MI MEJOR MOMENTO DEL DÍA:
Descubriendo el Parque Beihai
Día 3 (28/09/2013). Empezamos a descubrir Pekín
Nos levantamos pronto con la intención de ser de los primeros en entrar a la Ciudad Prohibida (abren a las 8.30h) pero se truncan nuestros planes cuando corremos las cortinas de la habitación: ¡Está lloviendo y hay mucha niebla!
Hoy el tiempo no acompaña...
¡Plan B activado! Nos iremos al Silk Market o Mercado de la Seda, es decir, el mercado de las copias, que es el único lugar de interior que pretendíamos visitar. Desayunamos y sobre las 9h entramos en el metro y tomamos la L1 hasta Yonganli. Cuando llegamos todavía no han abierto (abren a las 9.30h) así que seremos de los primeros en entrar y eso se nota en las vendedoras. Están todas en la puerta de su tienda invitándote a entrar. Nos sentimos demasiado observados y solamente entramos en una tienda de recuerdos y detalles de madera y compramos algunos regalitos. Para las compras en China se utiliza el regateo. La norma es dividir el precio inicial de la vendedora entre 10 y a partir de ahí empezar a regatear sin subir demasiado. Debo decir que no nos gusta el regateo y no se nos da especialmente bien. Las vendedoras sí saben mucho y buscan excusas para hacer caja, en nuestro caso cuando ya habíamos cerrado el precio y pagamos nos dijo que como acababan de abrir no tenía cambio y que por lo tanto cogiéramos un conjunto de palillos de madera a cambio de la vuelta ¡Se las saben todas!
Mercado de la Seda
A la salida vemos que ya no llueve y aunque el cielo sigue muy cubierto decidimos arriesgarnos e ir a visitar la Ciudad Prohibida igualmente porque no tenemos ni idea de cuando mejorará el tiempo, o si lo hará. De hecho, no pasaremos ni por el hotel a buscar la cámara reflex, no quiero arriesgarme y me llevo sólo una compacta que ya llevo en la mochila, aunque las fotos no queden igual. Acertamos en ir a hacer la visita porque ya no volvió a llover en todo el día, si lo llego a saber me voy a buscar la cámara...
De nuevo nos vamos al metro y bajamos, como ayer, en la Plaza Tiananmén (metro Tiananmén Xi o Tiananmén Dong o Qianmén). Pasamos por las puertas de acceso que hay debajo de la foto de Mao Tse Tung y entramos al recinto. Empezamos a pasar pabellones preguntándonos cuando encontraremos las taquillas, hasta que llegamos a ellas. Pagamos 60 cny cada uno y nos disponemos a recorrer el mayor complejo de edificaciones antiguas de China que mantuvo prohibida su entrada durante 500 años, de ahí su nombre.
Pasamos un control de seguridad con escáner para las mochilas. No se permite entrar mecheros y en caso de detectarlos se los quedan, al igual que pasa en los aeropuertos chinos. En nuestro caso, como ayer estaba fallando el que llevábamos compramos uno tipo zippo en una tienda de regalos cercana al hotel (6 euros, en España hubiera costado muchísimo más) y al verlo "bueno" nos permitieron pasar sin tener que entregarlo. En el aeropuerto no tuvieron tantas contemplaciones y se lo quedaron al cabo de unos días.
A punto de entrar en la Ciudad Prohibida
Accediendo a la Ciudad Prohibida
En la entrada nos encontramos con un foso de 52 metros rodeando el complejo que junto a la inmensidad del lugar es lo que más nos gustó de la Ciudad Prohibida. De nuevo (y no por última vez en China), aunque ya nos lo imaginábamos muy grande, su tamaño superó nuestras expectativas.
Ciudad Prohibida
La Ciudad Prohibida es una de las principales atracciones de Pekín, de hecho algunos la situarían en el primer lugar del ránking de lugares a visitar en China, pero no es nuestro caso. Nos gustó mucho y tenemos que recomendar la visita pero lo que nosotros no sabíamos es que la gran mayoría de pabellones están cerrados al público y la visita consiste en ir pasando de unos pabellones a otros y verlos todos por fuera. Son preciosos y quedas impresionado cuando ves que vas pasando pabellones y quedan más y más y pasas a otro patio grandioso y parece no tener fin. Te trasladas a la época de la dinastía de los emperadores y piensas en todo lo que se habrá vivido allí dentro y es impresionante. Además está muy bien conservado y tiene un tipo de arquitectura que atrapa, no pararías de hacer fotos a tejados, puertas y detalles. Pero una vez has visto unos cuantos, la visita se hace un poco repetitiva. Hay algunas salas abiertas al público con objetos de la época de los emperadores pero no se puede entrar en las salas, es decir, hay que ver los objetos desde detrás de una valla colocada en la puerta del pabellón. Os podréis imaginar lo que cuesta poder ver algo con la cantidad de gente agolpada en la puerta. Por otro lado, a parte de algún bonito trono tampoco vimos muchos elementos destacables. Es nuestra opinión y repito que nos encantó la visita, la recomendamos y es imprescindible en cualquier visita a Pekín porque es un recinto inmenso con una arquitectura de gran belleza pero quizá esperábamos algo más, como poder entrar en las estancias.
Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida
Hemos estado un par de horas realizando la visita. Salimos por la puerta norte que da acceso al Parque Jingshan o la Colina del Carbón sobre las 12.30h. Se trata de una barrera de feng shui que protege a la Ciudad Prohibida de los malos espíritus (o de tormentas de polvo). Sólo tenemos que cruzar la calle y pagar la entrada de 5 cny por persona. Si se accede desde otro punto se puede llegar cogiendo el bus nº5 desde la Plaza Tiananmén (metro Tiananmén Xi).
En la puerta nos encontramos varios conductores de tuk-tuk que se ofrecen a llevarnos y dejarnos en la parte alta del parque y a darnos una vuelta por los hutongs de la zona. Estamos dudando un momento porque vemos que está realmente alto y no sabemos si la subida es muy cansada porque en la Ciudad Prohibida ya hemos caminado mucho. A mejor merece la pena... Al final optamos por decir que no e ir andando y fue otro acierto porque los tuk-tuks a lo mejor te pueden dejar justo al otro lado en la puerta norte pero la entrada también será a pie plano y la subida hay que hacerla igual se entre desde donde se entre. De hecho es menos cansado de lo que nos pensábamos (son 300 metros de subida por rampas y escaleras).
Parque Jingshan o Colina del Carbón
El parque es precioso, con unos jardines muy cuidados, pero la estrella de la visita es subir hasta la parte alta para admirar las vistas a la Ciudad Prohibida, los tejados rojos y el lago Beihai. Lástima que el día sigue con esta molesta niebla y nos estropeó un poco las vistas, que merecen mucho la pena. Bueno, bien pensado le dio otro aire, también encantador. ¡Hay que ser positivo!
Vistas desde la parte alta de la colina del carbón
En la parte alta del Parque Jinghsan
Vistas de la Ciudad Prohibida desde el Parque Jingshan
En el pabellón más alto se encuentra un buda al que algunas personas le llevan ofrendas y se detienen unos minutos a rezar. Dentro está prohibido sacar fotografías del buda, pero yo hice un poco de trampa y saqué una desde fuera, cerca de una ventana.
Buda en la Colina de Carbón
Vistas de la Ciudad Prohibida desde la Colina de Carbón
Nos ha gustado mucho este rinconcito de Pekín: por sus vistas, el entorno, la tranquilidad y la paz que aporta el templo del buda. Además, no es un lugar muy masificado y la entrada es baratísima (unos 60 céntimos de euro). Nos quedamos un buen rato sentados admirando las vistas. De hecho, ¡Nos lo merecemos! No hemos parado de caminar desde las 9.30h y ya son prácticamente las 14h!!
El día hoy es muy caluroso, la niebla ha traído una sensación de bochorno importante. Bebemos bastante agua y como se nos ha terminado compramos una dentro del parque y nos sorprende su precio, sólo 5 cny.
Nuestras tripas empiezan a rugir así que cuando salimos empezamos a buscar un restaurante. Caminamos un poco por la zona y la verdad es que no encontramos muchos restaurantes así que cuando llevamos un rato nos metemos en el primero que vemos. Comimos muy bien aunque fue de las comidas más caras que pagamos en China: 121 cny (unos 15 euros) por tres platos, una cerveza de 500 ml y una botella de agua de 500ml también. Es barato, pero en China hemos comido algo parecido por casi la mitad. Aunque debo decir que los noodles parecían hechos de forma casera porque eran gorditos e irregulares y... riquísimos! Y el plato de tortilla guisada con tomate... inigualable!
Mientras comemos organizamos la tarde. En un primer momento pensamos en ir primero al hotel a descansar un poquito y por la tarde visitar el Parque Beihai, pero cuando miramos el mapa vemos que nos encontramos relativamente cerca del parque así que nos ponemos en marcha y continuamos con las visitas. Además, vemos que si quisiéramos visitarlo más tarde, desde otro lugar, deberíamos ir en metro hasta Tiananmén Xi y desde allí tomar el autobús nº5. La idea de coger un autobús no nos gusta mucho ya que no conocemos las paradas y no sabríamos donde tenemos que bajar, así que preferimos no arriesgar.
Para llegar al parque pasamos por la calle Jingshan Xijie y nos metemos por un hutong que dará acceso al parque. Nos sigue sorprendiendo ver que pegado a cualquier calle comercial y moderna se encuentran estas callejuelas donde parece haberse detenido el tiempo. Aquí vemos el alma de la ciudad, con la vida y el día a día de sus habitantes donde los hombres se reúnen, beben cerveza, juegan al ajedrez o simplemente charlan. Suelen ser barrios con viviendas de una planta con patios, poco cuidados, pero no dan sensación de inseguridad en ningún momento.
Hutong
Hutong
Hutong
Hutong
De nuevo tenemos que pagar para entrar en un parque, en esta ocasión: 20 cny cada uno. Los pagamos y empezamos a disfrutar del que se convertirá en uno de nuestros lugares preferidos de Pekín. La lluvia nos vuelve a acompañar y nos tememos lo peor, pero por suerte serán sólo cuatro gotas que caerán de forma intermitente.
Entrando al Parque Beihai
Parque Beihai
Parque Beihai
Parque Beihai
Parque Beihai
Parque Beihai
Parque Beihai
En el lago encontramos también el Islote de Jade con una pagoda blanca de 36m. Se trata de una estupa de estilo tibetano construida en 1651, aprovechando la visita del Dalái Lama. Subimos a la pagoda por el templo de Yong'an. Desde allí se obtienen unas fantásticas vistas de todo el parque y el lago. Si se quiere acceder al recinto donde se encuentra la estupa hay que pagar una entrada a parte, al igual que para acceder a unas cuevas dentro del parque.
Parque Beihai
Pagoda en Parque Beihai
Lago Beihai
Lago Beihai
Parque Beihai
Bajamos, seguimos bordeando el lago y nos detenemos para sentarnos en un banco a observar las barquitas del lago. Nos alegramos de viajar por nuestra cuenta y no tener que depender de horarios ya que estamos seguros de que no se nos hubiera permitido disfrutar tanto tiempo de éste parque. Como ya he mencionado en varias ocasiones en Pekín todo es enorme con lo que verlo con calma requiere mucho tiempo, así que estamos convencidos de que la mejor opción es llegar al país habiendo contratado solamente vuelo y alojamiento e ir a vuestro aire sin estar pendientes del reloj. De hecho el tiempo pasa volando y estamos un buen rato admirando el parque hasta que empieza a caer la tarde y decidimos irnos ahora así al hotel.
Empieza a caer la tarde en el Parque Beihai
Salimos del Parque y nos vamos caminando hasta el hotel. Desde el punto actual en el que nos encontramos tenemos algo más de 30 minutos pero no nos importa, nos encanta pasear por las calles de Pekín. Además, pasamos por la parte trasera de la Ciudad Prohibida y la vemos desde otro punto de vista.
Parte de la Ciudad Prohibida desde otra perspectiva
Llegamos al hotel. Nos vamos directos a la ducha, descansamos un ratito y, aunque estamos algo cansados, vemos que no podemos quedarnos allí encerrados así que ¡salimos de nuevo!. Ésta vez queremos ir a la calle Wangfujing, una calle gastronómica con puestos de comida en la que encontraremos platos típicos chinos junto con pinchos de estrellas de mar, escorpiones, arañas, etc.
Se puede llegar en metro (parada Wangfujing) pero creemos que está a unos 10-15 minutos caminando desde el hotel así que vamos andando. La calle la encontramos enseguida pero los puestos de comida no aparecen, así que vamos siguiendo la calle hasta encontrarlos, casi al final de ésta en un cruce con la calle Donghuamen Dajie. Empezamos a ver las tiendecitas y los puestos de comida y la verdad es que nos decepciona un poco. Pensábamos que habría taburetes o alguna mesita para poder comer la comida y que habría más variedad. Casi todos los puestos tienen lo mismo y sólo una tiene los bichos que tanto sorprenden a los turistas. De hecho todos los vendedores visten igual, como si pertenecieran a una misma cadena. De todas formas la comida (no los bichos) tiene muy buena pinta y huele muy bien. Al día siguiente, hablando con unos españoles, nos enteramos que los puestos reales se encuentran un poquito más abajo y allí sí hay más variedad, más ambiente y alguna mesita donde poder comer. ¡Qué lástima!
Calle Wangfujing
Calle Wangjufing
Muy cerquita hay un gran centro comercial al que se accede entrando por la tienda de Apple. Nos vamos a cotillear un poco y nos encontramos con las mismas marcas que podríamos encontrar en Europa y con los mismos precios.
Centro comercial en calle Wangfujing
Al salir ya sólo nos queda caminar de regreso al hotel y buscar un sitio para cenar. Entramos a un restaurante que está cerca del hotel, en la calle principal (Dongsi Nandajie). Al restaurante se accede mediante unas escaleras y al llegar al comedor vemos que está hasta los topes (de gente local), será señal de que se come bien. Queda alguna mesita libre así que nos la muestran, nos dan la carta (con fotos) y empezamos a escoger. Esperamos, esperamos y nadie viene a pedirnos la comanda. Como tenemos la carta abierta para señalar las fotos pensamos que a lo mejor pueden estar pensando que no hemos escogido todavía así que las cerramos. Esperamos, esperamos y siguen sin venir. Estamos justo al lado de la puerta que da a la cocina con lo cual los camareros nos ven a cada momento cuando entran o salen con platos. Empezamos a ver que hay gente que ha entrado bastante después que nosotros y ya están comiendo y a nosotros ni tan siquiera nos han venido a tomar nota. Esperamos un poco más y cuando vemos algunos camareros de pie sin hacer nada decidimos que nos vamos. Es la primera vez en nuestra vida que nos vamos de un restaurante, pero no estamos dispuestos a seguir esperando porque sí, no es el único restaurante de la zona (ni mucho menos) así que ellos se lo pierden.
Fue una suerte ya que decidimos ir a probar un restaurante que está justo pegado a nuestro hotel y nos gustó tanto que repetimos varias veces. Esa noche comimos unos dumplings (creo que nunca probaré otros igual de buenos!), un plato de tofu en salsa y unas costillas de cerdo guisadas + 2 cervezas y una botella de agua por 85 cny (10 euros!).
Restaurante al lado de nuestro hotel. ¡Buenísimo!
Ahora sí que ya no queda tiempo para más. Nos vamos al hotel a descansar que el día ha sido largo y mañana nos espera un gran día: Visita a la Gran Muralla!!
Etapa anterior: Día 1 y 2. Llegada a Beijing