza que tenía hacía que termináramos, más de una vez, cantando juntos, en un coro horrible que afortunadamente Chavela no escuchaba.
Mujer con poncho rojo, vaso en mano, pelo plateado, voz rota, cara volcánica, con ochenta discos a sus espaldas, libre, mujeriega, sincera y socarrona. Así era Chavela.
Su sufrida infancia le hizo fuerte y libre, y valorar lo más hermoso. Vivir en libertad. Y bien que lo practicó. Fue sincera siempre, le costara lo que le costara. Porque nunca pretendió caer bien a los demás, sino que la aceptaran como era.
Chavela se ha ido a los 93 años, pero ella sigue allí, en su Boulevard de los sueños rotos, con su Macorina, con su voz quebrada por el tequila. Sigue estando en mi casa, sigue siendo esa mujer capaz de recitar canciones que otros cantan, capaz de hacer con las canciones lo que hizo con su vida, todo a su aire, en libertad. Porque si alguien ha conocido la libertad, porque si alguien amó la vida, esa ha sido Chavela.
Vivió, primero como pudo, luego como quiso, se bebió su vida, amó todo lo que pudo, cantó lo que le dio la gana, sin importarle el que dirán, sin someterse a nadie. Fue revolucionaria, habló de sus emociones, nunca negó lo que hizo, vivió, siempre con pasión, a su manera. Cometió excesos, visitó todas las cantinas y se arrastró suplicando amor.
Hoy más que nunca, pero como siempre, vuelvo a tenerte presente, mientras escribo, escuchando tus quejidos, esos hermosos versos que escribió un tal José Alfredo.
Fuiste lo que quisiste ser, sin nacer en México, fuiste mexicana, fuiste amante de la luna mientras te quemabas en alcohol, dijiste siempre lo que pensabas aunque estuviera prohibido, aunque no fuera correcto. Tuviste sueños rotos y pasiones desatadas. Amaste y odiaste, mujer, con gran pasión. Pero siempre fuiste tú, sólo tú.
Podrán decir lo que quieran, que tu voz no era la mejor, que tu ejemplo de vida fue un desastre, que eras incorrecta y demasiado sincera, pero nadie como tú ha gozado de la libertad, porque a libre, a eso, no hubo quien te ganara. Y esa pasión la transmitías con tu voz.
Hace poco viniste a Madrid, querías presentar tu último disco ‘Luna grande’, con poemas de García Lorca, aquí en la Residencia de Estudiantes. Caíste enferma y volviste a México. Allí te preguntaron si había valido la pena ese viaje a España que te había debilitado la salud, y, como siempre, contestaste con sinceridad, diciendo lo que sentías:
“Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos, y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país”Hoy, no sólo México, todo el mundo te llora, te recuerda, te escucha, te rinde homenaje. Chavela, mi querida Chavela, déjame brindar contigo como tú me acostumbraste, en el último trago, por un mundo raro que tú supiste torear.Tú, paloma negra, sabes bien que te quedas en un rincón del alma de todos nosotros, allí nos veremos en el boulevard de los sueños rotos, y mientras tanto, quedo contemplando esaluz de luna y deseándote que te vaya bonito.
Salud y República