Desde hace muchos años había querido visitar Chichen Itzá, la espectacular ciudad maya ubicada en la foresta de la península de Yucatán al este de México, mucho antes de que sea nombrada una de las 7 maravillas o de que se pusiera de moda en los tabloides gracias a una interpretación apocalíptica de las “profecías” mayas.
Allí, debemos usar la imaginación para idear una impresionante ciudadela de Chichen Itza, llena de coloridos monumentos cuyas moles de tonos ocre, tuquesa, verde, naranja, blanco y negro se erguían hacia el cielo. Al igual que sus ancestros de Teotihuacán, alternaban la riqueza arquitectónica y cromática con la escultórica, mostrando el detalle de una profusa escultura en relieve en la que representaban serpientes y otras criaturas divinas.
Las ciudades gozaban de una sofisticada planificación urbana y arquiitectónica, con complejos sistemas de acueductos, canales y alcantarillado.
La ciudad de Chichen Itza era enorme y cubría una superficie de 24 kilómetros cuadrados con cerca de 400 edificios de piedra distribuídos en 46 grupos que fueron construyéndose a través de los siglos. Si bien no es necesario usar la imaginación para conocer los rasgos de sus habitantes, pues sus descendientes pupulan en todo el complejo cmo vendedores de artesanía, sí lo es para imaginar su número: más de 100,000 habitantes (sólo 10 ciudades en el mundo tenían esa población hace 1000 años).
Sobre el paisaje urbano, le pregunté al guía qué tan verídico había sido el film Apocalypto de Mel Gibson y me respondió: “Es extemporáneo, los mayas estaban en declive cuando llegaron los españoles ni salían a capturar prisioneros. Fuera de eso la representación es bastante realista.”
Sin embargo, el área que vemos y que corresponde a la zona ritual era separada por un muro y podía ser visitada generalmente sólo autoridades prominentes. De noche, esta área debió haber presenciado un espectáculo maravilloso, al ser iluminadas las pirámides por cientos de antorchas, como lo atestiguan los restos de aceite encontrados en las pirámides.
Las pirámides eran hechas de piedra caliza y unidas con un cemento hecho en base a cal quemada, triturada y mezclada con agua y eran frecuentemente construidas sobre estructuras precedentes. Excavaciones confirman que la pirámide de Kukulcán se yergue envolviendo tres estructuras antiguas, lo cual le permitió alcanzar una altura de 24 metros hasta la plataforma superior. A ellos se añaden los 6 metros del templo ubicado en su cénit, alcanzando un total de 30 m de altura.
Cada uno de los lados de la base tiene 55 m, lo que la hace más pequeña que la pirámide del Sol en Teotihuacan.
Pero además de su monumentalidad y elaborada calidad artística, Chichen Itza es un ejemplo de virtuosismo astronómico. Un detalle de la pirámide Kukulcán, también llamada el Castillo son las dos serpientes que flanquean la escalinata central.
Pues bien el 23 de diciembre, durante el solsticio de invierno (sí, el día en que "se acaba el mundo") las graderías de la pirámide producen una sobra en forma de serpiente y que, partiendo en la cabeza conforma el cuerpo del reptil mágico, uniendo de esta forma cielo y tierra. Los detallados calendarios mayas les permitían además conocer los ciclos de los astros y los eclipses, y usaban esa información para regir, controlar e impresionar a la población.
Otro aspecto impresionante es la acústica. La reberveración sonora era perfectamente estudiada, y permitía escuchar claramente a una persona hablando en la cima de la pirámide.El sigiente viídeo demuestra el impresionante efecto obtenido al ampliarse un solo aplauso de 10 a 12 veces. ¿Imagina Ud. el grito de una multitud?
El efecto acústico no sólo se daba en la pirámide, sino también en la estructura para el juego de pelota.
Este era un espacio solemne, donde se disputaba un juego de balompié (aunque también se podía jugar con hombros, codos y rodillas) con una pelota de goma entre dos equipos de 7 jugadores.
El juego terminaba cuando la pelota pasaba por alguno de los dos anillos de piedra especialmente labrados en cada uno de los lados de este espacio.
El juego era un ritual sagrado, y el equipo perdedor era sacrificado, tal como lo evidencian los relieves que se encuentran a un lado de la estructura
Además de los edificios, el complejo contiene un gran pozo de agua o cenote, vital para el abastecimiento de la población y al que, paradójicamente se ofrecían sacrificios humanos en época de sequía. A ellos la ciudad debe su nombre: Chi cheén Itz a significa "boca del pozo de los brujos de agua".
Esto trae a colación la enorme huella ambiental que esta ciudad debió haber tenido, no solo por la deforestación que supuso el área que cubría, sino por la gran cantidad de árboles y agua que se requirieron en el proceso de construcción. Esta devastación forestal fue una de las causas del declive de la civilización maya. En efecto, la ciudad fue abandonada en el siglo XIII, tres siglos antes de la llegada de los españoles, debido al colapso ambiental y a la brutalidad y crueldad de la clase dirigente, que para entonces estaba confromada por una coalición entre mayas y toltecas. Esta última cultura suyugó a los mayas y ejercitó su poder a través de sacrificios humanos para adorar al sol, el cual según ellos se alimentaba de los corazones de los ofrendados. Por este motivo mucha gente escapó hacia la selva, acelerando el proceso de colapso.
Para cuando los europeos llegaron a esta ciudad, la selva la había reclamado para sí.
VER TAMBIÉN- PIRÁMIDES AMERICANAS PREHISPÁNICAS
- Teotihuacán, México
- Huacas del Sol y de la Luna, Trujillo, Perú (s. II-VIII)
- Pirámides Misisipi, Olmulgee y Etowah, Georgia, EE.UU.