“¿Qué es el tiempo? Nosotros no tenemos ni idea de lo que es el tiempo, creemos que por tener un reloj lo sabemos (…) ¿Cómo es posible que nuestra vida formada por sucesivos presentes que no tienen dimensión, pueda durar 20, 40 o 80 años, qué clase de tiempo conduce a esa duración?” (Eduardo Chillida)
Hace un par de años que cerró sus puertas el museo del escultor vasco Eduardo Chillida (1922-2002). Durante diez años, el Chillida-Leku albergó la obra de este genial autor de esculturas míticas como “El peine del viento“, en San Sebastián, o el “Elogio del horizonte”, en Gijón. Chillida fue también futbolista. En la temporada 42-43 defendió la portería de la Real Sociedad, cuando su padre era presidente del club. Llegó a hacer una gran campaña, y muchos apostaban por su presencia en la Selección, pero una triada mientras jugaba contra el Valladolid en el estadio José Zorrilla truncó para siempre su prometedora carrera como futbolista. Tenía 19 años. Posteriormente se trasladó a Madrid para estudiar Bellas Artes y fue allí donde el artista donostiarra comenzó su nueva y exitosa carrera como escultor. Chillida murió a los 78 años y durante sus últimos años enfermó de Alzheimer.
Eduardo Chillida, de negro, portero de la Real Sociedad (1942-1943)
Sin duda debe ser duro asimilar la propia pérdida de la memoria, sobre todo si tu vida ha estado ligada a la creación artística. Ver a tu familia como desconocidos. Ver tu obra como el trabajo realizado por un extraño. Acumular recuerdos en los otros pero no en uno mismo. Imposible reconocerse delante de un espejo, delante de tus creaciones.
En este reportaje de Informe Robinson de hace un par de años se muestran los recuerdos del propio Chillida sobre el fútbol, el paralelismo entre su carrera como escultor y el oficio del guardameta, el control de los espacios, la tridimensionalidad de la portería dentro de un juego bidimensional, como él decía. A continuación también se puede ver el ejemplo del efecto de esta enfermedad en un exfutbolista gallego, fiel a su estadio de siempre, Balaídos, y los pincelazos fugaces de recuerdos ligados a aquel lugar y al fútbol que vivió.